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- 31/03/2019 01:00
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Haber aceptado la distinción inmerecida que me hizo el Dr. Omar Jaén Suarez para presentar, en la ocasión que hoy nos convoca, su libro El Canal de Panamá, triunfo de la innovación constante , es el desafío de una misión imposible. Intentarlo es condenarse de antemano al fracaso. Pero me había comprometido antes de conocer la ambiciosa obra, y hoy me toca cumplir.
La complejidad histórica del Canal, de su operación y su importancia para Panamá y el mundo como tema, y la idoneidad indiscutible del autor, como geógrafo, historiador, diplomático, y testigo de parte de la historia, son factores que intimidarían a cualquier presentador. Sin embargo, se entrelazan en simbiosis estupenda, y permiten al autor relatar y analizar el devenir y la trascendencia incomparable de ese sujeto gigante, el Canal.
Se trata de un libro distinguido en el que se conjuga la riqueza del contenido de sus textos, con original en castellano y traducciones al inglés y francés, basado en exhaustiva investigación histórica y un caudal de datos confiables y análisis inteligente, con exuberante acompañamiento visual, de imágenes, grabados históricos y fotografías impresionantes, que ilustran, se complementan entre sí y con los textos. Todo el conjunto ha sido organizado y presentado por una edición impecable, en una maqueta espléndida. El resultado es una obra monumental, exquisita, de lujo indescriptible, de opulencia a riesgo de resultar casi ofensiva, de no ser por el fino buen gusto de su edición y de su maqueta. La lectura del texto reta el intelecto, a la vez que las fotografías deslumbran, y deleitan. El conjunto enriquece el conocimiento. Ojalá pudiera procurarse su disponibilidad en beneficio de la educación de la juventud panameña.
Claro está, no se trata de un libro de historia lineal del Canal, sino de su innovación constante. Por ello el Dr. Jaén prefiere una presentación orientada por ese concepto, el de la innovación, que resulta de aplicación innegable a su construcción y operación, y la aprovecha como hilo conductor para organizar la obra en ocho ejes temáticos: La Geografía, La Gente, La Tecnología, La Administración, La Geopolítica, La Seguridad, La Economía y Los Impactos.
Los hechos históricos que se desarrollan analizados en su relevancia por experto historiador, ofrecen contexto, no en forma lineal, sino dentro de cada uno de esos ejes, que a su vez se suceden en orden lógico, como los movimientos en una sinfonía, cada cual más relevante, en los que se destaca un elenco nutrido de protagonistas y actores, que reciben el reconocimiento del autor, con nombre, apellido, sin mezquindad.
No resultaría factible desarrollar una presentación que resuma el contenido de todos los ejes temáticos que componen el libro. Sería anticipación innecesaria a la lectura del libro, que para eso está, y que podrán disfrutar en todo su esplendor y peso cuando lo tengan en sus manos para saborearlo.
La lectura inicia con una cita de Pablo Neruda:
Panamá te otorgó la geografía
Un don que no entregó a tierra ninguna:
Avanzaron dos mares a tu encuentro:
Se adelgazó la cordillera pura:
En vez de darte un mar te dio las aguas
De los dos soberanos de la espuma
Y te besa el Atlántico con labios
Acostumbrados a besar las uvas,
Mientras que el mar Pacífico sacude
En tu honor su ciclónica estatura.
En el verso, Neruda advierte mucho: La importancia de la geografía y del agua, las potencias europeas, los enormes retos de construcción, el pacífico, la soberanía.
Su perspectiva como geógrafo motiva al autor a destacar en primer término la Geografía como factor determinante en la construcción y en la importancia del Canal por la ubicación del istmo como sitio apetecible a las ambiciones comerciales o estratégicas de potencias occidentales para unir dos océanos así como la importancia del Chagres como viaducto.
Como olvidar la Gente, elenco protagonista del proyecto, desde los visionarios ilusionados con unir los océanos, hasta los que lo diseñaron, los que vencieron la indomable selva y el clima, para construir la maravilla del mundo, y los que trabajaron, sufrieron y sacrificaron sus vidas, en esfuerzos sucesivos, de imperios y potencias, de razas y nacionalidades, extranjeros y panameños para construir, administrar, proteger, mantener y ampliar el recurso más importante del país, que sirve de motor permanente de su economía y cristaliza el sentimiento de nacionalidad y de autoestima.
