La reunión de este miércoles 13 de noviembre en la Casa Blanca entre el presidente saliente de Estados Unidos, Joe Biden, y el mandatario electo, Donald...
El revolcón dado a la clase política en las elecciones fue llamativo. No solo por la cantidad de diputados electos de los independientes de Vamos, MOCA y una del Popular, más que cualquier partido político tradicional, como también con alcaldes y representantes que reflejaron el sentir de cambio que había en la población. Lo que se ha encontrado en gran parte de los corregimientos y distritos que cambiaron de mando ha sido apestoso y, gracias a sus nuevos regentes, se prevé un mejoramiento sustancial de lo que encontraron. ¿Habrá pasado lo mismo en la Asamblea Nacional, una de las instituciones más desprestigiadas del país? ¿Los nuevos diputados habrán interpretado fielmente el mandato popular de la necesidad de que todo lo existente debía ser cambiado?
El comportamiento de los diputados en los últimos años ha sido, por decir lo menos, escandaloso y delictivo. Más que un sitio para preparar leyes y fiscalizar el trabajo de los demás funcionarios, ha sido una especie de mercado persa donde cada quien, con marcadísimas excepciones, trata de llevarse lo que puede, más de los B/.7.000 al mes de salario. Escuchando al periodista Eduardo Lim Yueng en un programa que participé con él en Omega Stereo, mencionaba las diferentes clases de cash back inventadas por algunos diputados. Te nombro en mi planilla, pero me das el 50% de tu cheque. Te pongo en la Asamblea para que puedas completar tus cuotas de seguro social, pero me das todo lo que te paguen, aplicándose el mismo procedimiento a la pobre mujer que, sin seguro social, acepta recibir un cheque de la Asamblea solo para obtener su ficha para poder atenderse en el Seguro y obtener medicamentos gratis. El producto del mismo va al “bondadoso diputado” que la nombró. A esa lista del amigo Lim Yuen agregaría el de aquellos diputados que consiguen, a cambio de 100 dólares, que los mesoneros de un restaurante o un hotel firmen en blanco con su número de cédula para después expedirles cheques, falsificando su firma, para cambiarlos ilícitamente, quizás con la complicidad de algún cajero bancario. Así sucedió con un prominente parlamentario del Molirena, antes del panameñismo, que lo agarraron en una sucursal bancaria oficial en Betania cambiando una decena de cheques de la Asamblea.
No llegamos a tres meses de instalada la nueva Asamblea y las promesas de que se romperían todas las botellas y que se le daría brillo se esfumaron rápidamente. Como diríamos, fue pura paja. El sentir popular es que nada ha cambiado y que, quizás gracias a las mañas de los que se quedaron o regresaron, caso de la presidenta de la Asamblea, Dana Castañeda, todo seguirá igual. Lo hemos visto en la conformación de las principales comisiones, donde sus presidentes responden a los intereses de una persona convertida en cogobernante de facto. Ya en la Comisión de Credenciales vimos cómo se impidió que los comisionados siquiera pudieran preguntar el nombre de sus padres al nuevo contralor. A pesar del interés de los diputados de interrogar a los candidatos a contralor, se aplicó aquello, que de democrático nada tiene, “prohibido preguntar”.
Las listas de los nombramientos en la Asamblea, supuestamente que se harían con base en la necesidad real de personal, ha ido por el mismo camino: amigotes o políticos fracasados que vienen de la administración Cortizo o de anteriores Asambleas que solo reflejan que el apoyo brindado por los partidos “de oposición” a la nueva presidenta tenían un componente de “trueque”. La elección inconstitucional en la directiva del Canal, del diputado PRD, RM, CD Nelson Jackson, refleja que seguirán haciendo lo que les da la gana.
En un país republicano como el nuestro los tres poderes deben actuar en forma independiente, pero en estrecha colaboración. El presidente Mulino, quien reiteradas veces ha dicho que no se dejará someter por la Asamblea Nacional como era antes, debe ser muy enérgico cuando se asigne el nuevo presupuesto a los diputados, porque lo que esa gente gaste deberá ser aprobado por el MEF, donde la batuta la tiene el primer mandatario.
Pero, como van las cosas, y por lo que la nueva directiva de la Asamblea está llevando a cabo, veo difícil, si no imposible, que el presidente Mulino pueda poner en su lugar las exageradas ambiciones de los insaciables diputados. Mal presagio. Ojalá que me equivoque, porque el país saldría ganando. La gente está harta de tanta paja.