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- 27/08/2018 02:01
Sumergidos en la hipocresía
Hasta nuestras narices llegó el nivel de la inundación con los escándalos de corrupción. El hecho de que la procuradora Kenia Porcel —señalada como encubridora— dijera que el magistrado presidente de la Corte Suprema, Hernán de León, le confesó parte de la podredumbre del sistema judicial; el descaro institucionalizado de nuestros diputados que aún no justifican atracos mediante las planillas personales, sumados a otras largas listas, me hicieron recordar una canción que fue realizada hace 20 años (posdictadura y en supuesta democracia). Sus letras reflejan deterioro social, una realidad que, con el paso de los años parece empeorar. Con razón, en 1999 Rubén Blades hizo crítica severa con su canción ‘Hipocresía'. Al ver nuestras instituciones sumergidas en crisis, me urge citar en su totalidad las letras de esa canción para luego concluir con apuntes:
‘La sociedad se desintegra. Cada familia en pie de guerra. La corrupción y el desgobierno hacen de la ciudad un infierno. Gritos y acusaciones, mentiras y traiciones, hacen que la razón desaparezca. Nace la indiferencia, se anula la conciencia, y no hay ideal que no se desvanezca. Y todo el mundo jura que no entiende por qué sus sueños hoy se vuelven mierda. Y me hablan del pasado en el presente, culpando a los demás por el problema de nuestra común hipocresía'.
‘El corazón se hace trinchera. Su lema es sálvese quien pueda. Y así, la cara del amigo se funde en la del enemigo.
Los medios de información aumentan la confusión, y la verdad es mentira y viceversa. Nuestra desilusión crea desesperación, y el ciclo se repite con más fuerza. Y perdida entre la cacofonía se ahoga la voluntad de un pueblo entero. Y entre el insulto y el Ave María, no distingo entre preso y carcelero, adentro de la hipocresía!'.
‘Ya no hay izquierdas ni derechas: solo hay excusas y pretextos. Una retórica maltrecha, para un planeta de ambidextro. No hay unión familiar ni justicia social ni solidaridad con el vecino. De allí es que surge el mal, y el abuso oficial termina por cerrarnos el camino. Y todo el mundo insiste que no entiende por que los sueños de hoy se vuelven mierda. Y hablamos del pasado en el presente, dejando que el futuro se nos pierda, viviendo entre la hipocresía'.
Blades escribió esta canción cinco años después de haber sido candidato presidencial de su partido centroizquierda, Movimiento Papa Egoró (‘Madre Tierra', en el idioma emberá). Lo escalofriante del asunto es que durante las subsiguientes elecciones, justo cuando pensábamos que habíamos tocado fondo con nuestra crisis social e institucional, nos encontramos con peores panoramas; llegaron Gobiernos disfrazados como señoritas quinceañeras. Nuestros incautos votantes los eligieron y luego quedaron desenmascarados. Los políticos criminales, además violan la Constitución con sus intromisiones entre los poderes del Estado, mediante la compra de conciencias, ‘maletinazos' y el robo descarado.
Ya es norma o aceptable escuchar ruidosos escándalos sobre ventas de fallos en la Corte, encubrimientos, selectividad en los casos de corrupción y el sicariato judicial (¿será que la caída de un rayo incineró la lista prometida de Odebrecht?). Mientras tanto, la ciudadanía a sobrevivir se ha dicho, sobre el atraco o buscar aire fresco para respirar entre las coimas (‘cogí-más'). Sí, persiste la arrebatiña en este país convertido en piñata, y los marginados gritan ‘sálvese quien pueda', ante las migajas y las sobras.
Durante las próximas elecciones, será difícil cumplir el reto de sanear por completo el putrefacto sistema. La campaña actual del ‘No a la Reelección' es válida, porque los que están o los que tuvieron la oportunidad de cambiar el sistema no se atrevieron. A estas alturas los votantes preguntan por quiénes deben votar para que mejore la situación. Nos toca responder que está en las manos de cada uno de los cuatro millones de panameños. Es nuestra responsabilidad escoger a las mejores calificados en mayo 2019. ¡Ojo!: no son los que invierten más dinero n gorras, donaciones clientelistas o propagandas bonitas.
Pongamos mucha atención a las propuestas y vigilemos que se cumplan. Ojalá los presidenciables incluyan una constituyente o planes para sanear este sistema de constantes acusaciones de tráfico de influencias y ventas de fallos enquistados en el Ministerio Público, la Corte Suprema de Justicia, la cleptocrática Asamblea Nacional y la Presidencia. Si no, seguiremos sumergidos, con el pataleo de ahogados, en la ‘Hipocresía'.
PERIODISTA