El reto de mantener libres de Covid-19 La Joya y La Joyita

Actualizado
  • 05/06/2020 00:00
Creado
  • 05/06/2020 00:00
Dos médicos trabajan jornadas de 12 horas continuas para prevenir el virus en los penales que albergan aproximadamente a 6 mil detenidos. Planean hacer pruebas masivas de Covid-19 a 178 custodios

En el Centro Médico Virgen de La Merced, encargado de velar por la salud de 10,385 presos, se trabajan turnos de 12 horas continuas en tiempos de Covid-19. Las circunstancias de trabajo en los últimos días han sido aún más complicadas e insalubres, ya que la bomba de la planta que provee de agua al centro de salud se quemó el sábado pasado, y hasta el jueves se reparó. Entre tanto, los colaboradores “tuvieron que hacer sus necesidades en pañales desechables”, indicó una fuente relacionada con el Sistema Penitenciario.

Los médicos, desde la cárcel, piden a la comunidad protegerse del virus.

Desde que se anunció el primer caso del virus en el país, el 9 de marzo, por nueve semanas los médicos lograron contener el contagio en los centros penales.

Por las condiciones de hacinamiento, falta de agua y otras carencias sanitarias, la entrada del virus en los tres centros penales, que alberga el polígono carcelario de La Joya, La Joyita y La Nueva Joya, el riesgo de un solo contagio es una seria preocupación por la rapidez de propagación del virus.

Dos cárceles aún están libres de Covid-19, La Joya y La Joyita; entre ambas hay aproximadamente 6 mil detenidos, según los médicos que están al frente del centro de salud, Yilany Bernardo y Miguel Chew.

En estos días de batalla, los médicos al frente del centro agradecen el apoyo de la dirección regional de salud de Panamá este, que envió aseadores para la clínica.

No obstante, en La Nueva Joya se registraron 274 contagios de los 4,400 reos, por lo que los médicos buscan a diario casos sospechosos por contacto estrecho de pacientes con el virus para identificar nuevos positivos. Como medida temporal, el Sistema Penitenciario decidió trasladar a los positivos a otras instalaciones ubicadas en Tocumen, donde deben permanecer al menos 28 días para vigilar el desarrollo del contagio.

El Minsa reforzó el personal de la clínica con dos médicos adicionales, pero por la carga de trabajo se requieren enfermeras, técnicos, y más doctores.

Para los funcionarios de Salud es sumamente difícil controlar el ingreso del virus a los penales. Todos los días ingresan camiones repartidores con mercancía, tanto para la cocina como para la tienda de 'El Paquito', de donde se surten los internos.

Aunado a esto, se requiere un monitoreo de los 178 custodios que trabajan en los penales, que por lo general son quienes están en contacto con los reos.

Los voluntarios, que lucen suéter morado, ofrecen charlas de docencia a los familiares de los presos.

Para ello, en la clínica planifican un barrido a todos los custodios que ingresaron a trabajar por 30 días. Una vez culminado el mes, antes de volver a sus casas, deben pasar 14 días en un hotel. La clínica cuenta con las pruebas, pero se le imposibilita practicarlas todas de tajo por las limitantes que se presentan al ingresar los datos al programa de epidemiología nacional del Minsa, un programa informático de un control muy rígido en lo que respecta a la introducción de información, ya que en caso de cometer un error no se puede borrar, lo que puede resultar en estadísticas erróneas.

Todos los días Bernardo y Chew viven una batalla agotadora contra el virus. Para poder abarcar la mayor cantidad de casos sospechosos, cuando recibieron el primer brote, practicaron más de 115 tomas de hisopados a quienes tuvieron contacto directo con positivos. Todo el personal de la clínica trabajó por tres días seguidos en la introducción de datos del hisopado en el sistema del Minsa.

En otras condiciones realizan 50 pruebas, dependiendo de los contactos que haya arrojado la investigación de los médicos. Los resultados de las pruebas tardan alrededor de 24 horas.

