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- 23/09/2024 00:00
Neurosis política
La neurosis se define como el “conjunto de enfermedades cuyos síntomas indican un trastorno del sistema nervioso, sin que el examen anatómico descubra lesiones en dicho sistema”. El gran constitucionalista español Pablo Lucas Verdú, en su obra Sentimiento Constitucional (Editorial Reus, Madrid,1985), además de recordarnos con Saladin que “lo más importante respecto a los procesos de reforma total de la Constitución, radica en los esfuerzos de reconducir las representaciones inconscientes acerca del Estado al marco de la posibilidad consciente”, muy atinadamente nos indica algo que toca directamente a nuestra realidad socio-política en la actualidad: “Una conciencia constitucional insuficiente produce, poco a poco, malestar social gradualmente al ciudadano del Estado e incrementa la neurosis política. La hendidura entre el derecho constitucional y la realidad constitucional no solo implica un abismo entre la normatividad y la normalidad, además supone una defectuosa interiorización del desarrollo constitucional por los ciudadanos, de suerte que puede amenazar al Estado en cuanto proceso vital básico.
El progreso constitucional será auténtico cuando en su ámbito total y sobre todo en sus líneas generales es consciente de que lo realizan multitud de grupos y de ciudadanos. Si ciertos sectores, abierta o solapadamente, se oponen a una revisión total de la Constitución, ello significaría intentar una consciente regresión con todos los riesgos que implica”.
He creído oportuno y pertinente traer a colación estas importantes referencias, pues considero que embonan dentro del estado actual del estado de cosas en nuestra formación social. Ello es así, pues no hay en muchos sectores de la población una clara noción del Estado y del alcance y significado de una Constitución. La ausencia permanente de un Estado de Derecho y de una democracia han generado una grave neurosis política, por la ausencia de un predominio de las normas de convivencia humana y pacífica.
Ante la tarea ciudadana de darnos una nueva Constitución en sustitución total de la impuesta hace 52 años, es pues necesario para el proceso constituyente que toca desarrollar, partir de la necesaria y urgente alfabetización constitucional que nos permita -a todos- conocer más y mejor nuestras libertades, valores éticos, derechos y deberes propios de una sociedad del siglo XXI.
Se trata no solamente de alcanzar un nuevo contrato social de todos y para todos, sino también de que podamos todos aprender a tener y estar en Constitución, a sentirla como algo propio que sea digno del respeto de todos, gobernantes y gobernados.
No olvidemos cuán importante es que logremos que el sentimiento constitucional aflore con mayor o menor intensidad. Que podamos alcanzar todas las enseñanzas y explicaciones necesarias sobre lo que es y para qué un texto constitucional que despierte y alcance la adhesión ciudadana que se requiere para superar la neurosis política que hoy predomina por la ausencia de una red y verdadera Constitución y de la necesaria reinstitucionalización ante la fagocitaria corrupción que hoy nos deshumaniza. Retomemos y reaprendamos los fundamentos de la Teoría del Estado y de la renovada Teoría de la Constitución.