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- 30/07/2022 00:00
Open Bar: Un detonante
No cabe duda que en Panamá, las condiciones objetivas y subjetivas encontraron un punto de coincidencia para expresarse con mucha nitidez.
El alzamiento de la población, que hoy se experimenta es producto: de un acumulado de desaciertos, de malas prácticas, de abusos de políticas sectarias a favor de los que más tienen, de aprovechamiento de los recursos del estado, del clientelismo, del desprecio hacia los pobre, de los sueldos exorbitantes a amigos, familiares y botellas, de una administración pública deficiente, de una Asamblea amorfa, de una justicia selectiva, de falta de medicamentos, de escuelas destruidas, de desempleo, de inseguridad, de combustible caro, de alimentos básicos con precios onerosos, de licitaciones públicas sospechosas, de una falta de rendición de cuentas, de justificación de malas conductas, de demagogia y de politiquería.
Por eso, la explosión social que parece incontenible, pero justa y necesaria se manifiesta con una importante característica, cual es la suma de un número importante de organizaciones y de ciudadanos, que casi de manera unitaria han emprendido una lucha que ha ser histórica en este país. Como pocas o ninguna vez las acciones no se han detenido los fines de semana y cada vez se suman más a los reclamos, lo que ya expresa la toma de conciencia de una población que parecía dormida y que como un resorte se impulsó para tomarse las calles. Llama la atención que las organizaciones, grupos y ciudadanos reclaman lo mismo, sin perder de vista el objetivo de la jornada.
Los detonantes de la explosión fueron de diversas índoles, unos más visibles que otros, pero factores productores de la crisis al fin.
Digamos que enrostrar opulencia a una población mayoritariamente humilde que transita por una vida de carencias es humillante.
La reciente celebración en la Asamblea de diputados, denominada: Open Bar, hecha con júbilo y con degustación de finas bebidas, a mi juicio, quiérase o no fue uno de los elementos que apuró las cosas. Y es que en medio de la angustia por el precio del combustible y de los alimentos inalcanzables, la aparición de un Open Bar hubo de estremecer las entrañas de los nacionales para decir alto y claro: basta ya.
La población tomó como respuesta la senda correcta y la dirección de la jornada de lucha. El gobierno ha quedado sin base de apoyo. Sus voceros un tanto igual, sin un discurso creíble y el país a la deriva.
Urge un replanteamiento de fines y propósitos. Un retome de las riendas porque si el enmarañamiento sigue ganando espacio podemos perder el país. Hay que dejar la insensatez, los prejuicios y las rebeldías sin causas. Hay que aprender a ser prudente para poder empinarse por encima de las adversidades. Deben hacer consensos y evitar la extrema sensibilidad, porque eso no ayuda y debe tenerse claro que el poder es tan efímero como la vida.
La lucha, por supuesto, está planteada y queda a quienes dirigen la cosa pública hacer lo suficiente para dar las adecuadas respuestas a la población.