En caso de detectar a alguien con fiebre, “se le interroga por síntomas respiratorios y, de ser afirmativo, se conduce al preso al área de sintomáticos respiratorios, separada del resto de la atención general, para evitar contagios”, afirmó Chew.

Bernardo y Chew explicaron a La Estrella de Panamá que cuando detectaron el primer caso de Covid-19 en La Nueva Joya, iniciaron una investigación epidemiológica de campo, entrevistaron al detenido positivo, consiguieron tomas de muestras masivas para practicarlas a todos los contactos estrechos, e identificaron a presos y custodios infectados.

De todos los positivos analizados en la clínica, ninguno de los 25 que salieron positivos tenía síntomas característicos del Covid-19.

Hasta ahora las autoridades no han determinado cómo ocurrió el primer contagio aquel 18 de mayo pasado. Hay dos teorías extraoficiales.

El preso manifestó que recibió los artículos que le envió la esposa 14 días antes. Dijo que después de unos días se sintió un poco raro. Durante la averiguación se facilitó el teléfono de la esposa, quien no presentó síntomas, al igual que los familiares que viven en la misma casa. Los doctores le recomendaron que se hiciera la prueba para descartar Covid-19, pero no supieron si esto ocurrió.

La experiencia en esta materia ha sido que si el paciente no presenta síntomas, no se le practica la prueba. Una segunda hipótesis, más robusta, es que el contagio lo transmitió un custodio. En el centro penitenciario se han registrado más de 25 custodios positivos que trabajan en La Nueva Joya.

En estos momentos, “la atención en la clínica es por demanda espontánea, es decir, cuando el preso solicita atención médica a los encargados de los centros penales”, explican los doctores.

La clínica en la que ha trabajado Chew por más de 10 años, cuenta con equipo de protección personal suministrado por los ministerios relacionados, e insumos que provee el Ministerio de Salud.

Las condiciones de hacinamiento en estos recintos carcelarios actúan como un catalizador del virus a gran velocidad. Las condiciones de salubridad son pobres, los presos no disponen de agua potable todos los días y dependen de los artículos que les llevan sus familias. La Policía es el primer filtro para ello, y ahí se decomisa el gel alcoholado y el alcohol por asuntos de seguridad. Cabe recordar que desde principios de marzo, las autoridades suprimieron las visitas de familiares y abogados, para evitar el contagio.

Los detenidos sostuvieron recientemente una reunión con las autoridades de Gobierno y el doctor Chew, en la que determinaron crear una lista de medicamentos que no requieran receta médica para permitir su ingreso; robustecer las juntas técnicas y agilizar la clasificación de la población penitenciaria por cualquier trámite que se requiera; incrementar el abastecimiento de agua con carros cisterna en La Joya y La Joyita, mientras se trabaja en la planta potabilizadora que suple al complejo, y mantener abierto 'El Paquito' para que puedan surtirse de comida y artículos de aseo que hagan falta.

El pastor Tomás Herrera, abogado que lidera la fundación “La Milla Extra”, quien acude regularmente a los penales, alertó sobre la poca distancia que se guarda entre los familiares cuando se entregan los artículos de primera necesidad para los internos del complejo La Joya. “Una sola unidad policial atiende y permite el ingreso de cuatro en cuatro por los protocolos de higiene, en comparación con La Nueva Joya, donde hay una atención permanente en el recibidor”, dijo a este diario. “Se presume que pudo haber sido un policía, o un funcionario, un custodio o incluso algún repartidor la fuente de propagación”, añadió Herrera.

Los médicos explican que han instruido a los familiares sobre la distancia que deben guardar entre sí, se les aplica el protocolo de temperatura y se verifica el uso de mascarillas. “Hacemos docencia para que antes de empacar los artículos, realicen el debido lavado de manos y los limpien con cloro”, indicaron.

Lo Nuevo
Suscribirte a las notificaciones