Sobresale naturalmente el esfuerzo de Francia y sobre todo el mérito de Estados Unidos, y el de nacionales afroantillanos, chinos, franceses, estadounidenses, y criollos. A todos ellos, a muchos otros, el autor hace merecido homenaje, en un estudio demográfico que despliega con su acostumbrada capacidad.
Sin embargo, sin restarle importancia a ninguno de los ejes temáticos, por su relevancia en la actualidad y en el futuro, despiertan interés los temas relativos a la geopolítica y a la administración del Canal, temas por cierto vinculados entre sí. En ellos me atrevería tal vez a deducir la motivación del autor, y a destilar su mensaje.
GEOPOLÍTICA
Abre el al autor el tema de la geopolítica con una frase que a la vez es introducción y conclusión: ‘La evolución histórica del Canal de Panamá responde esencialmente a la geopolítica y a los cambios advertidos en las relaciones entre los poderes políticos y económicos mundiales, al igual que entre las principales potencias marítimas. Será así la geopolítica un elemento fundamental a tratar en adelante para comprender mejor el destino de la obra interoceánica que utiliza una posición geográfica excepcional.'
Recorre entonces el Dr. Jaén, con acopio de su conocimiento docto, ya plasmado en otras obras, la historia de los antecedentes históricos y sus evoluciones.
‘El proyecto del Canal de Panamá se relaciona desde el siglo XIX con el respectivo soberano del territorio panameño, primero Colombia y luego la República de Panamá. También con la política interna de otros Estados soberanos que tuvieron injerencia principal en ello como Francia y Estados Unidos; más lejos el Reino Unido. Y es que la geopolítica involucró a todas las potencias que en un momento u otro desde hace casi cinco siglos pretendieron influencia o control sobre el paso entre los océanos o de alguna forma afectaron de manera significativa su porvenir. Ambas cuestiones resultaron ligadas en mayor o menor grado según los actores y las circunstancias, aunque la geopolítica parece imponerse debido a las considerable fuerzas que representa en tiempos determinados y su capacidad de sobrepasar las realidades internas de Colombia por el istmo de Panamá.'
Nos advierte que el Canal de Panamá es desde su inauguración en 1914 una de las llaves principales de acceso marítimo desde el Atlántico al océano Pacífico, por lo que ha tenido una posición estratégica mundial de primerísima importancia para el transporte civil y militar.
Explica el autor los acontecimientos históricos que hilvanaron las circunstancias políticas en distintas latitudes, los intereses geopolíticos y económicos que se fueron generando, y la conveniencia para ellos de unir los océanos por Panamá, en una telaraña de hechos, conspiraciones, intrigas, presiones y triunfos. El relato transita desde la ruta del istmo con el camino Real, el ataque a la ciudad por Henry Morgan, que cruza desde Portobelo, los intereses en conflicto sobre la ruta entre los imperios europeos, la independencia de Centroamérica, la fiebre del oro en California, el interés creciente de Estados Unidos por su hegemonía en el Pacífico, la independencia de Panamá de España y su unión a la Gran Colombia como protección contra su debilidad para enfrentar con éxito a las potencias europeas que codiciaban el istmo; la aventura, el escándalo y el fracaso del canal francés; la compra por Estados Unidos de los bienes franceses en Panamá en 1902 y la negociación con Colombia; el triunfo de la ruta de Panamá sobre la de Nicaragua; y finalmente hasta la decepción istmeña con Colombia y la independencia de la república istmeña. Como lo ha anticipado el autor, todos ellos fueron acontecimientos geopolíticos de trascendencia para la república y para el Canal.
Afirma el al autor entonces que ‘Desde su nacimiento y aún desde antes …, el Canal es referente fundamental de la política interna e internacional de Panamá' pero va más allá y plantea de manera escueta, la siguiente valiente afirmación: ‘La república actual fue creada por y en función del Canal, hecho indiscutible. Surge en noviembre de 1903 como un protectorado del Estado que lo construirá dado que así aparece consignado en la Convención del Canal Ístmico, firmada el 18 de noviembre…'
Explica lo relativo a la administración del Canal por Estados Unidos y, por la importancia militar del Canal, confirmada por la Segunda Guerra Mundial, el incremento de su presencia militar en el istmo; las fricciones por razones comerciales y políticas que en consecuencia producen a la vez irritación a los panameños, y beneficios para algunos, y aportan argumentos para la esgrima política criolla; el suceso de incidentes trascendentales, como los dramáticos del 9 de enero de 1964 y el significativo apoyo a la causa panameña por resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, reunido en Panamá en 1973, con el veto de Estados Unidos, que inciden eventualmente desde el aspecto geopolítico en la decisión por parte de Estados Unidos de renegociar los tratados del Canal.
