• 15/04/2025 00:00

Nuestro canal: gas, capacidad e ingresos

Existe una creciente demanda global de energía y exige infraestructuras que garanticen un flujo confiable de petróleo, gas natural y productos refinados.

Visionario, el canal de Panamá acaba de dar un giro estratégico hacia el desarrollo de la infraestructura de ductos necesarios y así sienta las bases para aumentar su competitividad a largo plazo.

Es una decisión que debe beneficiar al pueblo panameño, por lo cual es oportuno repasar el desempeño del canal hasta ahora.

Entre 1904 y 1999, Estados Unidos aportaba a Panamá un promedio de $21 millones anuales por el uso del Canal. Luego, desde el año 2000 hasta 2024, con administración panameña, el Canal ha transferido al Tesoro Nacional un promedio de $1.107 millones anuales.

El Canal administrado por panameños hoy aporta anualmente 52 veces más al país que durante la era estadounidense.

Como organización responsable de liderar la conectividad global e impulsar el progreso nacional, representa la columna vertebral de la economía panameña.

Eso sí, es una columna madura que ya muestra signos de desgaste. Por eso debemos innovar para darle un futuro firme y saludable.

Tras nueve años de obras, la expansión del Canal concluida en 2016 fue un éxito rotundo, pues las nuevas esclusas generan el 51 % de los ingresos de la vía.

Logrado eso, la pregunta ahora es: ¿cómo enfrentará la organización desafíos como “Trump 2,0”, el nuevo orden comercial mundial, la evolución de la industria marítima y el impacto del cambio climático?

Es un hecho conocido que costosos retrasos debido a congestiones causadas por las restricciones de tránsito, han afectado a la industria naviera.

Como reflejo de su disgusto, en octubre de 2023, Jeremy Nixon, de la naviera Ocean Network Express (ONE), se quejó agriamente por escrito del asunto ante el expresidente Cortizo.

Dichas congestiones se deben a sequías que reducen la disponibilidad de agua y limitan el número diario de buques que pueden cruzar.

En este contexto, miremos de cerca uno de los segmentos de carga que atiende el Canal.

Tal como establecí en el primer párrafo, me enfocaré en el transporte transoceánico de gases, mediante buques cisterna diseñados para transportar líquidos inflamables a granel: gas natural licuado (GNL) y el gas licuado del petróleo (GLP).

Cada vez más, la inestabilidad geopolítica en puntos estratégicos como el Mar Rojo y el Estrecho de Ormuz, empuja a las empresas a buscar rutas alternativas menos expuestas a interrupciones.

La razón principal del gasoducto es aumentar la capacidad de generar negocios para el Canal y por esta razón, su junta directiva autorizó al administrador a proceder en consecuencia.

Así se inicia el proceso de licitación para seleccionar a empresas con idoneidad técnica y capacidad comercial para su operación.

Correrá paralelo al Canal, transportando petróleo, gas y productos refinados a través del istmo, reduciendo para estos la dependencia del tránsito marítimo por las esclusas.

Además de facilitar el transporte, el gasoducto panameño será un catalizador de inversiones en almacenamiento de energía, terminales de transferencia e incluso plantas de procesamiento petroquímico.

Los beneficios económicos serán sustanciales: generación de empleos, estímulo a las industrias locales y atracción de capital extranjero.

Durante años, los administradores del Canal han repetido una frase clave: “El Canal no pasa barcos, sino carga”. ¡Y es cierto! Lo que ofrece Panamá al mundo es un atajo eficiente y de calidad que genera valor para los dueños de esa carga, gracias a los ahorros de tiempo y dinero que implica transitar aquí.

El gasoducto es una iniciativa audaz que contribuirá a redefinir la logística energética mundial y mejorará el bienestar de los panameños.

*El autor es analista político
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