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- 26/12/2014 01:00
La maestra Elvia
Siendo hijo de maestros, he tenido presente todo lo relacionado con la educación en nuestro país, consciente de nuestra responsabilidad de historiógrafo y escritor, observo preocupado el deterioro de nuestra educación.
Recientemente, leímos, en este mismo medio informativo, declaraciones de la ministra de Educación, Ing. Marcela Paredes de Vásquez, quien manifestó que la ‘Educación básica debe ser reevaluada’. Estas declaraciones surgen en respuesta a los ‘primeros resultados del Tercer Estudio Regional Comparativo y Explicativo (Terce)’. Reacción que respalda nuestra opinión con relación a la educación en general impartida en la actualidad, la cual de acuerdo con expertos nacionales quienes han llamado desde hace tiempo la atención al respecto.
Pregunto: ¿Dónde radica el desmejoramiento de nuestra educación en todos los niveles? ¿Son los programas implantados sin el debido estudio técnico, pedagógico y profesional copiado de otros países? Personalmente tengo mi respuesta: El resultado del desmejoramiento educativo tiene como base fundamental a los educadores, profesores y todo el personal docente auxiliar, quienes a juicio nuestro carecen de muchos conocimientos actualizados para impartirla.
Queriendo conocer aspectos de los maestros de antaño, me acerqué a doña Elvia Ruth Rodríguez González, madre de nuestra esposa, la periodista Elvia Alvarado de Amador, para conocer su opinión. Reunido con ‘Mami’, llamada cariñosamente en el hogar y quien, pese a sus noventa y dos años (92) su mente está lúcida y fresca con recuerdo de sus años de maestra, al conversar con ella la encontré con su postura habitual de leer diariamente, a pesar de tener problemas visuales, La Estrella de Panamá, la cual le toma muchas horas. Sentada en su habitación de la casa.
¡Buenos días Mami!... ¿Cómo está?
¡Buenos días mi’jo! ‘Aquí sentada como ganso en la laguna, con el pescuezo estirado y sin esperanza ninguna’. Sonriendo, por la respuesta, le pregunté: ‘¿Dígame doña Elvia... ¿Qué opina usted de la educación en Panamá y qué me puede comentar de sus años como educadora?’.
Con su voz quebrada y pausada, respondió: ‘Como todos los tiempos, en Panamá, se escoge la profesión que uno quiere y yo desde muy pequeña, realmente, sentí la vocación de ser maestra’.
¿Cuándo se graduó de maestra?
‘Me gradué allá por los años cuarenta, en la Escuela Normal Rural de David, donde solo preparaban maestros para zonas rurales. No podía ir a Santiago de Veraguas, donde funcionaba la Escuela Normal Juan Demóstenes Arosemena cuna del magisterio panameño, por falta de recursos económicos’.
‘En esa época existían dos clases de educadores los rurales y los urbanos, éstos se graduaban en la Escuela Normal. Los rurales solo podíamos trabajar en esas zonas y los maestros urbanos podía ser nombrados en cualquier área’.
‘Cuando me gradué me nombraron por primera vez en Santa Rosa de Bugaba. En esa época ganábamos setenta y cinco dólares mensuales. Existía un agravante, el maestro debía radicarse en la zona. Lugares montañosos, inaccesibles y para llegar allá se pasaba mucho trabajo. Nos movilizábamos a caballo o a pie. El maestro solo podía salir cada quince días de su área de trabajo. El maestro tenía que comprar, con su sueldo, el material didáctico para enseñar a sus alumnos. Así estuve por un par de años. Cuando pude, me fui a Santiago de Veraguas y, en un Curso de Verano, obtuve el grado de maestre urbana’.
¿Cuáles deben ser las cualidades de un maestro o educador? ‘Para ser educador, maestro, se debe tener vocación de enseñar. Ser un apóstol. Considerar el deseo de forjar una gema preciosa, debemos recordar que nos entregan un diamante en bruto, un niño, y debemos convertirlo en una joya de grandes quilates’. ‘Hoy, hay mucha tecnología y adelanto para enseñar; pero no se utiliza en la debida forma y pueda ser de útil beneficio para los estudiantes. Los ponen a consultar el Internet y no revisan su trabajo cuando se lo entregan’.
‘Los maestros y educadores deben sentir verdadera vocación y tener como principio los valores como respeto, honradez, responsabilidad y sobre todo amor por su profesión y sentir que están preparando a los ciudadanos del futuro, de quienes ellos, los educadores, dependerán, porque serán los gobernantes y autoridades en un mañana. Es indispensable que el fortalecimiento de la educación comiencen precisamente por los propios educadores y maestros. Mientras no los consideremos como la principal herramienta de aprendizaje, jamás avanzaremos y mejoraremos nuestra educación, porque los programas son un complemento regulador de la enseñanza’.
Me despedí dándole las gracias por sus opiniones y el apoyo de orientación personal.
HISTORIÓGRAFO Y ESCRITOR.