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- 20/02/2024 00:00
- 19/02/2024 21:24
Los efectos positivos de la migración para las comunidades de acogida y de origen están bien registrados. Con chaleco, zapatillas, botas (extras) y jeans inicié la trayectoria en Darién. En busca de historias. Además de comprobar qué hacer si no llevamos mucha agua y alimentos. Y palpar realidades y vivencias sobre los derechos humanos. Salimos, de la capital de Panamá a las 6:00 de la mañana. Llegamos cerca del lugar donde arriban los migrantes. Áreas de comunidades indígenas: Bajo Chiquito y Canaán Membrillo en Panamá.
En esos lugares son recibidos y registrados por el Servicio Nacional de Migración (SNM). En Canaán Membrillo. Con una población de 430 habitantes, un fiscal registra abusos contra los migrantes. Sin embargo, muchos rebasan obstáculos para denunciar casos de violencia sexual y otros delitos, ya que el fiscal carece de capacidad y de servicios de interpretación adecuados.
Lo primero que observamos fue largas filas de hombres y mujeres que querían atenderse médicamente. Otras filas para poder adquirir alimentos. Fogones hechos de piedra, y pacas de ramas de árboles, recolectadas por los mismos inmigrantes.
Comenzamos a saludar y algunas mujeres querían como conversar. Una de las historias nos llevó a la reflexión. Y la experiencia, en diferentes campos del saber de esas mujeres en sus entornos, nos llevan a concluir sobre la existencia de tres categorías por medio de las cuales los migrantes contribuyen a sus comunidades:
“La sociocultural se refiere a los factores sociales y culturales, como los hábitos, las tradiciones y las creencias. La cívico-política se refiere a la resolución de problemas en la comunidad a través del voluntariado, la participación en procesos políticos o en oficinas gubernamentales. La económica describe cualquier actividad que implique comercio, industria o dinero. Se ha demostrado que la inmigración estimula el crecimiento económico y contribuye al producto interno bruto (PIB) mundial.
Algunas de las contribuciones socioculturales de los inmigrantes a las comunidades de acogida incluyen el aumento de la diversidad alimentaria, la creación de nueva música y los logros deportivos. El grado de participación de los inmigrantes en las actividades cívico-políticas depende de la configuración política de sus comunidades de acogida, a nivel nacional, subnacional y local.
Indica María del Carmen Sacasa, representante regente del Pnud-Panamá, que “en sus países de destino, los emigrantes participan en multitud de actividades económicas. Las investigaciones demuestran que los trabajadores migrantes, tanto de baja como de alta cualificación, han suplido la escasez de mano de obra, facilitando así el aumento de la productividad en determinados sectores. Los estudios también sugieren que los migrantes tienen más probabilidades de convertirse en empresarios debido a su capacidad de recuperación y a su mentalidad de crecimiento, desarrollada como resultado de la superación de los retos que implican el traslado a un nuevo país”.
Según el ‘Informe sobre las migraciones en el mundo’, los migrantes potencian la innovación mundial de cuatro maneras:
1. La mayor concentración de migrantes en sectores económicos que tienden a ser más innovadores; 2. A través de las patentes y como empresarios; 3. Su mayor contribución a la creación de empresas en comparación con los nativos; 4. Fomentando la inversión, el comercio y los vínculos tecnológicos.
Los inmigrantes también realizan importantes contribuciones económicas a sus países y comunidades de origen a través de numerosos canales. El más reconocido es el de las remesas, es decir, las transferencias de dinero que a menudo se utilizan para satisfacer las necesidades básicas de las familias y las comunidades. Los bonos de la diáspora son otro instrumento clave de apoyo. Permiten a los países recaudar los fondos necesarios, por ejemplo después de una catástrofe, evitando acumular deudas con prestamistas caros. También mejoran el desarrollo económico y la productividad en sus países de origen a través de las inversiones extranjeras directas y la creación de nuevas empresas.
Otras mujeres nos relataron que “al día siguiente de llegar a estas comunidades, los migrantes son enviados en canoas (conocidas localmente como piraguas) a una de las dos estaciones de recepción migratoria (ERM): Lajas Blancas o San Vicente. Los campamentos están gestionados por el Ministerio de Seguridad de Panamá a través del SNM y la patrulla fronteriza, conocida como Senafront (Servicio Nacional de Fronteras). La labor del gobierno en los campamentos incluye garantizar seguridad, proporcionar alimentos, ofrecer alojamiento y organizar el tránsito posterior en autobús. Aunque la mayoría de los migrantes abandona el campamento en cuestión de horas, los que carecen de dinero, los que esperan a familiares aún en la selva o los que están heridos o enfermos pueden quedarse varios días.
Las condiciones en los campamentos son malas. Lajas Blancas tiene dos zonas divididas por una alambrada: una en la que las organizaciones humanitarias proporcionan ayuda, y otra con catres para los migrantes en pequeñas chozas de madera con techo de chapa de acero levantadas por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
La presidente de la Comisión Interamericana de Mujeres( CIM) y ministra de la Mujer de Panamá, Juana Herrera Araúz, enfatiza que “a pesar de todas sus carencias, el tapón de Darién es considerado, en los últimos años, una importante ruta de tránsito para la migración irregular.
