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- 24/06/2024 13:52
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Hace aproximadamente 500 años, el Volcán Barú experimentó su última erupción conocida, un evento de magnitud tal que sus estruendos se escuchaban a grandes distancias, semejantes a una tormenta con intensos truenos. Semanas antes, enjambres sísmicos anunciaban lo que estaba por venir. Millones de toneladas de ceniza fueron expulsadas desde las profundidades de la tierra, formando una pluma visible desde varios puntos remotos, incluyendo áreas del Caribe y Costa Rica. El característico bosque nuboso de sus laderas quedó entonces cubierto por una densa capa de ceniza. Los pueblos indígenas de la época, testigos de tal fenómeno, bautizaron a esta montaña como la que lanza fuego.
Esta ceniza contribuyó a consolidar los suelos de Cerro Punta, enriqueciendo la alta cuenca del Río Chiriquí Viejo y aumentando su fertilidad. Desde entonces, el volcán ha permanecido inactivo, dormido, despertando según creencias locales cada 450 ó 500 años. Los registros sugieren que el coloso ha hecho erupción cinco veces en los últimos 1,800 años, aunque hay evidencia de una erupción de hace 11 mil 300 años, lo que podría significar que desde esa fecha hasta ahora han ocurrido unas 22 erupciones.
Esta rica historia geológica ha dado origen a una biodiversidad única, conformada por diferentes ecosistemas, especies y genes a lo largo de miles de años. Además, la montaña ha inspirado una rica tradición cultural y folklórica en las comunidades locales de Chiriquí y más allá, hasta Costa Rica y áreas caribeñas, de donde esta magnífica montaña es visible.
El Parque Nacional Volcán Barú fue creado el 24 de junio de 1976, gracias al esfuerzo conjunto de ecologistas chiricanos, organizaciones internacionales como la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), la FAO, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y el Servicio de Parques Nacional de EE.UU. Hoy un legado invaluable para las generaciones presentes y futuras. Este es un claro ejemplo de cómo la visión y el compromiso pueden superar obstáculos institucionales y crear legados duraderos.
Pero, ¿por qué es el Parque Nacional Volcán Barú tan crucial para Panamá? Su valor no radica únicamente en su rica biodiversidad, sino también en los servicios ambientales que provee en función de esa riqueza. No solo suministra agua limpia a numerosos centros urbanos de la provincia, sino que también juega un papel vital en la regulación del clima, la conservación del suelo y la conservación a largo plazo de la biodiversidad de montañas. Estos servicios son esenciales para el bienestar de las comunidades y para la sostenibilidad de los ecosistemas locales.
Insto a todos, a combatir con acciones positivas y significativas a favor de la integridad del parque, a aquellos que por ignorancia o avaricia amenazan este tesoro nacional. Por tanto, es imperativo que cada uno de nosotros contribuya personal y colectivamente a la defensa y preservación de los valores naturales de este ícono de Chiriquí, la montaña que lanza fuego.
Debemos permitir que el romanticismo que inspira el volcán fortalezca nuestras acciones para proteger y preservar el Parque Nacional Volcán Barú, el custodio del coloso chiricano. Cuando el volcán vuelva a despertar con estruendos y movimientos telúricos, recordemos que simplemente está cumpliendo un ciclo natural de renovación. Ante este espectáculo de la naturaleza, nuestra única respuesta debe ser el respeto profundo y la continuación de nuestros esfuerzos por proteger este invaluable tesoro nacional.
El autor es biólogo y Presidente de Proyecto Primates Panamá