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- 25/04/2021 00:00
- 25/04/2021 00:00
En las últimas décadas, el clamor ciudadano ha venido exigiendo una nueva Constitución como mecanismo para provocar un cambio constitucional global. Esta debe estar dirigida a combatir los graves problemas sociales y a construir un nuevo Panamá democrático, equitativo y justo, mediante la expedición de un pacto social que defina nuevos valores y principios para la convivencia; establezca las responsabilidades y las atribuciones del Estado y garantice el ejercicio pleno de derechos y deberes ciudadanos.
El tema de la asamblea constituyente está actualmente en el debate; proceso que brinda a la sociedad la ocasión de repensar el Estado, de contrastar modelos de convivencia, de revisar los fundamentos mismos del orden político, jurídico y social. Si bien considero que la opción más acertada para hacerlo es a través de una constituyente paralela, no entraré en detalles, por no ser este el punto central del artículo. Por tanto, independientemente del método que se utilice para elaborar una nueva Constitución, debo hacer énfasis en que se debe promover la participación de las mujeres en este proceso constituyente, en el que debemos estar representadas, para que nuestras voces sean escuchadas y nuestros intereses tomados en cuenta de manera efectiva.
Y es que en la historia de Panamá, las mujeres no han tenido participación activa en los procesos constitucionales porque estuvieron excluidas de su vital contribución a dichos procesos.
Sin lugar a dudas, para que una Constitución, considerada la ley superior o suprema que rige los destinos de una nación, pueda ser legítima e incluyente, es necesario que el proceso constituyente incorpore en igualdad de proporción a mujeres y hombres. Debe permitir la participación efectiva de la población femenina, tanto en el debate como en la elaboración de una nueva carta magna, con enfoque de género.
En este sentido, el proceso constituyente debe ser una instancia representativa de la diversidad de mujeres que habitan el país. Además, debe ser expresiva de las luchas feministas que se han dado durante tantas décadas, para lograr un pacto social que refleje de hecho y de derecho un pleno y efectivo mandato constitucional de igualdad de género.
Por tanto, se requiere que en todas las etapas del proceso constituyente se tomen en cuenta algunos lineamientos fundamentales en su orientación, alcance, finalidades y contenidos, sin que sean limitantes, a saber:
-El empoderamiento público de las mujeres para promover su participación activa en el proceso constituyente, en igualdad de constituyentes.
-Los temas de género deben estar en el centro del debate para fortalecer la democracia, en concordancia con la Agenda 2030.
-Reafirmar constitucionalmente el carácter laico del Estado, dada la historia de interferencia de las jerarquías eclesiásticas en las políticas públicas y su marco normativo, que han limitado de manera particular la autonomía de los derechos de las mujeres.
- Reconocimiento constitucional de la autonomía física de las mujeres, del control sobre su propio cuerpo en el ejercicio pleno de sus derechos sexuales y reproductivos y el acceso a una vida libre de violencia.
-Reconocimiento constitucional de la paridad política en los cargos de nominación o designación de la función pública, en sus instancias de dirección y decisión, y en los partidos y movimientos políticos.
-Redefinición constitucional del concepto de familia, en singular, para incorporar a diferentes modelos de familias, basado en el principio de igualdad y su reconocimiento por parte del ordenamiento jurídico.
-Visibilizar los desafíos pendientes en materia de justicia de género.
-Reconocimiento constitucional del aporte económico de todas las formas de trabajo –remuneradas y no remuneradas– que realizamos las mujeres, como condición esencial para lograr la igualdad de género y reorganización social de los cuidados y sostenibilidad de la vida.
-Incorporar constitucionalmente una herramienta de control ciudadano.
Ha llegado la hora de que las cosas cambien y que las mujeres, la mitad de la población panameña, seamos protagonistas en los escenarios en los cuales hemos estado ausentes o hemos sido espectadoras pasivas. Hagamos valer nuestros derechos ciudadanos de participación en los espacios de poder y toma de decisiones, de los que injustificadamente hemos estado excluidas. Porque sin la participación de las mujeres, ninguna constitución puede ser equitativa ni democrática.
Adelante mujeres panameñas, exijamos nuestra participación paritaria en el próximo proceso constituyente, porque como dice Greetje den Ouden-Dekkers, presidenta del consejo asesor del Gobierno holandés: “Las cosas no se volcarán a favor de las mujeres por la sola promoción de políticas de igualdad. El proceso debe enmarcarse en el cuestionamiento de la estructura sociocultural, de las relaciones entre Estado y sociedad, y de las relaciones entre los sexos”.
La autora es abogada, feminista y escritora.