Surge la coincidencia de liderazgo del Presidente Jimmy Carter y del General Omar Torrijos Herrera, y su capacidad de coincidir en el diagnóstico de las causas del conflicto, en la importancia para ambos países de resolverlas, en la fórmula para lograrlo, y sobre todo de su capacidad para vencer la animosidad política interna en sus respectivos países.
Propone el autor de manera convincente que el Canal estadounidense había sido administrado por el Pentágono, como activo militar para sus propósitos, por lo que la clave fue militar: el Pentágono llegó al convencimiento de que por razones geopolíticas convenía más a Estados Unidos eliminar una fuente de conflicto internacional y con Panamá, ceder la administración del Canal y terminar su ocupación militar del istmo, antes que permanecer para proteger un Canal que sería indefendible, sobre todo contra una población hostil. Con ese argumento, y con la neutralidad, que era ofensa para unos y espejismo para otros, pero compromiso serio que adquirió y mantiene el país, pudo el Presidente Carter convencer una precaria mayoría del Senado para aprobar los Tratados Torrijos-Carter. Esa decisión política del Presidente Carter cobró víctimas en los Estados Unidos, incluyendo al propio Carter. A otra de esas víctimas, el Senador Howard Baker, quien atribuyó la perdida de oportunidad para su candidatura presidencial a su voto a favor de los tratados, le pregunté al final de los años ochenta en Washington si, en su opinión, de no haberse aprobado los tratados en 1977 hubiera habido otra ventana de oportunidad. Me contestó sin titubeos: ‘Nunca más'. Después del atentado contra las Torres Gemelas en el 2001, resulta difícil no estar de acuerdo con esa apreciación.
En el lado panameño, el primer reto fue lograr apoyo internacional a la causa panameña, y después convencer a los panameños de que conseguir la administración del Canal, el fin de la Zona y de la presencia militar directa de Estados Unidos era más importante que la tutela del ‘paraguas del Pentágono' que se advertía implícita en los pactos como quedaron aprobados, tal como lo caracterizó el General Torrijos, y que a pesar del controvertido Tratado de Neutralidad, que rechazaba la oposición panameña a su régimen militar, se logró aprobar con éxito en plebiscito.
Una causa hecha bandera, promovida por el liderazgo político efectivo, demostró lo que los panameños podemos y debemos hacer cuando nos lo proponemos. La experiencia, reflejada en las reflexiones del Dr. Jaén nos enseña que la clave de nuestra política exterior es tener claridad sobre la importancia de la geopolítica en torno al Canal. Agregaría yo, también en torno a otros aspectos de la situación del país, que devienen de su ubicación geográfica y de su actividad financiera, comercial y logística, en el contexto de un mundo multipolar que cambia con velocidad vertiginosa, en el que algunas potencias tradicionales pierden peso, y se abre paso a otras que surgen y compiten, con apetitos que presionan a Panamá.
La inclusión de Panamá en listas multicolores de diversas nacionalidades, organismos y propósitos, y el efecto devastador a la economía nacional causado por algunas, impuestas de manera arbitraria, son recuerdo reciente de la vigencia de la geopolítica y de la susceptibilidad del pequeño país a sus efectos.
La ascendencia de China como potencia comercial, con interés evidente en la región, y el acierto del establecimiento de relaciones diplomáticas establecidas entre China y Panamá, es botón de muestra que ya ha provocado tensiones, cuya trascendencia apenas asoma. Omar aborda el tema y se anticipa a advertirlo, con prudencia, pero no sin cierta disimulada picardía, que les invito a descubrir más de las fotografías que del propio texto.
