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- 23/06/2015 02:01
Soluciones en democracia
Siendo objetivo, me cuesta creer que realmente podamos los panameños, o en su defecto, cualquier otro país, resolver sus problemas sociales en apego a la estricta democracia. Tomemos tres ejemplos de nuestro acontecer actual. El caso de la hidroeléctrica de Barro Blanco, es evidente que no se puede llegar a un acuerdo con todas las partes. Quizá algunos miembros de la comarca acepten algún tipo de compensación y permitan la hidroeléctrica, pero no todos. Quiere decir que se requiere de un Gobierno fuerte que tome la decisión que sea lo mejor para el país y menos negativa a la comarca y la imponga. Más importante que la explicación a todos los afectados es la fuerza que tenga el Gobierno, una vez decidido que es lo más conveniente, para imponerla.
Luego está el tema del transporte colectivo. El rotundo fracaso del Metrobús no es más que el reflejo de dos Gobiernos que no tuvieron la fuerza para dominar a los transportistas. En papel, el Metrobús debe funcionar: buses cómodos, con aire acondicionado, en un sistema donde se programaban las salidas y cada cierto tiempo había certeza de un bus. Pero, a la panameña y sin un ente regulador fuerte, el fracaso era evidente. Se empezó sin las paradas listas, sin los carriles especiales para el sistema colectivo y con una presencia todavía de ‘diablos rojos', o verdes, en algunas líneas. Al final, las demandas de los conductores, ahora empleados de Mi Bus enredaron, al Ejecutivo, las negociaciones con la empresa para sacarla del mercado, en forma confusa y sin un norte claro, solo han contribuido a la confusión. Con mano fuerte, aunque sea democracia, lo que se requiere es una posición firme del Gobierno y que la tomen o no, pero no caer en negociaciones largas sin final seguro.
También está el caso del sistema de riego de Tonosí. Y quiero poner ciertas analogías. Cuando el Gobierno del presidente Guillermo Endara ampliaba la avenida Balboa en el tramo de la avenida B a la avenida Central, el edifico al final los dueños objetaban la indemnización. ¿Qué hizo un Gobierno fuerte como el de Endara? Tumbó el edificio y completó la ampliación, para dejar pendiente la indemnización. Cuando se dio la construcción del Corredor Norte, varios Gobiernos no tuvieron la fuerza para indemnizar las casas por donde estaba diseñado. Al final, PYCSA abandonó el proyecto y fue indemnizada. En el proyecto de riego de Tonosí, fue algo distinto. Se dio el abono, la empresa hizo la carretera, los campamentos, diseños y planos, pero al tener el Gobierno que pagar la compra de los terrenos, la mayoría ya negociada y por 14 millones de balboas, el Ejecutivo aduce no tener los fondos (estaban inmersos en la campaña electoral) y la empresa quedó colgada de la brocha. El Ejecutivo, en este caso sí era un Gobierno fuerte, pero le faltó al final voluntad política y el nuevo Gobierno, por razones que no entenderé, desestimó el proyecto.
En fin de cuentas, los Gobiernos tienen que ser fuertes, en democracia, e imponer sus medidas. Martín no pudo aprobar su Transmóvil, mientras Martinelli pudo pintar los taxis de amarillo. Todo está en la decisión del Gobierno y la fuerza que ponga atrás para imponerlo. Por eso muchos añoran al Gobierno revolucionario, era real que las cosas marchaban por los senderos que ellos trazaban. En democracia, si el Gobierno consulta y es transparente, al momento que tiene que ejercer su fuerza en alguna medida es aceptada.
Quizá en este primer año de Gobierno de Juan Carlos Varela la percepción no ha sido de un Gobierno fuerte, su demora en tomar decisión más bien lo proyecta como indeciso. No ha nombrado el magistrado reemplazo de Moncada Luna, no ha nombrado embajadores en Alemania ni Francia ni otros países, no parece tener apuro en ajustar su equipo de Gobierno. Quienes lo conocen saben que sí es hombre de decisiones, pero, al parecer, todavía no le ha cogido la velocidad de decisión al Gobierno que el pueblo espera. Barro Blanco lleva un año en discusiones, el transporte colectivo meses negociando la salida de los colombianos.
Me contaba el general Torrijos que cuando iban a reprimir una manifestación el comandante Vallarino le decía, ‘apriete, pero con cautela'. Si reprimían mucho, le reclamaba que apretó mucho, y si se salía de las manos, había sido muy cauteloso. En fin de cuentas, ese balance entre apretar y con cautela es el arte de gobernar, los presidentes lo aprenden en la práctica.
ANALISTA POLÍTICO.