El patriota y la cruzada civilista nacional

Actualizado
  • 13/11/2021 00:00
Creado
  • 13/11/2021 00:00
El movimiento civilista tampoco fue comprendido por la dictadura, que de manera obstinada no quiso llegar a una salida honrosa y democratizadora. Por eso obligaron a la ciudadanía a tener que pasar por las nuevamente fraudulentas elecciones en 1989, lo que a la postre derivó en lo que fue la invasión norteamericana. Todo ello lo advertía Carlos Iván Zúñiga Guardia en sus programas radiales, sin embargo, su idealismo patriótico siempre fue ignorado por las fuerzas de uno y otro bando.
El patriota y la cruzada civilista nacional

Repasando la historia panameña durante la etapa de la dictadura militar, contrario a lo que se podría pensar, el movimiento civilista panameño ya tenía muchas décadas de vigencia cuando en la Cámara de Comercio se inició la Cruzada Civilista Nacional de 1987. El movimiento civilista siempre existió en el subconsciente colectivo de nuestro país cuando apelaba a sus ideales. Los antecedentes más inmediatos a la organización de la Cruzada, fueron la Coordinadora Civilista Nacional (Cocina) y las grandes manifestaciones que se suscitaron con motivo del asesinato de Hugo Spadafora por la dictadura militar.

Es interesante observar que poco antes de la formación de la Cruzada Civilista, el régimen arreció su política de mano dura y secuestró a Mauro Zúñiga, sobrino de Carlos Iván y dirigente conspicuo de Cocina. Mauro tuvo la fortuna que durante esos aciagos días y en la hora en que fue secuestrado, Radio Mundial transmitía el programa “La Voz del PAPO”, y en cadena nacional con otras emisoras Carlos Iván Zúñiga Guardia emplazó al gobierno haciéndolo responsable de la seguridad personal de Mauro. Esa rápida movilización hizo que cesara dicho secuestro. Meses después, Hugo Spadafora no corrió con la misma suerte que Mauro. A Carlos Iván, el padre de Spadafora le avisó del secuestro de su hijo. Mi esposo lo puso de inmediato en contacto con el diario La Prensa que dio la noticia y también se denunció el hecho en Radio Mundial, pero todo fue en vano, ya el crimen se había consumado. Este abominable acontecimiento indignó a la población que multitudinariamente se volcó a las calles en protesta contra el régimen

Sin embargo, la gota que rebasó la copa, y colmó la paciencia de los panameños se dio un año y medio después, cuando en 1987 el coronel Diaz Herrera fue retirado por la cúpula militar y este, como represalia, realizó una declaración pública, confirmando la corrupción que cundía en el gobierno del que hasta ese momento había sido parte y sobre todo cuando confirmó que en las elecciones de 1984 se había cometido un descomunal fraude electoral contra Arnulfo Arias Madrid, que realmente fue el ganador de la contienda electoral sobre Ardito Barletta con un triunfo aplastante y que al Partido Acción Popular le había quitado miles de votos: “Al PAPO nos lo llevamos de calle”, fue su expresión.

Realizadas las denuncias de Díaz Herrera, mi esposo se fue a la mañana siguiente a Radio Mundial y en un vibrante discurso convocó a las fuerzas vivas del país para repudiar una vez más a la dictadura, solo que esta vez no fue como las anteriores, la respuesta desbordada de la población no se hizo esperar. Su petición de que la ciudadanía se manifestara pacíficamente desde sus automóviles sonando las bocinas, desde sus casas sonado las cacerolas, y los peatones, agitando sus pañuelos blancos fue atendida de inmediato y se repetiría a las 12:00 de mediodía y a las 6:00 de la tarde, cada día. Así surgió la Cruzada Civilista Nacional ante el éxito de la convocatoria de Carlos Iván, adoptando la consigna de las tres p: pito, paila y pañuelo. Lo que el régimen contestaría posteriormente en forma cínica con su propia consigna de las tres p: Para los amigos plata, para los indecisos, palo y para nuestros enemigos, el panteón. Las manifestaciones se convocaron en forma permanente y la crisis institucional se agudizó de tal manera, que las protestas dieron la vuelta al mundo en los noticieros internacionales. La dictadura estaba herida de muerte, solo que no se sabía cuánto tiempo durarían sus estertores, ni cuantos coletazos daría en su agonía.

El panameño ávido de libertad se tomó las calles bajo un liderazgo colectivo coordinado por la Cruzada Civilista Nacional, y Carlos Iván Zúñiga Guardia se sintió nuevamente como aquel dirigente estudiantil institutor que salía a protestar por las calles de la patria. Lo podíamos ver en calle 50 agitando su pañuelo blanco, en la vía España, en las concentraciones convocadas frente a la iglesia del Carmen o en vía Argentina, bastión de Radio Mundial y Radio Diez, en donde un día llegaron los paramilitares, reventaron las instalaciones y cerraron sus transmisiones, cuando mi esposo fue secuestrado y luego abandonado en un barrio marginal de la ciudad, golpeado pero con su espíritu lleno de deseos de seguir luchando por la libertad como hacían muchos panameños dispuestos a morir por sus ideales.

Carlos Iván Zúñiga Guardia era consciente de que la lucha civilista nacional no tenía dueños, que era un movimiento que estaba bajo la consigna que en la lucha por la democracia todos los antimilitaristas debíamos estar unidos, pero en la lucha por el poder, sería distinto y cada “oveja (iría) con su pareja”. Algunos miembros de la Cámara de Comercio no entendieron el mensaje y pensaron que de la lucha civilista saldrían con cabezas coronadas, apropiándose de las banderas del civilismo panameño. Con la caída de la dictadura quedó demostrado que el civilismo no tenía dueños y que en la lucha por el poder todo sería distinto. Aun así, todavía hoy algunos voceros de la Cruzada Civilista, cuando hacen alusión a ese periodo, no acaban de entender que los movimientos populares rebasan a sus dirigencias pues la lucha de un pueblo por sus libertades se basa en la pureza de los ideales y no en los intereses personales.

El movimiento civilista tampoco fue comprendido por la dictadura, que de manera obstinada no quiso llegar a una salida honrosa y democratizadora. Por eso lamentablemente obligaron a la ciudadanía a tener que pasar por las nuevamente fraudulentas elecciones en 1989, lo que a la postre derivó en lo que, para nuestro país, fue el desastre de la invasión estadounidense. Todo ello lo advertía Carlos Iván Zúñiga Guardia en sus programas radiales, sin embargo, su idealismo patriótico siempre fue ignorado por las fuerzas de uno y otro bando.

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