• 16/03/2024 00:00

La música tradicional panameña y la globalización

Solo conociendo la formación geológica del istmo de Panamá, el cual se origina hace millones de años durante el Plioceno, a partir de la unión de múltiples placas tectónicas que migraron desde las profundidades de los océanos, trayendo como consecuencia la unión de las masas terrestres más primitivas del norte y sur, para así dar origen al continente americano, podemos entender la importancia geográfica regional del mismo, que desde sus inicios ha sido la vía natural más apropiada para el intercambio de diversas formas de vida (O´Dea, 2016), así como de elementos culturales y de toda una gama de materias y formas de economía a lo largo de su historia.

Gracias al surgimiento del istmo se da entonces el Gran Intercambio Biótico de las Américas, permitiendo que diversas especies de animales y plantas del norte de América llegaran al sur y viceversa, dando por resultado la extensa biodiversidad de nuestra geografía (Bacon, 2015). Igualmente a través del istmo de Panamá se lleva a cabo la migración de grupos humanos desde Asia, quienes aprovechan el congelamiento del estrecho de Bering durante última glaciación, trayendo consigo la llegada del hombre aborigen a América (García, 2023). Antes de darse la colonización española, era nuestro istmo el lugar propicio donde se dieron los primeros intercambios comerciales entre aborígenes de diversas latitudes, siendo el trueque para ese entonces la forma de economía pactada entre ellos (Araúz, 1997). Llegada la conquista española, al darse cuenta de la existencia de otro océano colindante con nuestras costas del sur, convierten a Panamá en el principal centro de exploración, a partir del cual partieron muchas otras expediciones destinadas a conquistar el resto del Nuevo Mundo. Pero con los conquistadores, provenientes de regiones con gran herencia árabe, sefardí e indo-iraní, también llegó la mano de obra esclava africana, trayendo como consecuencia el sincretismo cultural aborigen-afro-hispano-árabe-sefardí-indo-iraní, que a su vez resulta en cada una de las manifestaciones culturales que le dan identidad a nuestra patria, de las que aún persisten muchos elementos en nuestras formas de arte tradicional, folklore y cultura en general. Es así como en la música tradicional panameña también observamos elementos multiétnicos. Sus patrones rítmicos, al igual que gran parte de sus instrumentos de percusión, como por ejemplo los tambores de cuña (hondo, seco, repicador, pujador, claro, llamador) originarios de la región comprendida entre los ríos Sanaga (Camerún) y Ogüé (Gabón), y la caja de dos membranas cuyo nacimiento se ubica en las proximidades del lago Chat (África Central), son de herencia subsahariana (Zárate, 1962). Por su parte, sonajeros como las maracas y la zambumbia, al igual que algunas flautas primitivas de bambú, son un aporte importante de la cultura aborigen a nuestra organología tradicional (Brenes, 1999). En lo que respecta a las formas melódicas y armónicas existe una mayor penetración hispánica, llevando el complejo musical del socavón y la mejorana una importante penetración árabe-indo-iraní (Garay, 1930), en la cual prevalece el ritmo binario con subdivisión ternaria rica en contratiempos y síncopas, características también encontradas en el complejo musical del tambor afropanameño. Es así como a lo largo del país podemos observar una amplia variedad de géneros y manifestaciones culturales musicales que podemos agrupar en cuatro grandes complejos musicales tales como: complejo del grito y saloma, complejo de los bailes de tambor afropanameño, complejo del socavón y la mejorana, complejo de las danzas pagano-religiosas del Corpus Christi y el complejo de la música tradicional religiosa, en los cuales vamos a observar mayor o menor penetración de algunos de los diversos grupos étnicos que dieron origen a nuestra panameñidad, según el desarrollo de la historiografía de cada región. Cabe señalar que solo dentro del complejo musical de los bailes de tambor afropanameño podemos encontrar veintisiete formas diferentes de cumbias, género del cual podemos afirmar además que es el más difundido en el país.

Desde mediados del siglo XIX, principalmente durante la construcción del Ferrocarril de Panamá y el Canal de Panamá, ocurre la llegada de nuevos elementos culturales europeos y afroantillanos, entre los cuales destacan franceses, españoles, barbadenses, martiniqueses, guadalupeños, trinitenses, jamaicanos y cubanos (Colindres, 2021), a través de los cuales recibimos aportes culturales foráneos (guitarra, violín, mandolina, flauta traversa, acordeón, congas y timbal) que enriquecieron más aún la naturaleza de nuestra música, originando así nuevas fusiones y adaptaciones musicales en las formas tradicionales ya existentes, trayendo la aparición de nuevos géneros, tales como: pasillo, danza, danzón-cumbia, tamborera, música típica, murga, calipso, tambo-jazz y post tambo-jazz, para mencionar algunos, en los cuales figuran músicos como Jean Dubarry, Santos Jorge, Alberto Galimany, Hermanos Boza, José Manuel Rodríguez, Vicente Gómez, Cecilio Rodríguez, Artemio Córdoba, Chico Purio, José de la Rosa Cedeño, Clímaco Batista, Tobías Plicet, Colaco Cortez, Toñito Sáez, Gelo Córdoba, Ricardo Fábrega, Avelino Muñoz, Silvia de Grace, Armando Boza, Víctor Boa, Clarence Martín, Lord Cobra y Danilo Pérez, entre otros.

El autor es cardiólogo, músico folklorista
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