• 17/05/2024 13:42

Pisco, gastronomía y literatura: el origen

Buller (2019) y Cussen (2022) señalan que el “Perú fue el principal polo vitivinícola de América del Sur en los siglos XVI, XVII y XVIII (con ramificaciones hasta Panamá y Guatemala) [...]

En la segunda década del siglo XXI, en América Latina, se viene consolidando un esquema de promoción cultural donde las naciones gastronómicas del Continente, como el Perú, exhiben un claro interés por apoyarse en la cultura de la vid y de la culinaria para fortalecer la imagen país, promover sus exportaciones y atraer el turismo receptivo (Suntikul, 2019, citado por Lacoste, 2022). Investigadores como Chapple-Sokol (2013) aportan el término “gastrodiplomacia” para definir esta política concreta dentro del estudio de las relaciones internacionales que enfatizan los lazos culturales como manifestaciones de “soft power” (poder blando).

Buller (2019) y Cussen (2022) señalan que el “Perú fue el principal polo vitivinícola de América del Sur en los siglos XVI, XVII y XVIII (con ramificaciones hasta Panamá y Guatemala), mientras que en la actualidad se destaca como productor del pisco, un destilado de uva”. En el siglo XVIII perdió su potencial vitivinícola debido a erráticas políticas borbónicas -su otrora vigorosa cultura del vino cedió lugar a otros cultivos como caña de azúcar y algodón- dando pase al fortalecimiento de los cultivos de la vid en Chile y Argentina, naciones que compiten por el liderazgo vitivinícola regional desde el siglo XIX hasta la actualidad.

Hoy en día el Perú es una potencia gastronómica e incluye como parte de su propuesta al pisco, una bebida de antigua raigambre virreinal. La culinaria peruana también incursionó en la historia gastronómica de sus platillos para, de un lado, brindar una experiencia holística a quienes degustasen de sus manjares y, de otro. reforzar en los ciudadanos peruanos sus sentimientos de identidad con el país. “En el Perú (del siglo XIX), el producto estrella era el pisco, destilado de uvas hispanocriollas, originario del valle de Ica, por cuyo puerto, Pisco, era despachado a los mercados nacionales e internacionales” (Cussen, 2022). Sin embargo, esa consolidación de sabores también atravesó por la literatura ¿Cuál fue el papel de ésta en la construcción de la imagen gastronómica y pisquera peruana en el siglo XIX?

El estudio de Lacoste (2022) centra su atención en “dos destacadas novelistas peruanas de la época: Mercedes Cabello de Carbonera (1845-1909) y Clorinda Matto de Turner (1852-1909). Cabello fue reconocida como feminista e impulsora de la novela realista peruana; nació además en un valle vitivinícola como Moquegua; fue autora de seis novelas, entre las cuales se destacan ‘Blanca sol’ (1888), ‘Las consecuencias’ (1890) y ‘El conspirador’ (1892)” en donde sus personajes brindan o beben pisco. En las obras de Matto de Turner, ‘Aves sin nido’ (1890), ‘Índole’ (1891) y ‘Herencia’ (1893), ocurre lo mismo”. Cussen y Lacoste (2022) afirman que “el rescate y valoración del pisco en la literatura peruana fue resultado, fundamentalmente, del trabajo de mujeres escritoras” que se opusieron al eurocentrismo gastronómico. “Este proceso de construcción del gusto -del sabor peruano- estuvo fuertemente marcado por la tendencia al afrancesamiento de la cocina que amenazaba con postergar y marginalizar productos gastronómicos y vitivinícolas locales” (González, 2021).

Novelistas como Cabello y Matto no cejaron en su empeño por divulgar la cultura peruana tanto sociológica como gastronómicamente. La difusión en Buenos Aires de la obra de Matto de Turner, “quién visitó varias veces la capital rioplatense y fue la primera mujer invitada a disertar en El Ateneo”, generó el espacio para el mensaje culinario-vitivinícola. “Al parecer ella fue la conexión que hizo posible que del Perú, el pisco llegara a difundirse masivamente a través de las páginas de la mayor revista (“Caras y Caretas”) ilustrada del mundo hispanoamericano en la época” (Rogers, 2008, citado por Lacoste, 2022). Un factor complementario pero no menos importante, fueron las tarjetas postales publicadas por Polack en Lima. Una selección de las mejores imágenes de los cultivos costeños de la tierra de los incas llegó hasta el Río de la Plata (Raffo, 2024).

En opinión de Rogers (2008), “las narradoras peruanas sentaron las bases del futuro despegue de su país en el campo de la gastrodiplomacia y la enodiplomacia centrada, esta última, en el pisco”. Sin embargo, esta afirmación presenta hoy en día un matiz importante, la reactivación y expansión de la producción de vino peruano de tan buena calidad como aquel de los años previos al proceso independentista que culminó con la batalla de Ayacucho (1824).

La opinión de Lacoste no pudo ser más enfática al concluir que “con esta actitud de las escritoras peruanas de poner en valor al pisco, la literatura peruana asumió un papel de liderazgo en la región, que tuvo su correlato en las dos últimas décadas del siglo XX, cuando el Estado peruano tomó la decisión política de visibilizar y patrimonializar su gastronomía. En cierto modo, la literatura peruana, en la etapa fundacional de la novela, contribuyó a sentar las bases culturales del futuro desarrollo y valoración del pisco, que sirvió como uno de los puntales de la gastronomía peruana”.

El autor es embajador peruano
Lo Nuevo
comments powered by Disqus