Filosofía de las pseudociencias: Aproximación a un estado del arte

Actualizado
  • 17/11/2018 01:00
Creado
  • 17/11/2018 01:00
 Como solución a dicho problema, Popper propuso el llamado criterio de falsabilidad

El término ‘pseudociencia' fue usado por Karl Popper en relación con la expresión ‘el problema de la demarcación', introducida por el mismo para referirse al problema de hallar un criterio para distinguir aquellos enunciados (o sistema de enunciados) que podrían ser catalogados como propiamente científicos (empíricos) y aquellos que no (lógicos y metafísicos) (Popper 2002, 314-315). Como solución a dicho problema, Popper propuso el llamado criterio de falsabilidad, según el cual un sistema de enunciados transmite alguna información sobre el mundo sensible sólo si resiste ser sometido a prueba o ser contrastado con información empírica. Dicho de otro modo, la diferencia principal entre las ciencias y las pseudociencia, según Popper, consiste en que las teorías no científicas no son falsables, comprobables o desmentibles de manera legítima; es decir, no existe objeción que pudiese lanzarse en su contra que pudiese refutarlas, pues, como sostiene Popper, ‘siempre se pueden evitar las refutaciones empíricas; siempre se puede ‘inmunizar' una teoría contra la crítica' (Popper 2001, 40).

No es un secreto, sin embargo, que el criterio de falsabilidad propuesto por Popper como criterio de demarcación ha sido sometido a severas críticas, al grado de que se ha sugerido no sólo su abandono, sino también la renuncia a la búsqueda de un criterio de demarcación en sí mismo (Véase Harding 1976 / Laudan 1983). Existen, no obstante, nuevos esfuerzos tendientes a retomar el proyecto demarcasionista, asumiendo la crítica laudaniana, que se sostienen sobre algunos principios básicos: 1. las diferencias entre las ciencias y otros sistemas de creencia son de grado, lo cual, a su vez, no implica que no existan distinciones. 2. No existe un criterio que ofrezca un conjunto de condiciones necesarias y suficientes para definir de manera rígida y sencilla en qué consiste la actividad científica. En lugar de ello, el concepto de ciencia debe ser entendido de modo más flexible como un concepto de agrupación, el cual conjunta diversos conceptos mediante un número determinado de ‘ramas' o ‘hilos' que yacen en la base de dicho concepto (Pigliucci 2013, 12-22).

Sobre tales bases, el filósofo Massimo Pigliucci ha ensayado una muy sugerente, aunque amplia, definición de ciencia como una empresa que ‘intenta ofrecer una comprensión teórica del mundo empíricamente fundamentada, de modo que una teoría científica tiene que tener respaldo empírico y coherencia interna o lógica' (Pigliucci 2013, 22-23). Ello supone que existen al menos dos ‘ramas' fundamentales que conectan los diferentes conceptos que se agrupan en el concepto general de ciencia, a saber, ‘conocimiento empírico' y ‘comprensión teórica', las cuales establecen grados de pertenencia. Dicho en palabras más sencillas, es posible que existan actividades científicas que tengan una amplia base empírica pero que no son tan sólidas teóricamente hablando y viceversa. Las posibilidades son variadas. Ello permite caracterizar las pseudociencias como aquellas empresas que aunque buscan la comprensión teórica de algunos fenómenos, su respaldo empírico y nivel de sofisticación o solidez teórica son rudimentarios (Pigliucci 2013, 24).

Es importante agregar que existen otros esfuerzos por definir el ámbito de las ciencias y las pseudociencias, en cuanto que sistemas de creencias, que incorporan información extraída de investigaciones del campo de la sociología, psicología y las ciencias cognitivas en general —buscando escapar a definiciones estrechas— que han permitido establecer una ‘epidemiología de la pseudociencia', esto es, un estudio de los rasgos (sesgos) cognitivos determinantes (esencialismo psicológico, teleología promiscua, efecto placebo, etc.) que yacen en la base de sistemas de creencias como la pseudociencia, la magia, religión, entre otros (Boudry, Blancke, Pigliucci 2014, 7-10).

Es necesario dejar claro que tales tendencias psicológicas son comunes a todos los seres humanos, algunas de ellas, como es el caso del esencialismo psicológico, se encuentran profundamente enraizadas en nuestros procesos de conceptualización (Véase Gelman 2003). Sin embargo, la evolución histórico-cultural e institucional de las ciencias, su naturaleza colectiva y el carácter acumulativo del conocimiento que genera, ha permitido desarrollar una serie de atenuantes que, a diferencia de otros ámbitos, dan razón de su relativo éxito. Consideremos, por ejemplo, la técnica experimental de ‘doble ciego', la cual tiene como objetivo prevenir a la investigación de resultados parciales, producto de sesgos como el actor-observador y/o el efecto placebo. En el ámbito de las pseudociencias, en cambio, tales sesgos sirven precisamente de base y caldo de cultivo para sistemas de creencias como la homeopatía o las teorías del diseño inteligente.

