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- 03/02/2015 01:00
De codicia o el poder del dinero
Un viejo adagio español nos dice que ‘es un avaro quien codicia posee’. Nada más cierto y grave es el hecho de que detrás de todo mal de la humanidad, se esconde la codicia. ¿Quién mejor que el gran Francisco de Quevedos para describir esa obsesión por riqueza, ese deseo vehemente, frenético, de acumular dinero y bienes que en la manera como lo hace en su conocido poema satírico ‘Poderoso Caballero es don Dinero’? ¿Qué mejor manera de describir la locura por el dinero cuando nos dice en sus primeros versos: ‘Madre, yo al oro me humillo. Él es mi amante y mi amado. Pues de puro enamorado. Anda continuo amarillo. Que pues doblón o sencillo. Hace todo lo que quiero. Poderoso caballero es don Dinero’.
En Panamá, en la administración pasada, dominó la codicia y se demostró el poder de don Dinero. Solo esa obsesión enfermiza por riqueza, esa avaricia, explica cómo fue posible que connotados personajes de nuestro mundo empresarial, con fortunas sólidas establecidas, con trayectorias profesionales bien marcadas, muchos provenientes de familias adineradas, clase pudiente, de honrada y vieja reputación; otros de familias trabajadoras, emigrantes, que lograron crear fortuna con la fuerza de su trabajo y su honradez, personas que no necesitaba robar, no controlaron su avaricia y cayeron bajo el dominio de don Dinero. ¿Para qué? Para destruir sus reputaciones, presentes y futuras de amigos y familiares, sufrir la ignominia de ser llevados a juicio encadenados y, lo más seguro, terminar en la cárcel como lo merecen. Y, peor aún, perder ese dinero mal habido.
Yo pudiera entender, no connotar, que una persona de orígenes humildes, pobre, caiga en esa tentación, pero personas que no necesiten más de lo que ya tienen, se aprovechen del Erario, roben recursos a los más necesitados, solo por acumular más riqueza, no le encuentro explicación otra que una mente enferma, dominada por don Dinero que no merecen perdón de Dios ni de los hombres. ¿Pensarían que ‘el fiesto’ continuaría? Estoy seguro. Pero ¡sorpresa, no sucedió! Ahora les toca rendir cuentas.
Más patético es ver cómo jóvenes profesionales y empresarios trunquen sus incipientes carreras, queden marcados para el resto de sus vidas, quizá prófugos en el exilio, por dejarse llevar por la codicia. Jóvenes miembros de familias honradas, algunos quienes he conocido desde niños, por los cuales no puedo dejar de tener dolor de ver sus vidas marcadas y mancillado el buen nombre sus familias. No los excuso y tendrán que sufrir las consecuencias, pero siento dolor por ellos y sus familias. Esa degradación de vidas jóvenes, antes prometedoras, es otro de los daños que nos ha causado la administración anterior con su mal ejemplo, mal estímulo y abierta complicidad.
Espero que las nuevas generaciones aprendan de estas circunstancias y sus eventuales consecuencias y mantengan fortalezas para no dejarse caer en las garras de la codicia y resistan la tentación en futuras oportunidades de servir a la Patria con honor y honradez.
¡Qué desastre resultó el ‘Gobierno del Cambio’!, el cataclismo mayor de nuestra Historia. Solo el periodo de la Segunda Guerra Mundial, conocido como la ‘Danza de los Millones’, semeja, guardadas proporciones, la Época Martinelli. ¿Cuánto tiempo nos tomará borrar esa ignominia, esa mancha oscura de nuestra Historia?
Considero que estamos solo al inicio de una etapa histórica trascendental. Me siento afortunado de haber vivido lo suficiente para ser testigo de estos eventos históricos. Ya siendo institutor había podido presenciar los eventos que llevaron a cabo el derrocamiento de Arnulfo Arias en los años 50. De hecho, participé en la masa, en las demostraciones que contribuyeron a su caída y pude observar su juicio en la Asamblea Nacional. Hoy tengo la esperanza de ver los malos políticos y gobernantes panameños llevados a la Justicia, esta vez con todo el debido proceso de la Ley y las normas, lo que lo hace un evento histórico único.
Confío en que, en esta ocasión, Panamá se une al grupo de naciones de este Pueblo de América que han llevado a juicio a sus gobernantes. La lista no es corta. La transcribo: Alberto Fujimori, Perú; Salvador Jorge Blanco, República Dominicana; Luis García Meza, Bolivia; Gregorio Álvarez, Uruguay; Carlos Andrés Pérez, Venezuela; