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- 27/12/2024 00:00
El Canal de Panamá: un símbolo de paz y soberanía en tiempos de tensión
Panamá siempre ha sido considerado como un país pacifista, que ha cultivado esta identidad a lo largo de su historia de intervenciones extranjeras; con una cultura de paz, diplomacia activa y, sobre todo, con dos aspectos de gran importancia: una política de neutralidad y, por supuesto, nuestra condición geográfica. Estos elementos le han permitido al país evitar conflictos bélicos y promover un entorno de estabilidad y cooperación en la región.
A lo largo de su historia, Panamá ha participado en iniciativas diplomáticas para promover la paz en la región. Durante la crisis centroamericana en los años 80, el país fue fundamental en la creación del Grupo de Contadora, que buscó resolver conflictos a través del diálogo y la negociación. Esta tradición diplomática ha consolidado a Panamá como un mediador en conflictos regionales, evitando involucrarse en confrontaciones bélicas.
En estos momentos, Panamá tiene la oportunidad de reafirmar esta vocación, venerada por muchos, especialmente ante las últimas declaraciones del presidente electo Donald Trump, quien sugirió que Estados Unidos debería retomar el control del Canal. Nuestro país siempre ha defendido la autodeterminación de los pueblos, lo que se refleja en su política exterior y en sus relaciones con otros países latinoamericanos. Este compromiso con la paz y el respeto mutuo ha permitido a Panamá mantener relaciones diplomáticas estables y evitar conflictos bélicos.
Desde un contexto histórico, podemos explicar a los jóvenes que el Canal de Panamá fue inaugurado en 1914 y estuvo bajo control estadounidense hasta 1999, cuando Panamá asumió la totalidad de su administración tras un acuerdo firmado en 1977 por el entonces presidente Jimmy Carter y el líder panameño Omar Torrijos. Este acuerdo marcó un hito en la historia de las relaciones entre ambos países, estableciendo un marco para la soberanía panameña sobre el Canal. Desde entonces, Panamá ha gestionado el Canal como un recurso vital para su economía y para el comercio internacional.
¿Qué podemos hacer para disminuir la tensión y llevar a la reflexión? Lo primero es el diálogo y la comunicación con la contraparte; profundizar y revivir la educación para una cultura de paz desde el hogar, que estuvo en boga hace algún tiempo; conversar en casa con nuestros hijos sobre el tema y, especialmente, destacar nuestra vocación de paz. De igual manera, es fundamental defender el respeto a los derechos humanos y lograr una solidaridad global. Algunas de estas estrategias han sido planteadas por el Dr. Daisaku Ikeda, líder pacifista, para evitar la guerra y promover la paz.
Nuestro país tiene la capacidad y todas las condiciones para lograr un equilibrio en un mundo que, como hemos escrito en reiteradas ocasiones, está signado por el cambio permanente, la fragilidad, la ansiedad y la incomprensión; donde la fuerza, irracionalidad y belicismo amenazan con imponerse para manifestar el poder. Somos un país soberano y hemos defendido nuestra autodeterminación a lo largo de nuestra historia patria, siempre basándonos en el diálogo y la negociación certera.