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- 04/10/2018 02:00
La peor crisis panameña
La peor crisis panameña actualmente, es la del ingenio. Hasta hace unos años atrás, yo pensaba que la crisis de creatividad en Panamá solo se limitaba a esos programas de televisión que explotaban la homosexualidad como tema jocoso, ante su evidente incapacidad de generar buen humor con cualquier otro tema.
Sin embargo, hoy debo reconocer que nuestra falta de ingenio es epidémica. Observando a detalle nuestra situación político-social ni siquiera profundizando un poco, usted notará casi a simple vista que solo los maleantes parecen innovar. Observe todos estos artilugios o estratagemas gansteriles con los que algunos políticos corruptos han venido saqueando las arcas nacionales estos últimos años. Y sin caer en la apología del delito, hay que darles cierto mérito, en cuanto a su creatividad malsana. Es más, observe algo, las leyes (más que frenarlos), parecen blindarlos y hasta promoverlos a veces. Peor aún con esta epifanía ‘garantista' que nos quieren vender como un deportivo último modelo, pero que al salir del papel, se convierte en el mismo carretón de antes o peor.
Si no me cree, deténgase a contar la cantidad de chats, videos y mensajes de voz que recibimos semanalmente refiriéndose a nuevas técnicas de robo, asalto, hurto, violación, asesinato o secuestro en Panamá. O peor aún, observe el perfeccionamiento delincuencial, que hasta se disfrazan para burlar las medidas de seguridad en centros comerciales y a plena luz del día. Nuestra policía podrá comprar equipo renovado, pero ¿podríamos decir que su sagacidad se renueva también? Si consideramos que una buena parte de la creatividad delincuencia viene del pésimo filtro que hacen nuestras autoridades migratorias, bien podríamos alegar que se trata de ‘delincuencia importada' mezclándose con la local. ¿Sin embargo, por qué las autoridades siguen quedándose atrás?
Diría yo que por la misma razón por la que nos hemos quedado sin ideas legítimas para combatir la corrupción, el hambre, la inseguridad, el tranque; sentándonos todos a esperar, cada vez, las próximas elecciones. Si a nuestro próximo presidente pudiéramos traerlo del extranjero, así como a los técnicos de ciertas selecciones deportivas, Panamá pagaría billones por Obama o Carter. Pero ni así, porque siempre saldría a flote el alter-ego de nuestros votantes-masa, botando su voto a manos de cualquier Pelúa (de legislador, alcalde, representante, etc.), con tal de que le regalen ‘algo' y le hablen bonito. Y resurgiría el tema de la ingobernabilidad, violación a la institucionalidad y demás tecnicismos tan democráticamente inservibles (solo en nuestra práctica) como perfectos en la teoría. Reciclándonos, como siempre, en el aspecto más sutil del tranque panameño… entiéndase, nuestro inconsciente colectivo.
Si usted observa, en Panamá nos hemos vuelto muy mecánico-académicos. Léase, consumismo académico. Se compra el pase con una buena nota, pero qué hay detrás de lo que se aprehendió y no de lo que se aprendió... Las notas nos dicen que un estudiante entendió, memorizó, o simplemente copió la lección impartida, ¿pero qué se le quedó como valor práctico agregado a su vida? Si el joven aprende sin aprehender, el conocimiento se pierde. Entonces contempla a la educación como una obligación, o lo peor, como una transacción nota-conocimiento. Bajo esas condiciones, pues, no le pida que desarrolle su ingenio, porque querrá comprarlo de otros.
INGENIERO EN SISTEMAS.