Por otra parte, las pseudociencias, en cuanto a sistemas de creencias, incurren en la autovalidación de sus creencias, es decir, convenientes estrategias que la hacen prescindir de confirmación, escrutinio o validación externa de cualquier tipo. Dicho de otra manera, una de las características de los sistemas de creencias pseudocientíficos es la adopción de estrategias inmunizantes (v.gr. hipótesis ad hoc , cláusulas invisibles de salvaguarda) y mecanismos de defensa epistémica (v.gr. pensamiento conspirativo), tendientes a protegerla contra los argumentos críticos y la evidencia empírica que se presente en su contra. Aunque ambos se presentan en favor de un determinado sistema de creencias y no son tan fáciles de distinguir y detectar, las estrategias inmunizantes y los mecanismos de defensa epistémica difieren en que las estrategias inmunizantes no forman parte integral de un determinado sistema de creencias y se recurren a dichas estrategias cuando las teorías en cuestión encuentran tropiezos. Los mecanismos de defensa epistémica, por otro lado, forman parte integral de las teorías, haciendo parte de sus recursos explicativos y de su estructura conceptual (Boudry – Braeckman 2011, 146-148).

Otros esfuerzos por delinear los difusos límites entre ciencia y pseudociencia han apuntado la necesidad de mantener un balance entre el escepticismo excesivo y una actitud de mente abierta al establecer criterios que las diferencien. Con ello en mente, se han propuesto unos criterios para detectar las prácticas pseudocientíficas; a saber, la evasión de la revisión de pares, énfasis en confirmación más que en la refutación, excesiva dependencia sobre lo testimonial y anecdótico, uso de un lenguaje abstruso, ausencia de condiciones límites o marco a las que se aplica una teoría, un uso exagerado de hipótesis ad hoc, entre otras (Lilienfeld, Lynn, Lohr 2015, 7-11).

Lo dicho hasta aquí requiere hacer algunas salvedades. No existen muchas fuentes sobre cómo se reproducen patrones de pensamiento pseudocientífico en el ámbito de la teoría social, la filosofía y las ciencias sociales. Sin embargo, existen algunos trabajos sobre cómo prácticas y patrones de pensamiento pseudocientífico han sido introducidas en ámbitos y profesiones como la psicología clínica, el trabajo social y la enfermería, logrando proponerse como nuevos paradigmas e influyendo en las intervenciones terapéuticas tan características de dichas profesiones (Thyer – Pignotti 2015 / Lilienfeld – Lynn - Lohr 2004). Además, existen algunas evaluaciones de prácticas pseudocientíficas en el ámbito de la arqueología y la historia que ponen de relieve el mal uso e inadecuada interpretación de la información arqueológica y de datos históricos, así como también la relación entre la filosofía posmodernista y el pensamiento pseudocientífico (Fagan 2006).

En definitiva, existe un número creciente de investigaciones que muestran la existencia e influencia de sistemas de creencias pseudocientíficos en algunos campos del saber científico y cómo estos, usando algunas estrategias antes mencionadas, logran convertirse en verdaderos credos promotores de investigaciones de dudosa solidez teórica, pero que tienen un gran atractivo intuitivo, cultural o ideológico.

FILÓSOFO

‘Es necesario dejar claro que tales tendencias psicológicas son comunes a todos los seres humanos, algunas de ellas, como es el caso del esencialismo psicológico, se encuentran profundamente enraizadas en nuestros procesos de conceptualización'.

Dicho en palabras más sencillas, es posible que existan actividades científicas que tengan una amplia base empírica pero que no son tan sólidas teóricamente hablando y viceversa. Las posibilidades son variadas

‘Se han propuesto unos criterios para detectar las prácticas pseudocientíficas; a saber, la evasión de la revisión de pares, énfasis en confirmación más que en la refutación, excesiva dependencia sobre lo testimonial y anecdótico, uso de un lenguaje abstruso, ausencia de condiciones límites o marco a las que se aplica una teoría, un uso exagerado de hipótesis ad hoc, entre otras'.

ALGUNAS REFERENCIAS

Pigliucci, M. / Boudry, M. (2013): Philosophy of Pseudoscience:

Reconsidering the Demarcation Problem. University of Chicago Press.

Popper, K. (2002):

The Logic of Scientific Discovery. Routledge Classics

Popper, K. (2001):

Conocimiento objetivo: Un enfoque evolucionista. Tecnos

Scott O. Lilienfeld, S. / Lynn, S. / Lohr, J. (Eds) (2015):

Science and Pseudoscience in Clinical Psychology. Guilford Publications.

Fagan, G. (Ed.) (2006):

Archaeological Fantasies: How Pseudoarchaeology Misrepresents the Past and misleads the public. Routledge.

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