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- 27/10/2023 00:00
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El experto en psicología política Julio Seoane (1988) plantea que el concepto de movimiento social ya no está relacionado con el espíritu del pueblo o con la irracionalidad de la multitud, sino con términos clave que lo definen: el conflicto, el cambio y el orden político.
Esto infiere que los estallidos sociales no son simples ejercicios colectivos producto del descontento social acumulado, son también eventos con el potencial de transformar el orden político de una nación.
Tomando en cuenta el paradigma descrito como fundamento de análisis, ¿qué contradicción puede existir entre estar de acuerdo o en contra de un ejercicio de protesta social, y a la vez estar en capacidad de comprender la orientación verdadera que tiene este estallido social como un fenómeno con fuerza y propósito político material y no simplemente como un evento aislado emocional y pasajero?
Dentro del debate o justamente debido a la falta de un debate amplio y profundo, las polarizaciones van dominando los espacios donde debería existir un análisis cuyo fin es conocer las causas, pero también las consecuencias; entender las emociones, pero también los cálculos fríos en un universo político que se rige por ciertas reglas.
La mente atascada en la polarización es incapaz de ver más allá de dos objetos en contraposición, que básicamente se resume en estar de acuerdo o estar en desacuerdo con algo.
Esta polarización (y el debate polarizado) es producto de una intencionalidad política para manejar la opinión pública dentro de un espectro que pueda ser manipulable y que pueda servir como rédito político para ciertos sectores que guardan intereses a mediano y largo plazo.
La propia polarización dentro del debate nos mantiene sumidos dentro del pensamiento ovejero y alejados de hacernos ciertas preguntas que superan la propia polarización, pero que nos ayudan a establecer balances necesarios para una comprensión integral del fenómeno social, de sus causas, pero también de su finalidad política dentro del espectro de la realidad política, que supera las emociones y las intenciones legítimas del colectivo social.
El pensamiento ovejero es aquel que rechaza de salida todo argumento, pero sobre todo análisis político que supere la polarización impuesta desde quienes manejan la opinión pública para que podamos únicamente ver una imagen reducida del fenómeno y no tengamos la capacidad de brindarle a ese fenómeno la orientación que debe realmente tener. Orientación que otros que sí tienen la capacidad le darán, ya sea que estemos de acuerdo o no.
Un estallido social legítimo tiene la capacidad de despertar en la sociedad sentimientos, valores, preocupaciones, con los cuales todos estamos de acuerdo.
El problema del pensamiento ovejero es que es cortoplacista, y no infiere cuando existen poderes reales que están tomando este estallido social para ponerle un rostro que ya no es legítimo y que no obedece a esos sentimientos, valores y preocupaciones, sino a la intencionalidad política y a los intereses particulares de grupos que manejan la opinión pública dentro de una sociedad.
Hago la pregunta, ¿es contradictorio poder estar de acuerdo o valorar la protesta social como un vehículo de canalización de frustración, desconfianza, hartazgo colectivo, pero a su vez tener la capacidad o intención de comprender que si bien los ciudadanos son los que están encendiendo este estallido social, son ciertos poderes políticos los que están en capacidad de definir la orientación y finalidad que tendrá?
El pensamiento ovejero no toma en cuenta la orientación, es decir la finalidad real dentro de las relaciones de poder político, porque no comprende lo político y únicamente observa lo que se le explica en redes sociales, lo que su mente polarizada logra comprender, y se niega a sí mismo la oportunidad a entender el verdadero rejuego político que se da en esferas muy superiores de poder, definido como la capacidad de influir en las decisiones políticas y económicas dentro de la organización social que llamamos Estado.
Por lo cual, el análisis de una mente ovejera siempre se encuentra dentro de la polarización: Estoy de acuerdo o no estoy de acuerdo.
Es fundamental mantener la legitimidad de este movimiento social y pelear desde dentro y fuera para que sectores dominantes de poder no le pongan un rostro distinto imponiendo un nuevo liderazgo de acuerdo a sus intereses, haciéndolos pasar como los representantes y convocadores y nuevos líderes políticos de un movimiento legítimo de la juventud panameña. En ese momento se pierde la legitimidad y se vuelve al mismo círculo vicioso del cual no hemos podido escapar.
Romper el pensamiento ovejero no es sencillo, porque aprender no es un derecho, es una elección personal, y muchos preferimos ocuparnos de aspectos que nos benefician directamente y no tomar el tiempo, el esfuerzo y asumir el costo de aprender a comprender los fenómenos sociales desde una perspectiva más amplia y de esta forma poner fin al pensamiento ovejero que prevalece en nuestra sociedad.