“No dejo de oír a la gente pidiendo auxilio, su hilo de voz perdiéndose en la oscuridad y la silueta de un hombre en el techo de su coche alumbrada por...
El orgullo de ser panameño
- 06/05/2023 00:00
- 06/05/2023 00:00
En el día de mañana cumple la República de Panamá sus 99 años de fundada. Un largo camino recorrido lleno de abrojos y de notables triunfos. Los que conocemos su historia celebramos el nuevo aniversario con orgullo. El orgullo de ser panameño.
La historia del istmo no está por escribirse, ya es parte del conocimiento nacional. Sus episodios más importantes merecieron la atención de muchísimos escritores. En los textos existentes encuentran respuestas las interrogantes que podrían inquietar la sensibilidad patriótica. Lo que fuimos como nación durante la colonia, los historiadores Gasteazoro, Araúz, Pizzurno y otros, en sus estudios dan la claridad necesaria.
En el Panamá colombiano, Figueroa Navarro ofrece los comentarios más justos sobre el espíritu separatista del panameño. En ambas épocas y en la republicana, profundizan estos temas con estudios globales o particulares, los historiadores Mariano y Justo Arosemena, Arce y Sosa, Castillero Reyes, Conte Bermúdez, Valdés, Pereira Jiménez, Arrocha Graell, Carles Oberto y muy esencialmente Jaén Suárez, Castillero Calvo, Osorio Osorio, frutos ya del rigor científico labrado en las aulas universitarias.
En la investigación sistemática y en el espíritu de la docencia permanente, J. Conte Porras, Rodrigo Miró, Juan Antonio Susto, Ricaurte Soler y Diógenes de la Rosa constituyen un equipo insuperable. Existen otros distinguidos escritores que tonificaron con sus estudios el organismo histórico de la nacionalidad. La casi totalidad de los historiadores citados tuvieron o tienen el acierto de ocuparse de la historia del siglo XIX. Lo hicieron a sabiendas de que en esa época se encuentran los fundamentos primordiales de la nación panameña. Y lo hicieron con mucho juicio crítico, censurando lo que merecía censura y exaltando lo que estaba a nivel del espíritu de la nacionalidad. Lo troncal del siglo XIX lo encontramos en los hechos que afianzan y afinan una política separatista del panameño. Porque si esa política se encuentra bien definida en los hechos políticos de la sociedad, la tesis que informa que Panamá fue República en 1903 gracias, exclusivamente, al intervencionismo estadounidense, carecería de valor. Casi todos los historiadores nacionales que se ocupan del tema dan contenido encomiable a la vocación independentista en la época del Panamá colombiano.
En especial deseo destacar el pensamiento crítico del historiador Alfredo Figueroa Navarro, expuesto en su obra Dominio y sociedad en el Panamá colombiano (1821- 1903). Esa obra, fundada en hechos reales, enaltece la conducta y la ilusión separatista del panameño puestas de manifiesto a lo largo del siglo XIX. Es una obra brillante y escrita con gran honestidad intelectual. El análisis que formula Figueroa Navarro, por ejemplo, del tratado Bidlack-Mallarino de 1846, celebrado entre la Nueva Granada y Estados Unidos, constituye una verdadera radiografía de las intenciones secretas de las partes. Al respecto, recuerdo un discurso que pronuncié en la Asamblea Nacional, en diciembre de 1965, sobre las intervenciones estadounidenses en Panamá. Allí sostuve que el Bidlack-Mallarino no solo se pactó para impedir la intervención inglesa en el istmo, sino para conjurar sus movimientos separatistas. La realidad histórica indica que los ingleses nunca incursionaron por propia iniciativa en Panamá. Sin embargo, Estados Unidos intervino 15 veces en el istmo entre 1846 y 1903, según Castillero Reyes, o en menos ocasiones, según otros historiadores, y muchas de tales intervenciones se llevaron a cabo para sofocar conflictos internos que podrían derivar en consecuencias separatistas o imprevisibles. Es más, en septiembre de 1860 las autoridades colombianas solicitaron al capitán de la nave de guerra inglesa denominada Clío, que sus hombres intervinieran en Panamá para sofocar una controversia política interna dirigida por conocidos adeptos del separatismo. Más de 150 marinos ingleses, según cuenta el historiador Arboleda, desembarcaron y participaron en la contienda armada.
Aquel discurso mío de 1965 fue recibido con burla por algunos teóricos de la patria y me acusaron de estar inventando historietas. En su obra, Figueroa Navarro sostiene igualmente potencial separación, dice que el tratado Bidlack- Mallarino se pactó también para frenar el separatismo panameño. En su estudio, Figueroa Navarro afirma que Colombia “de continuo le horrorizaba la potencial separación del istmo. ”No se debe olvidar, y valga como digresión útil, que el Panamá colombiano vivió momentos de anarquía y de inestabilidad política que impedían su felicidad y desarrollo, hasta el punto –como lo expresan Dalva Figueroa y Lisandro Barahona en su tesis de grado– que entre 1862 y 1879 hubo en el istmo siete presidentes, todos derrocados. Uno murió en un campo de batalla y otro fue, según se decía, envenenado.
Época gris semejante a la vivida entre 1968 y 1989, en la que hubo nueve presidentes, casi todos derrocados, y dos jefes de Estado; y uno, según se dice, fue asesinado. En ambas épocas nuestra nación sufría los siniestros golpes de la locura gubernamental y del centralismo autoritario.
Al llegar a los 99 años de vida independiente, es útil recordar que entre los panameños se tomó conciencia de la necesidad de labrar espiritualmente a la nueva República. Este compromiso lo observamos cuando el presidente Ramón Valdés, y el ministro de Educación, Guillermo Andreve, fundaron el 26 de enero de 1918 la Facultad Nacional de Derecho. El artículo 38 del reglamento de dicha facultad disponía: “para conferir el título y entregar el diploma al graduando, el presidente de la facultad, después de terminar el acto del examen y si es aprobado, exigirá a dicho graduando el juramento de obedecer la constitución y las leyes de la República, defender su independencia y libertad, y sostener los fueros de la justicia”. El juramento de ayer, útil para alcanzar y perfeccionar la soberanía nacional, es el juramento del centenario y el juramento de todos los tiempos, porque sin el cumplimiento de las leyes nacionales, sin independencia, sin libertad y sin los fueros de la justicia, habremos traicionado los valores inmarcesibles de nuestra historia. En este 3 de noviembre, víspera del centenario, tenemos sobradas razones para sentir orgullo por nuestra condición de panameños.
Publicado originalmente el 4 de noviembre de 2016.