Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
- 13/01/2023 00:00
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¡Que el Cristo de Atalaya nos perdone!, 9 de enero de 2023, 11:00 de la mañana pasando por el Estadio Nacional Rod Carew, y comienza el peregrinaje con una carretera despejada, pero con una seguidilla de baches de cuidado –conté no menos de 50– hasta llegar al puente Centenario donde, un brinco de mi sedán me indica que no solo se ha dañado la carpeta, sino que está separada del puente, similar a lo que ocurre con el puente de salida de Brisas del Golf de San Miguelito.
Podemos maldecir al vilipendiado ministro del MOP, pero eso no va a tapar los cráteres que nos encontramos en algún tramo de los 20.000 kilómetros de red vial que tiene el país, pero me decanto por dar una mirada desapasionada a esta situación, recordando que hace pocos lustros éramos la envidia por nuestra vía Panamericana.
Entre el puente Centenario y la llegada a La Espiga por la autopista Arraiján-La Chorrera disminuye la cantidad de huecos, pero el caos que actualmente hay en ese nudo gordiano que se ha formado es ¡a otro nivel!, en estos días se forman hasta cinco “carriles” que quedan en uno de salida hacia el interior.
Un paréntesis, mientras maniobraba para evitar que dos doble cabina me choquen por la desesperación de avanzar, a mi lado derecho veo un vehículo similar de la ATTTP, cuyo chófer me hace señas para pasarme al carril del extremo derecho, yo reacciono agradecido por la amabilidad.
Pero al avanzar veo que el vehículo oficial seguía con sus luces encendidas y siguiéndome, como no llevan sirena me fijo bien que el conductor y su acompañante me hacían señas, por lo que en la entrada de La Pesa, faltando diez minutos para el mediodía me estaciono en una panadería a ver qué sucedía.
Un inspector, de unos 40 años, ataviado con el chaleco de la ATTTP me dice “su licencia, artículo...” no sé que más, y le digo “¡qué pasa, acaso he cometido alguna falta?” y me repite la retahíla de artículos y “deme su licencia y después le digo”. Aunque me dio un poco de coraje, sabiendo que no he cometido ninguna falta, le entrego el documento y me muestra un aparatejo como el pelepolice y me dice “esa placa no aparece registrada”.
¿Y qué puedo hacer yo, si eso es asunto del municipio y la ATTTP?, le contesto, pero capto enseguida el drama, el chófer, otro inspector cincuentón o de más años me mira y pregunta, ¿tiene su seguro al día, puede mostrarlo?, ¡por supuesto!, le digo, ninguno de los dos tenía conciencia de la función de la placa de prensa.
Me identifiqué, les enseñé dónde está impreso el número de circulación general y le digo al primer inspector, “¡pon en tu aparato ese número!” y enseguida salió todo mi historial y me tocó darles una explicación que parece que en la ATTTP y el Municipio de Panamá se les ha olvidado refrescar la existencia de estas identificaciones de cortesía para facilitar nuestra labor informativa.
La mía me la dio la colega y “tía” (de cariño) Mayín hace buenos lustros y sugiero que la otra colega y vicealcaldesa, Judy Meana, puede dar ese servicio público de actualizar a los del tránsito que las placas de prensa existen y están vigentes.
Los inspectores, en su unidad terminada en 00005, se disculparon con un “siga no más, jefe” y arrancaron, apurados en irse a almorzar, mientras reanudaba mi marcha.
Pero este breve incidente me hizo reflexionar a lo largo del camino, tratar de seguir la velocidad indicada por los avisos de manera constante porque en mi auxilio el Waze, la aplicación de conducir, además de avisarme “policía adelante”, ahora, a cada rato, agregaba “cuidado bache en la carretera”, lo cual es una bendición.
De Capira a Penonomé, lo peor es el tramo de cerro Campana, y no es nuevo. Esa zona tiene muchos ojos de agua subterráneos que socavan el terreno, lo he visto desde que en 1983 recorrí la antigua Panamericana rumbo a Costa Rica, por ello no se justifica que permitan se deteriore tanto.
Pero hay tramos bastante enteros entre Panamá Oeste y Coclé, deteriorados cerca de Natá y Aguadulce, y menos entre Divisa y Veraguas, pero al entrar a la carretera rumbo a Atalaya da cólera cómo una vía que estaba bonita, por instalar tuberías de servicios básicos en los últimos dos años la han dejado en mal estado, con irregularidades que parecen jorobas de camello, y nadie le exige al contratista remediar el mamarracho de trabajo que hicieron.
El estimado ministro Rafael Sabonge @rafasabonge es un estoico, sin duda, porque la cantidad de plomo que le dan y se mantiene ahí, y muchos se preguntan por qué.
Pero veamos la información pública, evidentemente si te paran recortando presupuesto, te la tienes que jugar para cumplir la tarea, entre lo importante y lo urgente, no entre los copartidarios y los no copartidarios, porque eso sí es reprochable.
Solo un dato, si para 2022 pidió $1.296,7 millones para inversión y solo le dieron $414,48 millones, de los cuales solo podía usar $382 millones para obras. Saque usted sus propias conclusiones.
El pasado 6 de enero, Sabonge informó de que este año sí podrá invertir $1.200 millones en proyectos en todo el país. Pero coincide con año preelectoral, ojo al Cristo.
Ese mismo día anunció para mi provincia adoptiva, Veraguas, el inicio de la rehabilitación de 10 caminos de producción agrícola y casi está terminada la vía Atalaya-Mariato-Quebro-Las Flores, aunque lleva un atraso de unos tres meses, pero ¡por favor, arreglen la entrada a Atalaya!
Y saben qué, existe una herramienta de acceso público para cotejar la información, y se llama Contratista Visible, (https://contratistavisible.com/), donde podemos conocer que el cuarto puente sobre el Canal de Panamá tiene como fecha de finalización el 12 de abril de 2028, con un subtotal de inversión de $1.518 millones y un largo de 6,50 kilómetros.
Tiene un avance real de 3,94%.
Recordemos que entre marzo y septiembre de 2020 vivimos encerrados y eso trastocó todos los planes; no es excusa, pero sí motivo para pensar antes de maldecir a Sabonge. No es mi amigo ni lo conozco.
Lo que sí me preocupa es la lentitud para establecer el definitivo plan de participación de las partes interesadas (PPPI) para el desarrollo del programa de Asociación Público-Privada (APP) en Panamá, porque sigue en borrador y, viendo cómo está el mundo, en los próximos meses pueden surgir oportunidades de atraer inversión al país si se tiene este marco bien definido y cimentado, porque los capitales buscan refugio seguro y estabilidad. Que el Nazareno de Atalaya nos ilumine. Siendo las 4:00 de la tarde me recibió en su pueblo.
*Periodista independiente y profesor de mercadeo de buscadores y contenidos.