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Editorial de ‘La Estrella de Panamá’, del 10 de enero de 1964
- 09/01/2024 14:47
- 09/01/2024 14:42
Escribimos estas líneas bajo la dolorosa impresión que nos causa saber que ha sido derramada sangre panameña por defender los altos valores espirituales que nuestra bandera representa, y porque la incalificable actitud de las autoridades de la Zona del Canal en este caso, ha venido a demostrar la absoluta ineficacia de los reiterados llamamientos a la cordura y a la comprensión que se han venido formulando por muy diversos sectores panameños, y también de la prudente y mesurada actitud asumida por nuestro Gobierno durante el largo e infructuoso período de las negociaciones de la Comisión de alto nivel.
Hace apenas unas semanas, al anunciarse por las autoridades norteamericanas la colocación de astas en diversos puntos de la Zona del Canal, para que la bandera panameña fuera izada junto a la de los Estados Unidos, manifestamos en una nota editorial nuestra satisfacción y nuestra complacencia par tal hecho como un indicio aparente de que, al fin, la comprensión empezaba a abrirse paso hacia un pleno y ulterior reconocimiento de nuestros legítimos derechos en el mencionado territorio panameño. Pero en lugar de proceder de acuerdo con las autoridades panameñas —puesto que, en definitiva, la colocación de las mencionadas banderas nacionales era el resultado de las negociaciones celebradas por los representantes de los Presidentes de Panamá y de los Estados Unidos— las autoridades zoneítas decidieron actuar por cuenta propia señalando de manera unilateral y arbitraria los lugares en que la bandera panameña podía ser izada y en qué lugares se retiraría la bandera norteamericana para no poner la nuestra.
Esta actitud negativa, absurda y provocativa de las autoridades de la Zona del Canal ha debido obedecer a ciertas causas, entre las que queremos señalar también la prolongada acefalia en que se halla la Embajada de los Estados Unidos en nuestro país. Porque queremos creer que si al frente de la Misión diplomática norteamericana hubiera en la actualidad un Embajador consciente de sus funciones, entre las que figura con rango principal el mantenimiento de las buenas relaciones con el país ante el que se halla acreditado, tal vez las autoridades de la Zona del Canal hubieran podido ser debidamente aconsejadas, evitándose con ello una actitud que ha provocado entre nosotros las reacciones más lógicas y naturales y más tarde un comportamiento de las autoridades zoneítas que la opinión pública del continente americano habrá de calificar en la dura forma que merece .
Algún día tendrán los Estados Unidos que llegar a la conclusión de que la Zona del Canal es territorio panameño, y nada más que panameño, puesto que los Estados Unidos, como se ha dicho y repetido tantas veces, no lo han adquirido por compra, por derecho de conquista, por permuta, por donación ni por un fenómeno geológico, como lo demuestra hasta la saciedad el hecho de que los Estados Unidos no pueden disponer libremente del territorio de la Zona del Canal, y tienen además que pagar a Panamá un determinado canon anualmente por su uso. Teniendo en cuenta dicha realidad, que es innegable, la única bandera que debía ondear en la Zona del Canal es la bandera panameña, que fue la única que ondeó allí por varios años cuando se inició por parte de los Estados Unidos la concesión que se les otorgó. Pero por razones que no es del caso analizar aquí, la bandera panameña fue reemplazada por la norteamericana, y ahora las autoridades de la Zona hasta se niegan torpemente a permitir que ondee al lado de la de los Estados Unidos en todos los lugares donde es izada ésta.
Página 4 del diario La Estrella de Panamá, del 10 de enero de 1964
Para quienes hemos propugnado siempre con la mayor sinceridad la necesidad de fomentar las cordiales relaciones de nuestro país con los Estados Unidos, lo ocurrido ayer es motivo de un gran dolor, y pesadumbre. Ante todo, porque, como decimos al principio, ha sido vertida sangre panameña por honrar nuestra bandera; porque las relaciones panameño-norteamericanas han sufrido un grave retroceso, y porque la actitud de las autoridades de la Zona del Canal parece ser reflejo del propósito de obstaculizar y entorpecer en toda forma el buen desarrollo de las negociaciones que se han venido celebrando. Porque la verdad, jamás pudimos esperar los panameños que a nuestras legítimas demandas y actitudes eminentemente cívicas, respondieran las autoridades de la Zona utilizando el fuego y la metralla hasta causar la muerte de varios panameños y un crecido número de heridos.
La inmediata y fulminante remoción de las autoridades de la Zona, una minuciosa investigación encaminada a precisar los hechos ocurridos, y la exigencia de responsabilidades a los responsables de la tragedia de ayer, que ha llenado de dolor y luto varios hogares panameños, son medidas esenciales que es preciso adoptar sin dilación, porque así lo exigen, con palabras sofocadas por el llanto, las más puras esencias de la patria.