• 09/12/2024 11:35

La importancia de organizar las cosas

Por muchas razones, de tiempo y disponibilidad, he visto muy poco las participaciones en la Asamblea de Diputados sobre la propuesta del gobierno para reformar la Caja de Seguro Social (CSS). Es responsable no opinar sobre cosas que no sabemos, asuntos tan complejos y técnicos, ni siquiera entre esas comillas de “mi derecho a opinar”. Solo diré que los desafíos se multiplican cuando no hay seriedad donde debiera haber, También creo que algunas de las dificultades que enfrenta la séria discusión sobre este y otros asuntos importantes, es la de no haber estructurado bien el orden de las cosas.

Como todo evento significativo ocupa un lugar en el “espiral de la historia”, en el pasados me referí al asunto de las correcciones: reiniciar, “reboot” en la jerga tecnológica; la refundación del Estado, que para algunos, es una evidente necesidad. Que los líderes del país: gobierno, empresa privada, políticos, etc., pongan a disposición de ese esfuerzo todo el poder que tienen. No vamos a tener un mejor país, si no enfrentamos los males que nos aquejan y aunamos esfuerzos para superarlos.

Con todo lo que sabemos y nos imaginamos que ha ocurrido en las últimas dos décadas (solo por enmarcar un período cercano), las interioridades de los delitos juzgados y otros supuestos, marcados por extensos enramados y redes de corrupción, son vergonzosos, resultando en el robo de multimillonarias sumas de dinero pertenecientes al pueblo panameño.

Para entender el escenario desde varias perspectivas folclóricas, por decir lo menos, mirémoslo así: alguien asume el control de una casa, pero el piso de la casa está infestado de polillas. El deterioro se ve a simple vista y los peligros que puede representar para los que allí pretenden vivir. En vez de detener todo lo que pensaba hacer en la casa y reparar el piso, continúa con sus planes como si ese problema - el de las polillas y las otras alimañas que andan por todas partes de la casa- no fuera suyo o no lo afectará. Se afana en llenar la casa de muebles, invitar amigos, tener fiestas y simular que todo está bien.

Otra perspectiva: compra un yate de mediano tamaño. El yate se ve prometedor para que él y los suyos, su familia y sus amigos se puedan lanzar al mar para ganar espacios y codearse entre los otros navíos que surcan las aguas. Gozar de las bondades del océano y por la noche, divertirse con las maravillas de un cielo inmenso y estrellado que promete un cúmulo de posibilidades hacia el infinito. Pero el yate tiene huecos y amenaza con hundirse y acabar con el bienestar de los que lo ocupan. En vez de hacer las reparaciones necesarias, los dueños invierten una fortuna en equipos electrónicos y satelitales de última generación para modernizar la navegación, simular progreso y aptitud para vivir en ese otro mundo de los que navegan con más seguridad.

Parece haber algo de lentitud en facilitar los recursos económicos y todo lo posible para garantizar que el ministerio público pudiera ampliar su equipo de trabajo y tener lo necesario para las investigaciones nacionales e internacionales del gobierno que terminó y otros actores de las últimas décadas. En otras palabras: reparar el piso del yate o limpiar la casa de polillas. ¿Será que el equivocado soy yo? ¿Qué está bien que los gobiernos nuevos miren hacia adelante obviando los capítulos pasados? ¿Que las correcciones no deben ser asunto de los gobiernos que suceden?

¿Qué ha producido todo lo expuesto?, la infestación de polillas, alimañas y la indecisión de resolver los huecos del yate, la inestabilidad y el caos. No se puede ordenar la casa o navegar a puerto seguro sino resuelve el estatus legal de los que alimentan y promueven el caos. En este momento tan importante en donde se trata de llevar una séria conversación sobre el futuro de la CSS, las inherencias de actores convictos y descalificados, que no tienen la legalidad de participar de la política ni opinar de lo públicos, no hace bien y el presidente debe resolverlo de una vez por todas.

Si para los gobiernos las correcciones anticorrupción fueran el primer objetivo de sus planes de gobierno, los tropiezos y zancadillas de otros interesados serían menos, pero no veo intenciones de asumir la responsabilidad, meterse en el tema de cabeza para facilitar las investigaciones y exponer públicamente a los que tienen como misión la de entorpecer las cosas del estado para beneficio personal.

*El autor es comunicador social

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