La alternativa costera

Algunos países han optado por desarrollar grandes obras de infraestructuras con las que privilegiar las vistas al mar para los vehículos que transiten cerca de las costas. La Big Sur 1, en California, con 140 kilómetros a lo largo del Pacífico, o el Great Ocean Road, en Australia, son algunas de las más reconocidas y transitadas.

Tanto así que esta última ha llegado a convertirse en Patrimonio de la Humanidad, cuyos 243 kilómetros suponen un gran atractivo turístico que proporciona acceso a varios lugares, incluyendo las formaciones de piedra caliza de los Doce Apóstoles. También está citada como Patrimonio de la Humanidad la carretera que bordea la costa de Amalfi, en Italia, considerada por la Unesco como ‘un ejemplo excepcional de un paisaje mediterráneo’.

¿Por qué no hacer algo similar en Panamá? El arquitecto Damián Montañez responde a esta pregunta: ‘Algunas carreteras junto al mar cruzando sitios sin urbanizar son una belleza, pero poner una calle hasta Chame con la excusa de darle vista al mar a nuestro pueblo es una barrabasada’. El arquitecto considera que se está produciendo una ciudad cuyo frente marino es una muralla para las playas y alega que el mejor modelo es uno propio.

CUMPLIR LA LEY

‘Miami y Rio de Janeiro son ciudades densas, y los mismos criterios no pueden aplicarse en las playas del interior de Panamá. No hay por qué prohibir los lotes privados con frente marino; el actual régimen legal, si controlamos el juegavivo, debe ser suficiente para que todos quedemos contentos’, explica el arquitecto.

El ingeniero Rodrigo Sánchez, presidente de la Sociedad Panameña de Ingenieros y Arquitectos (SPIA) advierte que las servidumbres son ‘un espacio inadjudicable’ y, al igual que Montañez, señala que la mejor solución es ‘que se cumpla la ley’. ‘Antes de permitir el desarrollo inmobiliario se deberían haber previsto los accesos a la playa. Ahora es la ingeniería municipal la que debe velar porque se cumplan’.

Sánchez recuerda que se intentó proyectar ’La Conquista del Atlántico’, como se le dio a conocer a la carretera que uniría Colón-Coclé-Veraguas-Chiriquí y Bocas por el Pacífico; una autopista que habría de abarcar cuatro carriles y más de 700 kilómetros de asfalto bordeando toda la costa. Sin embargo, ninguno de esos proyectos floreció.