• 11/02/2022 00:00

Julio Yao: una vida al servicio de la patria

“Reitero mi apoyo a Julio y lo pongo de ejemplo a las presentes y futuras generaciones de panameños”

Apoyo la condecoración a Julio Yao, sugerida al presidente Cortizo por la CNTP y su secretario general, Alfredo Graell. Aunque no conozco personalmente a Julio, lo considero mi Maestro. Nació un 29 de enero en Pocrí de Aguadulce; sus hijos, Yongtsé y Yalú Yao.

Ya desde agosto de 1968, Jorge Turner lo consideraba como “uno de los ensayistas panameños mejor estructurados de los últimos lustros” (“El Canal de Panamá, calvario de un pueblo”).

Sus luchas se inician a los 8 años en 1947; prosiguieron en 1949, tras el ataque de un perro pastor alemán de un “zonian”, que lo obligó a someterse a una operación sin anestesia. Al no ser atendidos, Julio y su madre, por nuestro Gobierno ni por el de la Zona, que manifestó haber matado al mastín, Julio comprobó que no era cierto y juró dedicar su vida a echar a EUA de Panamá.

Fue secretario de D. H. Turner, Apóstol de la Soberanía (1959-1968). Participó en protestas junto a Jorge Turner, Joaquín Beleño y Ramón H. Jurado, quienes entraron a la Zona sin licencia de conducir. El 9 de enero de 1964, derribó una avioneta, obligándola a un aterrizaje forzoso en Albrook Field (La Estrella de Panamá).

Entre 1966 y 1968, publicó sesudos análisis contra los Tratados y fue acosado por la CIA. Polemizó sobre el Pacto del Darién con el Dr. Ricardo J. Alfaro, quien le dio la razón. Fue presidente de los Estudiantes de Diplomacia. En agosto de 1968, propuso ante los Gobiernos de Robles, de Arnulfo Arias y del Cuerpo Diplomático, denunciar la nulidad del Tratado de 1903 ante la ONU, lo cual se cumplió en marzo de 1973. Mes y medio más tarde cayó preso.

Tras el golpe de 1968, fue encerrado en celda con candado. Liberado el 9 diciembre de 1968, fue perseguido un mes después, refugiándose en la Zona. Rehusó ser alojado en las residencias del presidente de la Corte Suprema y del gobernador de la Zona, Robert Flemming, y rechazó ir al destierro en un barco de la bananera.

Según Jorge Turner, en la represión fue Julio quien más la sufrió, pues se había casado el día anterior a su arresto y tuvo que abandonarlo todo para salvar sus vidas.

Fue secuestrado en mayo de 1970 por la CIA durante una visita de su Instituto a Washington e intentaron asesinarlo en La Haya, mas, fue protegido por el rector, quien lo ocultó en un apartamento del Palacio de la Reina de Holanda, hasta el 31 de diciembre de 1970, cuando expulsaron a la CIA del país.

Obtuvo el Diploma de Relaciones Internacionales; el Master of Social Sciences, “Con Distinción”; el Diploma de la Academia de Derecho Internacional de La Haya (1970) y el Diploma de la Comisión de Derecho Internacional de la ONU (1974).

En 1971, el embajador Moisés Torrijos lo contactó en Madrid (estaba en el exilio) y le pidió su evaluación de los primeros tratados que el Gobierno de Omar había negociado, recomendando Julio “que los echaran a la basura”.

En agosto de 1972, Juan Antonio Tack, canciller y jefe de las negociaciones, lo nombró su asesor personal, y Omar Torrijos le encomendó diseñar en secreto la estrategia en el Consejo de Seguridad en marzo de 1973, incluyendo la resolución vetada.

Orientó en Contadora a Omar Torrijos y a Tack para que rectificaran el rumbo de la citada reunión, fracasada desde el primer día. En reconocimiento a sus aportes, en noviembre de 1973, el canciller Tack le solicitó a Julio elaborar él solo la Declaración Tack-Kissinger de 7 de febrero de 1974, marco de referencia del Tratado del Canal.

Tack rechazó presiones de EUA, que deseaba obtener “derechos de defensa” (intervención) después del 31 de diciembre de 1999 y conspiraron para eliminarlo. El presidente Lakas le ordenó a Tack destituir a Julio, pero aquel se negó. En 1977, renunció al cargo, no sin antes señalar que el Tratado de Neutralidad era ilegal. Torrijos no quiso aceptar su renuncia, pues era la figura con mayor credibilidad después del canciller.

Fue embajador especial ante la RPD de Corea; la OEA, China, Kenya, Ghana, Senegal, Yugoslavia, Hungría, Portugal, Holanda, México, Nicaragua y Suiza. Apoyó a Palestina, impulsó la liberación femenina y la prohibición de la tortura. Fue vicepresidente de Unidad Latinoamericana (1976-1994) y el primer agente de Panamá ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya (1989).

Intentó frenar la invasión de 1989. Fue presidente de Serpaj-Panamá (2003-2013) y defendió a los campesinos e indígenas de Mina Petaquilla, sobreviviendo a tres atentados.

Como vicepresidente de UL, fue fundador, junto a Fabio Castillo, de Codehuca (San José, 1978); otorgó el Premio UL 1975 al presidente de México, Luis Echeverría Álvarez, en el “Palacio Benito Juárez” y propuso a Panamá como Zona de Paz, desnuclearizada y neutral.

No hay en los anales históricos nada comparable a la trayectoria de Julio, el primero en denunciar la nulidad del Tratado de 1903 y en lograr su abrogación en 1974.

Es una paradoja que Julio sea considerado poeta de Colombia (antología de poetas colombianos) y miembro de la Asociación de Escritores y Artistas del Valle del Cauca, así como luchador social por escritores de Argentina (Stella Calloni, Adolfo Pérez Esquivel, Nobel de la Paz; Gregorio Selser); Cuba (Raúl Roa); Chile (Rolando Gabrielli); El Salvador (rector Fabio Castillo); Perú (Rosina Valcárcel y Winston Orrillo); Colombia (Jorge Artel, primer poeta negro y marino; la declamadora Dora Alexandra, quien grabó sus poesías; José Luis Díaz Granados); de México (Elena Poniatowska, Beatriz Stolowicz).

También, es una paradoja que Julio ostente la más alta condecoración de la RPD de Corea: la “Bandera Nacional del Estado” y del Parlacen (“Medalla XX Aniversario”) y que no ostente ninguna condecoración de la Patria a la que consagró su vida.

Reitero mi apoyo a Julio y lo pongo de ejemplo a las presentes y futuras generaciones de panameños.

(*) Médico pediatra panameño, residente en México.
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