El reto de la política exterior de Panamá y su éxito o fracaso, en atención a las circunstancias geopolíticas, estará en encontrar en sus relaciones diplomáticas y comerciales un equilibrio exquisito, prudente, orientado por el interés nacional, sin exagerar pero sin despreciar la importancia de contar con una posición geográfica envidiable, con acceso a dos océanos, unidos en sus entrañas por un Canal que se mantiene relevante, por cuyas aguas transita un volumen considerable de carga, de importancia comercial, y en algunos casos hasta peligrosa.
ADMINISTRACIÓN
Las herramientas tecnológicas utilizadas para cambiar la geografía y crear una vía artificial de gran dimensión necesitan una administración que las aplique y aproveche. En el análisis en torno a la administración panameña del Canal, y sus innovaciones, se descubre lo que pudiera ser un mensaje importante del autor.
Dos aspectos merecen consideración. Uno es la preparación del país para recibir la administración del Canal y para asegurar su funcionamiento en manos panameñas. La otra implica los logros de la administración panameña en la empresa del Canal. En ambos campos hubo innovación, aunque no siempre tecnológica.
Panamá recibiría un Canal que había sido administrado desde su construcción por Estados Unidos, con criterio estratégico militar, con base a leyes, instituciones y costumbres estadounidenses. Se hacía necesario cambiar el criterio, y establecer un régimen jurídico administrativo distinto, de rentabilidad para el país. Panamá salía de la traumática década de 1980, y se apreciaba la necesidad de un blindaje constitucional capaz de proteger la administración del Canal y a su fuerza laboral contra las mareas políticas criollas, mantener su administración congruente con el régimen administrativo y laboral derivado de la administración estadounidense, así como crear una entidad administradora. Aunque no tecnológicas, las innovaciones fueron múltiples y creativas.
Una comisión presidencial, designada por el Presidente Guillermo Endara, presidida por don Joaquin Vallarino, activó a más de cien profesionales en distintas disciplinas, que analizaron todos los aspectos de la actividad canalera. Sus conclusiones recomendaron la creación constitucional de una autoridad administrativa, con independencia del gobierno central. Dos asambleas legislativas sucesivas aprobaron reformas a la Constitución Política, en los gobiernos de los presidentes de signos políticos distintos, Guillermo Endara y Ernesto Pérez Balladares, en las que se creó la Autoridad del Canal de Panamá, como entidad del Gobierno panameño a la que corresponde privativamente la operación, administración, funcionamiento, conservación, mantenimiento, mejoramiento, y modernización del Canal. Fue una innovación trascendental. En palabras del Dr. Jaén ‘Gracias a un prudente acuerdo de las principales fuerzas sociales, queda blindada la ACP, entidad pública, contra las prácticas tradicionales de interferencia política, que no debe emplearse en los asuntos del Canal.'
Las claves del blindaje, a mi criterio, fueron tres: 1) Establecer que la ACP estaría dirigida por una Junta Directiva integrada por once miembros, de los cuales uno sería nombrado por el Ejecutivo, que la presidiría, otro por el Legislativo, y los otros nueve serían designados escalonadamente por el Ejecutivo y confirmados por el Legislativo, cada tres años, para servir por periodos de nueve años, de manera que ningún gobierno pudiera acaparar el control; 2) El concepto de permitir a la Junta directiva de la ACP aprobara privativamente los reglamentos que desarrollen las normas generales que dicte el Legislativo a propuesta del ejecutivo, sobre el régimen de contratación, compras y todas las materias necesarias para el funcionamiento del Canal. Esta genial innovación, inspiración iluminada de don Mario Galindo Heurtematte, de la que tuve el privilegio de ser testigo, implica que la Asamblea Nacional solo puede adoptar leyes marcos, de carácter general, cuyos detalles a su vez desarrolla la Junta Directiva. En síntesis, no se requiere acudir ni someterse al legislativo para cambiar detalles. La Junta Directiva asumió facultades legislativas y de hecho legisla mediante reglamentos. No creo necesario ni prudente elaborar; y 3) La tercera fue otorgarle a la Junta Directiva la facultad de designar, ella, no el ejecutivo, ni el legislativo, al Administrador y al Subadministrador de la entidad.
Las fuerzas políticas nunca estuvieron muy de acuerdo, y nunca se han sentido cómodas con ese blindaje, pero su efectividad ha quedado comprobada, con el apoyo de la opinión pública vigilante. Ojalá sea sostenible, y sobreviva el entusiasmo prevalente por nuevas reformas constitucionales.
