La reunión de este miércoles 13 de noviembre en la Casa Blanca entre el presidente saliente de Estados Unidos, Joe Biden, y el mandatario electo, Donald...
- 01/03/2019 01:00
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Pareciera que los crímenes cometidos por la dictadura de Omar Efraín Torrijos Herrera corren el riesgo de quedar impunes, sin que sus genízaros que ejecutaron las órdenes pisen una cárcel, donde hoy son enviados por ‘sentencias' con orden judicial, a diferencia de cómo eran encarcelados los panameños durante los primeros años de la era de Torrijos: ciudadanos capturados al amparo de la oscuridad mediante operación militar, donde primero eran torturados, después ejecutados de un tiro, para posteriormente ser enterrados en fosas comunes dentro de los cuarteles militares.
Ejemplos sobran: Héctor Gallego, sacerdote de la Iglesia católica, que fue olvidado durante la JMJ por el papa Francisco en Panamá, mientras fue recordado monseñor Romero, Heliodoro Portugal, Carlos Araya Bernal, Andrés Fistonich y Ever Quintanar.
Fistonich y Quintanar fueron identificados por pruebas de ADN. Mientras, Gallego y Portugal vuelven a estar en el ojo de la tormenta. Por su parte, Carlos Araya Bernal permanece en el olvido.
NUEVAS PRUEBAS DE ADN
‘El 28 de abril lo llamó una persona y se citó con él, en el Café Angelini, ubicado en la Plaza 5 de Mayo. Carlos Araya le dijo a su madre antes de salir al café: ‘si no regreso, pon la denuncia en el DENI, la Policía y en las Oficinas del FBI”.
Mediante sentencia del 12 de noviembre de 2018, la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia revocó el Auto No. 25 P.I. de 28 de marzo de 2018, proferido por el Segundo Tribunal Superior del Primer Distrito Judicial que niega el incidente de nulidad promovido por la licenciada Geomara Guerra Miranda, fiscal Superior de Descarga del Primer Distrito Judicial, contra la resolución de 18 de octubre de 2017, mediante la cual el Tribunal Superior declaró extemporánea la prueba extraordinaria aducida, y en consecuencia ordena al Segundo Tribunal Superior del Primer Distrito Judicial que admita la prueba solicitada por la fiscalía de la causa, consistente en una práctica de ADN a los restos óseos.
El magistrado Luis Mario Carrasco ‘salvó su voto'. Curiosamente, es el mismo magistrado Carrasco, quien solicitó un sobreseimiento provisional para el coronel Armando Abel Contreras en el caso del homicidio del abogado Rubén Miró, quien estuvo bajo vigilancia abierta desde el 9 de diciembre hasta el 31 de diciembre de 1969, en la llamada operación ‘Conejo', y quien posteriormente falleció. No hubo justicia en el caso del homicidio a Rubén Miró, donde ‘curiosamente' genízaros de la dictadura en su condición de agentes del DENI, lo vigilaron y capturaron, para posteriormente ser asesinado. ¿Coincidencias?
PISTAS
Es de todos conocidos que desde el momento que fueron descubiertos los entierros clandestinos en el Cuartel de Los Pumas de Tocumen -posteriormente se creó la Comisión de la Verdad- han tenido lugar ‘hechos misteriosos' con relación a los restos. Todo parece indicar que corresponden a Gallego, a Portugal y a Carlos Araya Bernal.
Los restos de Heliodoro Portugal deberán ser exhumados; correspondería practicarle las pruebas a todos los restos óseos.
Familiares y amigos cuentan que la última vez que vieron a Carlos Araya Bernal fue aquella tarde del 28 de abril de 1971, cuando recibió una llamada misteriosa. Era alguien que lo llamaba constantemente.
Había regresado de Nicaragua, donde había sido trasladado para encargarse de abrir la sucursal de Sears, estableciendo allí su residencia y su lugar de trabajo. Se le citó en el Café Angellini, ubicado en la Plaza 5 de Mayo, lugar muy frecuentado en la época.
Cuarenta y ocho años después, se preguntan dónde está Carlos Araya, cariñosamente llamado ‘Tito'. Araya Bernal es hermano de Raúl Araya Bernal, recordado miembro de la Democracia Cristiana de Panamá.
Muchos ubican a Carlos en el recordado Sears de la Transísmica, donde trabajó como dibujante, pero nunca se le conoció militancia política alguna, y, dado su talento y capacidad de trabajo, fue enviado a abrir la sucursal de Sears en la hermana República de Nicaragua. En ese momento, el general Anastasio Somoza Debayle era el presidente de Nicaragua, y residía allá.
La relación de Torrijos y Somoza se rompe a mediados de los años 1973. El golpe de Estado de Torrijos sorprende a Araya Bernal en Nicaragua, adonde iba y venía, por razón de que sus familiares residían en Panamá.
Un ex boina negra que fue a dar al exilio recuerda a Carlos: ‘Me lo encontré en Nicaragua y comenzó a ayudar a los panameños que estaban en el exilio y a Carlos le tendieron una trampa los nicaragüenses Orontes Ortega y uno conocido como ‘El Turco'. Trajeron a la víctima de Nicaragua a Panamá, para entregarlo a los agentes del G2, ya que le habían dicho al gobierno panameño que Araya estaba conspirando contra el gobierno de Torrijos y por su entrega cobrarían una recompensa. Al parecer, Orontes Ortega se jactaba de esa entrega'.
El informe de la Comisión de la Verdad señala: ‘a Carlos Araya lo llamaba con frecuencia un señor Domitilo Córdoba, que era agente del DENI. El 28 de abril lo llamó una persona y se citó con él, en el Café Angelini ubicado en la Plaza 5 de Mayo. Carlos Araya le dijo a su madre antes de salir al Café, si no regreso, pon la denuncia en el DENI, la Policía y en las Oficinas del FBI en la embajada de los Estados Unidos. Como no regresó, hicieron las denuncias respectivas, inclusive pagando anuncios en los periódicos de Panamá y Nicaragua, sin obtener resultados'.
El ex boina negra me contó que Orontes y ‘El Turco' se ‘hospedaron en el Hotel Continental y desde allí observaron cuando Araya fue introducido dentro de un automóvil, que se lo llevó sin retorno'.
Héctor Gallego desapareció el 9 de junio de 1971 y Carlos, el 28 de abril de 1971. O sea, dos meses antes de la desaparición del sacerdote colombiano.
Las nuevas pruebas a cada pieza de los restos determinará a quiénes corresponde, así ellos tendrán un gabán con qué arroparse, y los familiares entonces dispondrán de una tumba donde llevarle flores, para que dejen de ser uno más entre los restos desconocidos que se encontraron en el Motor Pool del Cuartel de Los Pumas de la Guardia Nacional en Tocumen, cuyo jefe máximo era Omar Efraín Torrijos Herrera.