El módulo Blue Ghost, de la firma estadounidense Firefly Aerospace, envió impresionantes imágenes de la Tierra mientras orbita el planeta azul y previo...
Lamentablemente, mientras la escalada de violencia y desidia siga expulsando a miles de personas de Venezuela, Ecuador, Colombia y otras naciones, la migración irregular seguirá. Y si en algo ha habido un consenso global entre los gobiernos de sociedades democráticas, ha sido el impulso de medidas que restrinjan este fenómeno. El gobierno de José Raúl Mulino, desde el inicio de su gestión, ha tratado el problema con realismo y perspectiva de futuro, y ha buscado aliados internacionales. El memorándum con Estados Unidos, país que financia los vuelos de deportación, ha dado frutos. Sin embargo, la política del nuevo presidente estadounidense, frente a esta realidad, es mucho más agresiva. Donald Trump ha mostrado su intención de considerar a Panamá como país de acogida, propuesta que la Cancillería panameña ha rechazado enérgicamente. Y esta postura debe mantenerse y el país debe anticiparse ante la posible presión de EE.UU. en este tema. La visita esta semana de Marco Rubio, secretario de Estado, pondrá sobre la mesa su plan. Que quede claro que Panamá no tiene la capacidad para recibir migrantes como refugio. En esto no hay que ceder.