La otra innovación significativa fue la preparación y aprobación de la Ley Orgánica que desarrolló lo dispuesto en las normas constitucionales. A las referencias puntuales que al respecto hace el Dr. Jaén me atrevo a aportar como complemento una nota anecdótica de experiencia personal. La Ley Orgánica comenzó a gestarse un día en un pequeño salón reservado en un hotel, en el que se reunieron seis abogados, por encargo del presidente Ernesto Pérez Balladares:
Eligio Salas, Adolfo Ahumada, Jorge Eduardo Ritter, Richard Durling, Eduardo de Alba y este presentador. Menciono los nombres, no por vanidad personal, sino para reconocer el mérito de los demás, por un esfuerzo arduo pero poco conocido. Siguieron nueve meses de reuniones diarias, incluidos fines de semana. Había que conocer el régimen legal estadounidense y las instituciones en las que descansaba, para poder adoptarlo y adaptarlo a una estructura legal panameña. El producto fue la Ley Orgánica, que se sometió entonces a amplia consulta con la sociedad civil, y fue aprobada por la Asamblea Nacional por unanimidad. Difícil imaginar innovación superior a esa proeza.
En el aspecto de la planta del Canal y su operación, la innovación tecnológica en si se da a partir del concepto de diseño original y la construcción de la vía, con su elevador acuático por gravedad, innovación tecnológica que fue considerada un portento en su propio tiempo.
Hasta nuestros días, era motivo de orgullo para la administración estadounidense del Canal que su funcionamiento se daba con la misma tecnología original, con pocos cambios. Las innovaciones tecnológicas en aspectos mecánicos, se incrementaron eventualmente durante la administración panameña, en distintas aplicaciones, en un sinnúmero de innovaciones operativas y de seguridad, que la obra registra en detalle en los textos y fotografías, y que se coronan con el lanzamiento, la aprobación en plebiscito y la construcción de la línea adicional de esclusas en el proyecto de ampliación programado para atender la demanda de naves de mayor dimensión y aumentar la capacidad de tránsito de las esclusas originales. Ese proyecto, portentoso en sí, no requiere comentario adicional.
‘El Dr. Omar Jaén despliega con lujo de detalles los logros del Canal panameño'.
De todo lo anterior se colige que los panameños fuimos capaces de organizarnos, de ponernos de acuerdo, para asumir el desafío de la historia y hacer honor al compromiso de administración responsable del Canal. Supimos proveerlo con una estructura jurídica y un régimen administrativo capaz de asegurar su operación eficiente, blindada contra injerencias politiqueras, hasta ahora. Las sucesivas administraciones panameñas, a cargo de tres Administradores distintos, con sus respectivos equipos ejecutivos, dirigidos por las sucesivas Juntas Directivas, han comprobado a Panamá y al mundo una capacidad que ni el mundo, ni los propios panameños sospechaban.
La cuestión pendiente, fundamental, es si en el futuro se debe ‘panameñizar' la administración del Canal o por el contrario si lo sensato es empinarse sobre ella para ‘canalizar' la administración pública.
El debate tenso en torno al estado de la institucionalidad del país y a la necesidad de reformas constitucionales deberá hacer las evaluaciones correspondientes, considerar los riesgos y señalar el camino.
En la obra que hoy nos ocupa, el Dr. Omar Jaén despliega con lujo de detalles los logros del Canal panameño, de su administración, de su operación y modernización, y de las constantes innovaciones que lo actualizan. Me atrevería a apostar que con ello ha querido sugerirnos su conclusión, lógica por estar sustentada en la amplia evidencia que presenta, de un modelo que lo ha impresionado a él mismo, y que puede servir de ejemplo para perfeccionar el resto de la administración pública.
El libro marca un hito irrepetible en la literatura canalera, un antes y un después. Es un brindis de champaña que alza la copa al Grupo Popular de República Dominicana, por arrebatarle a la empresa privada panameña la iniciativa que le correspondía, con su auspicio generoso a la publicación de este libro, así como un brindis en homenaje al protagonista principal, el Canal, y a sus administraciones sucesivas que lo han conservado, protegido y mejorado como emblema de orgullo nacional.
Muchas gracias.