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Los llanos de Chitré
- 26/08/2023 00:00
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La ciudad de Chitré nació como distrito siendo parte de la provincia o departamento de Los Santos y fue en su origen una población de indígenas. Tuvo un gran auge a partir del siglo XIX por el fácil acceso desde su puerto, también llamado Agayito, en las rutas de navegación nacional. En 1877 la empresa Messrs. Schuber & Bros inicia una nueva era en la navegación nacional con la ruta desde la ciudad de Panamá hacia los puertos de Aguadulce, Chitré y Mensabé en las cercanías de Las Tablas, a través de una línea de vapores. El primer vapor en realizar la ruta fue Cargador, que en la travesía de vuelta hacia la ciudad de Panamá llevaba además de los 14 pasajeros, numerosas reses de ganado vacuno, caballar y de cerdo, barriles de aguardiente, aves de corral, quesos, artículos de alfarería, dulces y frutas variadas (Star & Herald, 3 de agosto de 1877). Luego lo hizo el vapor Chucuito, que llevaba la correspondencia oficial cada 15 días (Star & Herald, 14 de julio de 1905); después los vapores Boyacá y Los Santos; un trayecto de 24 horas aproximadamente. En 1905 se construye un mejor puerto con un muelle, sólido, capaz y cómodo, para el embarque y desembarque de carga de los buques que llegan a dicho puerto.
Chitré formaba parte de una red de pueblos coloniales en la región central del país, uno de los principales núcleos de la vida del istmo: Azuero con Chitré, Parita, Santa María y Los Santos. También eran relevantes Tonosí, Pedasí, Pocrí, Las Tablas, Guararé, Macaracas, Mina, Ocú y Pesé (Francisco Javier Vergara Velasco: Nueva geografía de Colombia, 1892). Chitré era el más importante de la provincia de Los Santos, por su población, comercio, numerosas industrias y ventajosa posición geográfica, ya que como puerto era paso obligado hacia estos distritos.
En 1896, por el número y extensión de sus calles se establece un servicio regular de alumbrado público. En ese mismo año también se destina a la Municipalidad de Chitré de dos mil pesos ($2.000) para la compra ó construcción de edificios para la Escuela de varones, cárcel y oficinas públicas.
Juana Oller de Mulford en su libro Impresiones de viaje (de mi tierra) publicado en 1919 en su paso por Chitré describe: “Observamos a primera vista que ha muerto en ella el aspecto lugareño para dar vida a una ciudad floreciente. Su progreso es visible en el aumento de la población, en el surgimiento de sus nuevos barrios Llano Bonito y El Anonal, con numerosas casas; en el ensanchamiento de sus calles, en la conclusión de su iglesia, la mejor en el interior de la República; en el buen servicio de acueducto que abastece de agua a la ciudad; en los surtidos almacenes, en los elegantes edificios de construcción moderna, y en su famoso puente sobre el río La Villa, que la pone en comunicación con la ciudad de Los Santos. En cuanto a las industrias, Chitré también ha avanzado notablemente. Prueba de ello son sus fábricas de hielo, de aguas gaseosas y de jabones, la renombrada curtaduría y numerosos alambiques. Sus habitantes son por naturaleza industriosos y viven entregados de lleno a una vida toda de actividad y labor. La sociedad chitreana, franca y abierta, es grata para el forastero, que admira en ella ese espíritu demócrata del cual se halla impregnado su ambiente social”.
En términos de su geografía política, en 1855 la Asamblea Constituyente del Estado de Panamá formó el departamento de Herrera, con los distritos de Los Pozos, Macaracas, Las Minas, Ocú, Parita, Pesé y Santa María, con cabecera en Pesé, y el departamento de Los Santos, con los distritos de Chitré, Las Tablas, Pocrí, Pedasí y Los Santos, con cabecera en este último; división que duró poco, pues en 1860, de los dos departamentos se hizo uno solo con el nombre de departamento de Herrera, al cual se le señaló por cabecera, la población de Pesé. Posteriormente, en 1864, se cambió el nombre de Herrera por el de Los Santos, y se pasó la cabecera a la ciudad así denominada (Ramón M. Valdés: Geografía del Istmo, 1905).
El Dr. Belisario Porras, en su discurso pronunciado en Chitré el 16 de marzo de 1915 con motivo de la inauguración de la provincia de Herrera, resalta el avance y apuestas en el futuro de la creciente ciudad: “Vosotros veníais dando repetidas pruebas de fortaleza en el trabajo, de idoneidad en el gobierno del municipio, de moralidad en vuestras costumbres, de sinceridad en vuestros principios de fraternidad, igualdad y libertad. A mi ver, no tenéis todavía un siglo de existencia y ya poseéis un templo suntuoso que envidiarían los viejos colonizadores, un mercado bastante bueno, un acueducto, agricultura floreciente que os permite vivir en la abundancia, el comercio repuja al de los demás pueblos de la República. Nada de esto lo heredasteis de los conquistadores españoles, nuestros padres, que erigieron templos y caminos. Vinisteis a la vida de las comunidades en plena República, y cuando otros pueblos de nuestro país se han conformado con la herencia recibida de aquellos, a veces mermada por el abandono o por la acción de! tiempo, vosotros os lo habéis hecho todo por vosotros mismos y sin la ayuda parasitaria del Tesoro Nacional. Os creo preparados para el gobierno de la provincia. Vuestro ensayo en el Municipio ha sido de una eficacia patente y meritoria. Vais ahora a ser como provincia un pequeño Estado y me parece que tenéis las bases para serlo.
La historia ha comprobado que para que un organismo político cualquiera que sea próspero, necesita ser levantado con las bases inconmovibles del carácter moral, que es el principal elemento de fuerza y la única garantía de permanencia. Garfield decía que el territorio no es sino el cuerpo de una nación, y el pueblo que habita sus colinas y sus valles es su alma, su espíritu y su vida. También Rabelais decía que la mejor protección de una nación está en sus hombres, y las ciudades y pueblos no pueden tener más segura defensa que las proezas y virtudes de sus hijos. Recibid, chitreanos, mis felicitaciones y con ellas mis votos para que estas esperanzas lisonjeras de hoy no sean defraudadas por locas impaciencias, por ambiciones desmedidas y por vuestra desunión”.