• 10/12/2009 01:00

El espejo de Martinelli

Los cientos de miles de manifestantes en Roma y en otras 45 ciudades alrededor del mundo que el sábado pidieron la renuncia del primer m...

Los cientos de miles de manifestantes en Roma y en otras 45 ciudades alrededor del mundo que el sábado pidieron la renuncia del primer ministro Silvio Berlusconi, lo convirtieron en el político más repudiado de la reciente historia italiana. Las manifestaciones cerraron así el annus horribilis de un magnate metido en política que pasó de ser propietario de un grupo de empresas, dueño de un partido, jefe de una coalición, para convertirse en primer ministro. En su ascenso Berlusconi forjó el emporio mediático—empresarial desde el cual asaltó las instituciones italianas y las puso al servicio de sus intereses económicos y los de sus socios.

La mayoría de los italianos está harta de un ejercicio del poder desenfrenado, mafioso y corrupto, que ha llevado la institucionalidad italiana a extremos graves de descomposición. Además de escándalos sexuales con menores de edad y prostitutas, sobre Berlusconi recaen acusaciones por sobornos, fraudes, evasión fiscal, lavado de dinero, vínculos con la mafia siciliana y hasta homicidio.

Berlusconi surgió como un político que encarnaba justamente la corrupción que se quería combatir. Al quitarse la máscara se muestra como es de verdad: un truhán delirante, que refleja la peor anomalía de Italia donde no hay contrapesos al poder. Italia está frente a un oportunista que usa herramientas del fascismo para extender su control sobre la sociedad. Es como una enfermedad que todo lo contagia y no encuentra resistencia. El menú es ofensiva sobre los medios de comunicación que no controla, desprecio a la oposición y al sistema judicial, auspicio a la traición, con el agregado de xenofobia e ignorancia cultural.

Después de que el máximo órgano judicial italiano declaró inválida una ley que lo escudaba de procesos judiciales y acabó con la doctrina de “ primus supra pares ”, Berlusconi impulsa una reforma constitucional de la justicia que espera someter a un referendo. Se trata de un proyecto de ley inconstitucional en el que pagan los débiles y se salvan los ricos. Como tiene la mayoría absoluta en el Parlamento, se siente seguro.

En el espejo de Berlusconi es donde se mira el presidente Ricardo Martinelli, quien refleja formas autoritarias de gobierno y ha recortado espacios al cuerpo vivo del Estado, como la división de poderes y la independencia de la justicia. No oculta su devoción por Berlusconi, al punto de cometer exabruptos diplomáticos como el protagonizado recientemente en Milán, donde dijo que España no es la puerta ideal para entrar a Europa, sino Italia. En su segundo viaje a Italia, en dos meses, también alteró la historia nacional al hablar de cuatro inexistentes presidentes panameños de origen italiano. Todo para congraciarse con su anfitrión.

En su primer encuentro en Roma había revelado la gran novedad de que los únicos presidentes en el mundo con pasaportes italianos eran Berlusconi y él. Pareciera que ante el primer ministro italiano, Martinelli se siente como si estuviera frente a un maestro iluminado del cual debe abrevar a grandes sorbos su método y estilo de ejercer el poder. A Berlusconi y Martinelli no les importa desafiar la historia, porque creen que al final no pagarán el precio de sus excesos autoritarios.

*Periodista.d_olaciregui@hotmail.com

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