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- 03/09/2023 00:00
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El lenguaje ha constituido la vía del conocimiento del universo; y el medio por donde existe. Es la forma en cómo opera y se construyen realidades, ya sean compartidas o no por “el otro”; y, por ende, en la sociedad donde actúa. El desarrollo de la humanidad forjó figuras de poder (dioses, reyes, sabios, otros) a través de interacciones sociales: vínculos familiares, políticos y religiosos. No es extraño para ti lector, ejemplificar agentes de poder que hablan, expresan, validan y justifican sus acciones ante el otro.
Pongo por caso la responsabilidad que tienen los padres de familia (hombre y mujer) del cuidado y bienestar para los hijos. En varios contextos, muy probablemente, los padres han justificado sus acciones ante sus hijos. Curiosamente, cuando justifican, expresan las ideas, hechos, puntos de vistas, entre otros. El lenguaje, para no limitarse solo a la lengua o al habla, nos sirve para manifestar ese conocimiento que tenemos de la realidad.
Por esta razón, estudiar el qué, el cómo, el cuándo y el por qué usamos diversas palabras, oraciones, enunciados, estrategias discursivas y otras, sostienen la principal labor del “análisis del discurso” (en adelante, AD). Por supuesto, que el lenguaje atiende al interés de muchas ciencias. Comprende la identidad cultural, la competencia comunicativa, el arte, el registro de normas, las ideologías, entre otros. Sin este, difícilmente habría una aproximación a aspectos generales que relacionan a la humanidad.
Si el AD estudia los aspectos que integran la lengua, es decir, la producción de mensajes/realidades de un individuo a través de los textos (oral y escrito); el AD explora también procesos cognitivos, fenómenos culturales, entre otros. Por una parte, la lengua concebida como una habilidad cognitiva tiene procesos intrínsecos a la propia naturaleza humana. Un claro ejemplo es la adquisición de un idioma en edad temprana. Convergen muchos mecanismos que permiten asimilar no solo el código (lengua-idioma); sino también la comprensión de lo externo. Por otra parte, si se relaciona la cultura, transversal concepto que implica otra revisión, con la lengua, se integran nociones “del otro” fundamentales para convivir, p.ej.: como expresión artística y los ideales que transmiten en sus productos.
Todo lo anterior tiene lugar en la sociedad de hoy. La conversación en un consultorio médico está estructurada para un fin, se determina la figura de un doctor y de un paciente. Se espera que lo manifestado en este espacio sea para cumplir su propósito, por lo tanto, se asignan figuras (doctor, experto con estudios especializados que validan su ejercicio; paciente, no experto en temas de salud sin estudios especializados). De esta manera, a través del discurso comparten el conocimiento que es útil y fundamental. El AD indaga de qué manera interactúan, cómo expresan esas realidades, bajo qué circunstancias se pronuncian, qué palabras y cómo las relacionan y por qué manifiestan un contenido. En este punto, las oraciones no son únicamente unidades sintácticas en una secuencia lógica; la oración implica, en otro nivel, el propósito y la intención del enunciador. Este asigna en su discurso estructuras cognitivas, culturales e ideológicas que se perciben cuando habla.
Indudablemente un discurso que impera en la actualidad está relacionado con la política partidista en las redes sociales. Aceptada en contextos democráticos, manifiesta en el fondo el conocimiento, la idea y la realidad de los actores políticos. A través del AD se analizan las implicaciones de la lengua en este contexto. Las ideas de fondo que se expresan aisladamente o que comparten en sí estos actores p.ej.: un “Panamá que necesita cambios, progreso, crecimiento”; y otros, evidencian que se da por medio de alguien o de algo. Para lograrlos hay un agente activo (figura representativa-candidato); y otro pasivo (figura personalizada, elector). Quizá exista cierta reciprocidad además en este escenario.
Con certeza, el candidato transmite ideas profundas en su discurso: un Panamá estático, con retroceso, sin crecimiento. El AD explora diversas teorías y las utiliza para su análisis. El enunciador quizá se convierte en un agente moral responsable de lo expresado, determina o comparte “lo que debe ser” un Panamá y, por tanto, se valida por medio de una sociedad o grupo. Otros casos resultan interesantes para el AD, p. ej.: el discurso de poder de las grandes empresas que inciden en la opinión social. La forma en cómo se trasmiten los contenidos en medio de protestas pacíficas, los casos de censura y corrección política o el discurso institucional ante hechos cuestionables. Los cuestionamientos del AD se orientan en cómo construye su discurso, qué partículas gramaticales, verbos, utiliza.
Desde un corpus lingüístico: textos orales o escritos, el AD interpreta de forma crítica las formas y el fondo de segmentos específicos de toda la construcción discursiva de un enunciador; y, por tanto, de las representaciones que trasmite: p.ej.: ¿qué adjetivos utilizan los candidatos para referirse a Panamá? ¿qué argumentos emplean los diferentes grupos en la sociedad que discuten los efectos del cambio climático en Panamá?
Otras preguntas en secuencia de las anteriores, ¿cómo utilizan los adjetivos? ¿se relacionan estos con un tipo de compromiso y causa por la cual luchar? ¿por qué utilizan estos argumentos? ¿cuáles son sus relaciones de causa y efecto? ¿cómo los sustentan en contextos de ataque, corrupción y cuestionamientos en medios de comunicación? El AD consolida su base desde la lingüística y trasciende a la interdisciplinariedad porque no solo son las palabras expresadas; sino también la ausencia de estas, las ideas, las realidades, el mensaje y el propósito por el cual tienen lugar “con el otro”. Las disciplinas que se relacionan son amplias (psicología, sociología, antropología, política, educación, entre otras). Se insertan en un sistema de conocimiento que permite el análisis crítico.
De manera sucinta y sin discusiones teóricas, he compartido la tarea del AD desde una perspectiva variada. Al estudiar el lenguaje, el AD es complejo, pero dinámico y útil como sistema de conocimiento a favor de comprender fenómenos sociales. Existe un propósito implícito en la comunicación y actúan representaciones sobre algo que se trasmiten y validan por medio del uso de la palabra. El AD es una disciplina, un enfoque o metodología que permite explorar con grandes beneficios las problemáticas que enfrenta la humanidad.
Son destacados los estudios que describen cómo se utilizó la lengua y sus efectos en la sociedad. La lengua (como parte del lenguaje) constituye una herramienta poderosa. Esta provoca cambios, actúa en figuras asignadas en la interacción social, trasmite y valida el desarrollo del conocimiento. Una breve búsqueda sobre la forma de trasmitir ideologías, disposiciones legales o discusiones que tienen como objeto al ser humano dan evidencia de lo crucial que es el AD para los estudios humanísticos a favor de la sociedad.
El autor es especialista en Lingüística. Investigador y docente de la Universidad de Panamá.