A pesar de los peligros de la selva y de sus inmensos obstáculos, se trata de la única vía terrestre que conecta Sudamérica con Centroamérica. Para los solicitantes de asilo y migrantes que se dirigen a Estados Unidos y otros destinos del norte.
Aunque muchos informes de los medios de comunicación sobre los migrantes se centran en las cifras de llegada, retorno y deportaciones, es importante recordar los rostros humanos y las historias que hay detrás de estas estadísticas.
Las autoridades panameñas llevan rastreando algunas llegadas de migrantes desde 2010, y hay casos registrados de cruces desde hace más de una década. Más de 130.000 migrantes lograron cruzar la selva a pie, frente a una media de menos de 11.000 al año durante la década anterior. Hace dos años las llegadas se dispararon a casi 250.000 personas. Esa cifra se superó en los ocho primeros meses de 2023, y más de 500.000 personas en todo el año.
También reciben apoyo y presión por parte de Estados Unidos, donde los líderes ven la selva como un punto de estrangulamiento del flujo migratorio para evitar futuras llegadas a la frontera entre Estados Unidos y México. Pero el creciente movimiento de personas a través de Darién, incluso después de que los gobiernos de Colombia, Panamá y Estados Unidos hayan prometido tomar medidas enérgicas, demuestra que las políticas para frustrar la migración van a encontrar grandes dificultades. Según los datos ya se registraron más de 81.000 personas que han cruzado el tapón de Darién, la cifra más alta de la que se tiene constancia”.
En la década de 1990 el uso inicial del tapón de Darién como paso migratorio fue principalmente por parte de colombianos que huían del conflicto interno y la violencia. Panamá no empezó a registrar oficialmente el cruce de migrantes hasta 2010. Entre 2010 y 2014 las autoridades registraron una media de aproximadamente 2.400 cruces al año. El primer repunte real tuvo lugar en 2015 y 2016, cuando se registraron unas 30.000 llegadas anuales. Tras un descenso temporal, la cifra casi duplica las cifras de 2021-2023.
Las razones de este aumento son múltiples. Muchos migrantes de Sudamérica y el Caribe tienen dificultades para conseguir visado para México y países centroamericanos y, por lo tanto, carecen de vías alternativas para llegar a Norteamérica. A medida que la ruta a través de Darién se ha ido consolidando, los migrantes han compartido información sobre las mejores formas de cruzarlo.
Inicialmente cruzaban el tapón de Darién con procedencia de Haití o Cuba. De 2015 a 2021, aproximadamente el 79% de todas las personas que cruzaron Darién era haitiano, cubano o hijos nacidos en Brasil o Chile de migrantes haitianos que se habían trasladado a Sudamérica en años anteriores. En 2022, sin embargo, la demografía cambió.
Por primera vez, la mayoría de los que llegaron a Panamá tras cruzar la selva procedían de Venezuela. Entre 2010 y 2021 se registraron algo más de 3.000 venezolanos que cruzaron Darién; en 2022 la cifra superó los 150.000. Una de las razones del precipitado aumento fue la decisión, adoptada ese año, de México y varios países centroamericanos de exigir visados a los venezolanos. Sin embargo, el programa de Parole requiere que los beneficiarios tengan un patrocinador que resida en Estados Unidos, vuelen al país y cumplan otras condiciones, que son limitantes para algunos migrantes que tienen redes sociales estadounidenses mínimas o inexistentes.
En el informe de seguimiento de la Convención de Belém do Pará (Mesecvi) reafirman que “otra tendencia notable en Darién ha sido el movimiento de personas de fuera del hemisferio occidental –en particular de África central y occidental, oriente medio y Asia meridional– que primero viajan a Sudamérica y utilizan Darién para llegar a Estados Unidos o Canadá. Desde 2015, Panamá ha registrado más de 100.000 migrantes extracontinentales procedentes de al menos 60 países africanos y asiáticos. De hecho, en 2017 y 2018 la mayoría de los migrantes a través de Darién procedían de Asia, y las nacionalidades más comunes eran india, nepalí, bangladesí y camerunesa. En 2023 las tendencias en cuanto al país de origen cambiaron y las nacionalidades extracontinentales más comunes son ahora la china (más de 13.000 hasta los ocho primeros meses del año), la india (3.300) y la afgana (2.600)”.
Alta preocupación es el aumento del número de niños que cruzan la brecha. Mientras que aproximadamente el 16% de los que cruzaron en 2022 era menor de 18 años, el porcentaje se acercó al 21% entre enero y agosto de 2023, con casi 64.000 menores de 18 años cruzando en esos ocho meses. Unicef informó que entre ocho y diez niños no acompañados cruzaban Darién cada día. Muchos viajan con una persona que no es su progenitor, o se separaron de sus padres mientras atravesaban la selva. Según las entrevistas realizadas a migrantes y funcionarios, solo una pequeña parte parece viajar sola.
