• 16/02/2015 01:00

La máscara triste de Pierrot (II)

¿Dónde quedó ese que ‘guapeaba’ casi todos los días de que le ‘pegaran a él’ y no a sus funcionarios?

¿Dónde quedó ese que ‘guapeaba’ casi todos los días de que le ‘pegaran a él’ y no a sus funcionarios? ¿Dónde está el Ricardo Martinelli que hizo casi 100 viajes al extranjero para exponer al país y decir que en su gestión todo era ‘color de rosas’, que nadie se quejaba de nada, que fuimos un país donde la equidad, la justicia y la repartición de la riqueza era la norma común?

¿Dónde quedó el Martinelli que le vendió al mundo que fue durante su gestión que el país alcanzó grado de inversión? Ese Martinelli que se vendió como el más grande desarrollador de megaobras, cinta costera 2 y 3, el Metro y el Metrobús, también como el único presidente que le entregó más de 1300 millones que se repartieron entre diputados, alcaldes, representantes, concejales y candidatos de su partido Cambio Democrático.

Las denuncias contra la gestión del hoy diputado centroamericano, van en aumento. Cada día, más panameños se presentan a reconocer parte de las grabaciones ilegales que quedaron en alguna computadora que no pudieron borrar. Y eso es lo que le genera al expresidente las angustias que hoy padece; y que mantienen detenidos a dos de los exsecretarios del Consejo de Seguridad.

Si bien fueron lamentables los espectáculos que brindó el hoy diputado al periodista Alberto Padilla, y en la sede principal del Parlacen, no quiero imaginarme lo que será el llamado ‘periplo’ internacional que le han programado sus asesores, para que exponga ante el mundo lo que ellos llaman ‘persecución política’.

Me parece que la estrategia del expresidente no tiene otra función que justificar los muchos miles de dólares que le están facturando. En esencia, ese recorrido por varias naciones, no le aporta ni le quita ninguna de las denuncias que tiene Martinelli en la Corte Suprema ni en las otras instancias en las que puede ser llamado a rendir cuentas. Si alguien sensato lo hubiera aconsejado, le habría preparado un dossier con sus pruebas y descargos que pudieran tener peso específico ante la Justicia, que es ante quien debe rendir cuentas, quien nos gobernó durante cinco angustiantes años.

Lo cierto es que la máscara triste de Pierrot que hoy destaca en el rostro del expresidente Ricardo Martinelli dista mucho de la otra que expone la mejor sonrisa, cuando estaba en pleno apogeo de su gestión como inquilino del Palacio de las Garzas (las que también desaparecieron) y jugaba a que su candidato, José Domingo Arias, sería elegido el próximo presidente, lo que le serviría para ‘enterrar’ los muchos desafueros que hoy conocemos.

PERIODISTA

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