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- 03/10/2021 00:00
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La evasión y la elusión tributaria se han convertido en un importante tema de crítica a la forma en que ha venido funcionando el actual modelo económico globalizado. Es así que Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Economía 2001, ha llegado a afirmar que “tenemos un sistema de impuestos global que permite que las personas, legalmente, eviten pagar”. En conjunto con Mark Pieth también ha argumentado que los paraísos tributarios, que permiten la evasión, son una amenaza para la economía mundial, que promueve la creciente desigualdad económica.
George Akerlof, quien en 2001 compartió el premio Nobel de Economía con Stiglitz, junto con Robert Shiller, quien obtuvo este galardón en 2013, en su libro Phishing for Phools, llaman la atención sobre cómo el poder económico ejercido sobre las decisiones políticas es un elemento que facilita la evasión.
En América Latina y el Caribe la Cepal ha destacado que las “las pérdidas tributarias debidas a la evasión fiscal son asombrosas”, insistiendo en que revertir esta situación es una condición necesaria para elevar el espacio fiscal de las economías, lo que permitiría avanzar hacia las metas de la agenda 2030 para el Desarrollo, así como para facilitar la recuperación de las economías del área.
Desde el punto de vista ético, la voz del papa Francisco ha sido muy clara. El Santo Padre no solo ha afirmado que “pagar los impuestos es un deber ciudadano”, también afirmó que “los que no pagan impuestos no solo cometen un delito, sino un crimen; si faltan camas y aparatos de respiración es culpa suya”.
En Panamá el problema de la evasión fiscal por parte de las empresas que operan en el país es simplemente escandaloso. Esto se puede apreciar en la irregular captación del impuesto sobre la renta de las personas jurídicas, así como en el caso del ITBMS, dado que los empresarios son los responsables primarios de su recaudación.
De acuerdo con la información suministrada por la Dirección General de Ingresos, la que ahora está disponible para el período 2009-2019, durante este intervalo el incumplimiento tributario, es decir la evasión, del impuesto sobre la renta de las personas jurídicas alcanzó la enorme suma de $34,968.3 millones. En términos porcentuales en cada año en promedio esta evasión alcanzó el 6,4% del PIB. La enorme magnitud de la evasión del impuesto sobre la renta acumulada en este período también se puede apreciar señalando que la misma equivale al 52,3% PIB corriente de 2019.
Se destacan los años 2018 y 2019 cuando la evasión del impuesto sobre la renta de las personas jurídicas alcanzó a $4,722.3 millones en el primero de estos años (7,3% del PIB) y $5,509,8 millones (8,2% del PIB). Nos encontramos, entonces, con un fenómeno cada vez más radical.
Esta radicalización del fenómeno de la evasión del impuesto sobre la renta por parte de las personas jurídicas también se evidencia si se toma en cuenta el nivel de incumplimiento tributario en este renglón impositivo, esto es en la porción de los ingresos que se dejan de recaudar. En efecto, en 2009 el incumplimiento del pago del impuesto sobre la renta de las personas jurídicas fue de 66,9%, incrementándose a 74,6% en 2014 y luego a la escandalosa cifra de 87,4% en 2019.
En el caso del ITBMS la evasión acumulada entre 2009 y 2019 fue de $11,455.0 millones. El promedio anual de la misma alcanzó a 2,0% del PIB. El monto de pérdidas para el Estado en el último de estos años fue de $1,189.3 millones. En este renglón impositivo el porcentaje promedio de incumplimiento en la recaudación alcanzó un promedio de 43,1%. Se destacan los años 2017 y 2018 con tasas de incumplimiento de 55,4% y 50,4%, respectivamente. En 2019 este indicador alcanzó un nivel de 44,9%, el que, si bien es inferior a los dos años anteriores, también es superior al promedio del período bajo análisis.
Teniendo en cuenta en conjunto la evasión del impuesto sobre la renta de las personas jurídicas y del ITBMS, ambas responsabilidades de los empresarios privados, se observa que entre 2009 y 2019 esta totalizó en $46,422.8 millones. Este monto, para dar una idea de su magnitud, equivale a 1,9 veces la deuda pública acumulada hasta 2019. También equivale al 69,5% del PIB de 2019.
Si se toma como referencia el año 2019 la evasión tributaria de los empresarios panameños en los renglones analizados llegó a $6,698.6 millones, lo que equivale al 10,0% del PIB. La intensidad del fenómeno queda clara teniendo en cuenta que el promedio para América Latina y el Caribe, que la Cepal considera asombroso, es de 6,1%.
El costo que para la sociedad tiene la evasión tributaria de los empresarios privados en Panamá es altamente significativa. Esto se puede evidenciar comparándola con algunos indicadores importantes.
En primer lugar, si se compara el monto total de la evasión bajo estudio entre 2009 y 2019, se puede observar que el mismo es equivalente a 17,3 veces la inversión bruta gubernamental en capital fijo en 2018. Si la comparación se hace solo entre la evasión observada en 2018 y la formación bruta de capital fijo en el sector gubernamental para ese año, la relación resulta significativamente elevada, alcanzando a 2,5 veces.
Algo semejante, para dar otro ejemplo del alto costo social de la evasión tributaria, se puede dar si se compara el total de la evasión con el gasto en educación. En este caso se debe señalar que mientras que el gasto en educación en ninguno de los años analizados llegó al 6,0% del PIB (nivel exigido por la ley), el promedio de la evasión de los empresarios panameños en el impuesto sobre la renta y el ITBMS alcanzó al 8,4% del PIB. Algo semejante ocurre con el gasto en salud, el cual apenas alcanza a cerca de la mitad del monto total de la evasión tributaria empresarial.
La evasión tributaria empresarial en Panamá alcanza cifras escandalosas, lo cual genera un alto costo social, que, además, empuja a un endeudamiento público excesivo. Esto es posible gracias a un débil sistema recaudatorio, incapaz de hacer cumplir las leyes tributarias, junto a una notable irresponsabilidad social por una buena parte del empresariado que opera en el país. Este es un tema que efectivamente tiene que indignar a la ciudadanía consciente.
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