• 24/07/2015 02:01

Honor a quien honor merece...

No me considero un fan ‘apasionado' del fútbol ni mucho menos me parcializo de forma ciega por ningún equipo

Estoy casi seguro que cuando el Barón Pierre de Coubertin se lanzó en una cruzada por hacer los primeros Juegos Olímpicos jamás pudo imaginar que el deporte se convertiría con el paso de los años en un simple objeto comercial y en muchas disciplinas en un entramado de suciedad y corrupción.

No me considero un fan ‘apasionado' del fútbol ni mucho menos me parcializo de forma ciega por ningún equipo. Amo sobre todo el béisbol, disfruto como cualquiera un buen partido de fútbol, pero sobre todo soy un acérrimo defensor de las causas justas.

Los antecedentes del más universal de los deportes se remontan a los siglos III y II (a.C.) en la dinastía Han con el ‘tsu chu' o el ‘kemari' en Japón, el ‘harpastum' en Roma y el ‘epislcyros' en Grecia en los años 700 y 800, el ‘pok ta pok' de la cultura maya con más de 3000 años de antigüedad, los juegos similares que se practicaban en Australia, Oceanía, Estados Unidos, antecedentes del actual fútbol que siempre tuvo fama de violento, pero nunca de corrupto.

El miércoles presenciamos un bochornoso espectáculo digno realmente de olvido, la Semifinal de la CopaOro (ahora conocida como la CopaRobo) entre las Selecciones de Panamá y México.

Ya se comentaba fuertemente el mal arbitraje y los malos manejos en el partido México vs Costa Rica, donde nuestros vecinos ticos fueron masacrados por una sarta de decisiones ‘erróneas' del arbitraje, siempre contra ellos asegurando el triunfo y pase a Semifinales de México.

Anoche (el miércoles) tocó su turno a Panamá.

Es ya conocido por todos los escándalos de corrupción que sacuden a la FIFA de los que no escapa por supuesto la Confederación de América del Norte, Central y el Caribe de Fútbol (Concacaf), organizadores de esta cita continental que ensucian y mancillan los objetivos que deben regir en cualquier deporte: la honestidad, la integridad, la limpieza en el juego, la participación sana, la competencia justa.

Y todo parecía irle de cabeza a los organizadores de la Concacaf con la derrota de Estados Unidos que intentaron evitar a toda costa, pero sin éxito. Se complicaba la venta de los boletos para la gran final y el ‘rating' televisivo. Llegó la noche y el otro favorito (ya anunciado) México, jugaba mal, desorganizado, desacertado ante un Panamá muy concentrado en el juego, que llevaba sin dudas la iniciativa.

La tarea de corregir esto la tenía el árbitro estadounidense Mark Geiger, quien desde un inicio comenzó con decisiones estridentes (siempre contra Panamá), como la tarjeta roja y el penal (injusto) que dio la victoria a México.

Una nueva página ‘negra' para el fútbol, un nuevo ejemplo de manipulación a favor de la audiencia y las bolsas millonarias que manejan las autoridades de este deporte.

El miércoles no hubo vencedores ni vencidos, perdió el deporte cuando México decidió olvidar el lema de los primeros Juegos Olímpicos: ‘Lo esencial en la vida no es vencer, sino luchar bien'.

*PRESIDENTE DE LA CÁMARA OFICIAL ESPAÑOLA DE COMERCIO DE PANAMÁ.

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El miércoles no hubo vencedores ni vencidos, perdió el deporte cuando México decidió olvidar el lema de los primeros Juegos Olímpicos: ‘Lo esencial en la vida no es vencer, sino luchar bien'

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