Sobre las rutas terrestres son las menos costosas; entre cuatro y diez días y medio dura el recorrido. Acandí a Bajo Chiquito y Lajas Blancas, y de Capurganá a Canaán Membrillo y San Vicente son las rutas terrestres. Son difíciles y obligan a subir montañas, bajar valles y cruzar ríos, sin señal de telefonía móvil, en la selva. En las rutas marítimas, que trasladan a los migrantes a territorio panameño por mar antes de atracar y, finalmente, realizar trayectos más cortos a pie.
La defensora de los Derechos Humanos-Femuperp, Sondra Garvin Macollins, reafirma “que la ruta comienza en el lado caribeño desde Capurganá y se desplaza hacia el norte hasta puntos de escala conocidos como Carreto o Caledonia. La otra parte del Pacífico y parte de Juradó (Colombia) para llegar a Jaqué o Puerto Quimba (Panamá) son opciones más rápidas y seguras. Aun así, todos los migrantes tendrán que caminar por la selva durante alguna parte del viaje.
Los migrantes suelen quedarse sin agua al cabo de uno o dos días y sin comida poco después. Cuando eso ocurre, suelen depender del agua de los numerosos ríos, que a menudo no está limpia, lo que hace que muchos migrantes enfermen y se deshidraten gravemente. Algunos se ahogan al intentar vadear los ríos, debido a las fuertes corrientes y a las frecuentes crecidas repentinas”.
La Agencia de Protección de la Infancia de Panamá, conocida como Senniaf (Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia), no tiene presencia en las comunidades indígenas ni en los centros de migración. “En las comunidades, los niños no acompañados suelen quedar bajo la custodia de un agente del Senafront. Una vez que llegan a los centros de migración, algunos niños son enviados a una casa apoyada por Unicef para esperar hasta que lleguen sus padres o hasta que un juez decida si pueden continuar su viaje con otro tutor. Sin embargo, la casa solo acoge a menores de 13 años y, en casos excepcionales, a chicas de entre 14 y 17 años.
San Vicente reabrió sus puertas en noviembre de 2022 tras una reforma de $2,2 millones, con contenedores modulares con literas donde pueden dormir 544 personas.
Médicos sin Fronteras, Unicef, la Cruz Roja Panameña y HIAS son organizaciones internacionales con representaciones permanentes. Los entes ofrecen primeros auxilios básicos, servicios de información y psicología durante la continuación de la ruta.
Desde 2015 aplican “una política de control de la migración conocida como “flujo controlado” que limitaba el número de migrantes que podían pasar cada día.
En colaboración con Costa Rica, Panamá desarrolló “la política de flujo controlado para trasladar a los migrantes de la provincia de Darién a Los Planes de Gualaca, en el norte de Panamá, y disuadirlos de permanecer en el país.
Al principio solo se permitía a unas 100 personas al día subir a los autobuses y dirigirse hacia el norte con un boleto (que costaba $40 estadounidenses). Sin embargo, a medida que aumentaba el número de migrantes, las autoridades panameñas ofrecieron más autobuses. En el pico actual de llegadas, salen entre 40 y 60 autobuses al día” explicó la periodista Reisa Vega Ríos, de Flacso.
Operación ‘Escudo’
La migración irregular aumenta. Panamá anunció “la puesta en marcha de la operación ‘Escudo’ para combatir a los grupos delictivos y el tráfico de migrantes en el tapón de Darién. Estados Unidos, anexa a ofrecer vías legales alternativas para algunos migrantes que de otro modo podrían cruzar Darién, abriendo Oficinas de Movilidad Segura en Colombia para considerar a los nacionales de Cuba, Haití y Venezuela para Protección Humanitaria con oficinas afines en Costa Rica y Guatemala. Solo un día después de que la Oficina de Movilidad Segura en Colombia comenzara a recibir solicitudes, el sitio web se cerró temporalmente debido al alto número de solicitudes recibidas.
Estados Unidos y otros países podrían aumentar las vías legales para grupos de migrantes más diversos. Los activistas solicitan a los gobiernos de Sudamérica que refuercen el acceso al asilo, al estatuto de refugiado para las personas que huyen de la persecución y que aumenten los esfuerzos de integración para migrantes.
El Gobierno de Panamá, con el apoyo de la comunidad internacional, construyó dos centros de acogida para migrantes en la provincia de Darién y otro más en la frontera con Costa Rica con el fin de proporcionar refugio, alimentos, atención sanitaria, además de agua y saneamiento.
La selva de Darién tiene cerca de 5.750 km2 de extensión. En la estación seca, las personas caminan un promedio de cuatro a siete días para poder cruzar el tapón de Darién. Durante la estación lluviosa, la cual dura nueve meses, esta travesía se puede demorar hasta 10 días.
Solo pasamos 9 horas y dormimos en Darién. Al día siguiente volvimos. La convivencia con mujeres, líderes de familia, reafirma el coraje de quienes anhelan un mejor futuro para sus familias “no conocemos cómo ni cuándo termine la situación, pero sí cómo los derechos humanos de migrantes esperan nuevas acciones para abrir nuevos horizontes. Los estereotipos son descriptivos y repetitivos en iguales situaciones, no importa dónde quedan las fronteras entre países”.