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- 19/02/2024 10:40
- 18/02/2024 18:54
Escondida en un rincón de Bocas del Toro, Panamá, está una parte de la historia de la revolución mexicana. Una que con sus acciones escribió el periodista y general, Catarino Erasmo Garza Rodríguez. Un rebelde que empuñó las armas para combatir la dictadura de Porfirio Díaz, quien se reeligió durante 35 años. El soldado cayó en su intento de liberar a su país de la dictadura de Díaz y partió al exilio. Llegó y murió en Bocas del Toro.
Prácticamente nadie lo sabe. No tienen por qué saberlo. Los estudios han determinado que a finales del Siglo XIX, llegó a Costa Rica. Para 1895, Colombia estaba envuelta en guerras civiles protagonizadas por liberales y conservadores.
Garza que se identificó con los liberales salió de Costa Rica con destino a Boca de Drago, Bocas del Toro. Tenía el firme propósito de tomarse el cuartel de policía de la provincia caribeña, donde estaba el segundo puerto más importante del Istmo. Un punto estratégico donde habitaban muchos extranjeros y donde existía un alto volumen de ingresos producto de las exportaciones.
La intención era desde Bocas del Toro tomarse el Istmo de Panamá. Y desde la ciudad intentaría derrocar el gobierno de los conservadores y poner a Colombia en manos de los liberales. La acción permitiría al mexicano establecer alianzas y lanzarse a la liberación de México. Pero, falló en el intento. Le dieron dos disparos.
Carlos Fitzgerald, arqueólogo y bisnieto de una de los que defendió el cuartel y que probablemente peleó contra Garza explica que hubo una estrategia geopolítica e idealista. “Las revoluciones comenzaban pequeñitas y se estallaban en una gran cosa”, añade el arqueólogo. Su acción, sin embargo, desencadenó otros enfrentamientos que antecedieron a la separación de Panamá con Colombia.
Pero, ¿dónde quedaron sus restos? Se cree que fue enterrado en una fosa común. En julio de 2023, el arqueólogo panameño acompañó a especialistas mexicanos - con sensores remotos (georadar) - a evaluar áreas donde pueden haber estado ubicadas las fosas donde se depositaron los cadáveres de Garza y otros que perecieron en el ataque.
El equipo logró establecer los posibles lugares donde ocurrieron los hechos. Por registros históricos de medios de comunicación, se cree que el ataque se produjo donde está el cuartel de bomberos de Isla Colón, Bocas del Toro. Y que los restos del soldado mexicano podrían estar en un antiguo campo santo. Pero, la información de la ubicación de las fosas comunes es ambigua. Hubo que realizar un ejercicio de interpretación y reconstrucción de los hechos.
“Se evaluó un sector del paisaje cultural histórico de Isla Colón donde se encuentra el cementerio que estuvo en uso entre mediados del siglo XIX y la década de 1920, cuando se inauguró el actual”, explican los estudioso.
Para confirmar la información se requieren técnicas de investigación arqueológica y de antropológicas forenses. “Poder encontrar los restos de los caídos en el enfrentamiento militar entre el pequeño grupo de revolucionarios liderados por Garza y las tropas que defendieron el puerto estratégico y poblado de Bocas del Toro se configura como todo un reto de investigación”, resalta Fitzgerald. Y es que tampoco se sabe si los restos óseos están suficientemente conservados para ser identificados y será necesario llevar a cabo un análisis genético.
El periodista que dejó la pluma por las armas
Garza fue un periodista que nació el 24 de noviembre de 1859 —hace 165 años— en la hacienda de su familia cerca de Matamoros, Tamaulipas. Estudió secundaria, trabajó en una imprenta y cuando tenía dieciocho años pasó a vivir en Brownsville, el poblado texano frente a Matamoros, en la ribera opuesta del Río Bravo.
En 1879 inició una intensa actividad periodística, al fundar en Brownsville la revista “El Bien Público”. Era amante de un periodismo ardiente, colorido y cargado de señalamientos. Escribió artículos incendiarios en los que denunciaba las brutalidades y desmanes de la dictadura de Porfirio Díaz. Llegó a ser acusado de calumnia y difamación e incluso fue encarcelado.
En 1882 recorrió los estados mexicanos de Tamaulipas y Nuevo León como vendedor de máquinas de coser. Regresó a Estados Unidos; Hacia 1885 fue cónsul de México en San Luis (Missouri) y escribió para La Revista Mexicana.
Distribuyó también un “plan revolucionario” que proponía desencadenar una armada de insurrección para derrocar al entonces presidente e instaurar en México un gobierno liberal y democrático que defendiera la integridad territorial y restableciera el orden constitucional.
El proyecto reconocía el anhelo de tener tierras para quienes querían cultivar. A diferencia de otros movimientos sociales de motivación local que surgieron en México durante el mismo período, el de Catarino Garza tenía pretensiones nacionales, como se advierte en su proclama. Para comenzar, Garza organizó un grupo armado, aprovechando la relativa libertad que brindaba Texas para la expresión y la movilización, sumada a las facilidades para recaudar fondos, y proclamó su nuevo destino: “El último de los periodistas independientes, el más humilde de todos abandona hoy la pluma por la espada en defensa de los derechos del pueblo”.
Con seguidores de origen mexicano —jornaleros, desertores y militares de bajo rango—, organizando el grupo que después iba a conocerse como Los Pronunciados. Con ellos recogió ataques a haciendas porfiristas: robo caballos, in subió, saqueó y atropelló a civiles. Esas fueron las primeras incursiones contra el régimen de Porfirio Díaz, veinte años antes de la revolución que lo derrocó, pero nunca constituyeron un peligro serio.
En diciembre de 1891, Garzas asedió una hacienda cerca de Guerrero, Tamaulipas, ascendió al puesto militar y mató a doce soldados y varios civiles mexicanos. Porfirio Díaz ofreció $30 mil a quien lo capturara vivo o muerto. Estados Unidos tampoco lo quería porque había invadido una parte de Texas. En su época, fue un personaje famoso, que cuando murió nadie lo creía. Aunque, incógnito en la historia mexicana. El presidente mexicano (AMLO) se ha empeñado en rescatarlo. Y no parece ser un simple capricho porque las investigaciones han demostrado su contexto histórico que incluso toca a Panamá.
Búsqueda y excavación
Desde el 19 de febrero hasta el 16 de abril de 2024, un buque de guerra mexicano con veinte militares y sesenta de marinos intentaran rescatar esos restos y de paso reconstruir la historia. La del “héroe” que describe al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), en su obra Catarino Erasmo Garzas, ¿revolucionario o bandido?
La decisión la aprobó el Senado de México con 49 votos a favor, 15 en contra y 12 abstenciones. Los militares realizarán labores de búsqueda, excavación y repatriación de los restos del soldado desaparecido. Lo harán enmarcado en un acuerdo de Cooperación Cultural, que aún no se ha firmado, conoció La Estrella de Panamá. Al momento también se desconoce si la dirección de Patrimonio Cultural o Histórico ha otorgado los permisos para realizar los trabajos.
Panamá debe pronunciarse con claridad y garantizar que el trabajo de los mexicanos se hará con la rigurosidad científica que exige la normativa y los estándares internacionales, exigió una fuente vinculada al tema cultural. Debe establecerse una resolución de autorización donde se especifique la metodología, los protocolos de extracción de muestras, los especialistas participantes y la supervisión institucional, agregó la fuente.