El presidente, José Raúl Mulino, presentó su administración como una que pretende actuar con firmeza, pero sin imposiciones. Un mensaje que no termina de definirse por la confusión que desde las propias filas del Ejecutivo ha generado. Por un lado, el canciller de la República plantea reclamos a una embajada extranjera para que no utilice su territorio como espacio de conjuras políticas, pero, al mismo tiempo, no toma ninguna medida que ponga orden a dichas transgresiones. Si bien toda persona tiene derecho a disentir sobre cualquier tema, esto tampoco representa una patente de corso para entorpecer los debates nacionales en favor de reclamos particulares. El asilo es una antigua figura legal consagrada en las normas internacionales, con larga tradición en América Latina, para la protección de la vida frente a regímenes autoritarios y contra la persecución política. Ese derecho sagrado no debe ser manchado con abusos que dejan en duda si el Gobierno busca hacer cumplir la soberanía del país o simula su intención de ejercer esa soberanía. Señor presidente, el electorado le dio el voto para resolver los problemas del país y no los de figuras individuales, ajenas a los intereses nacionales.

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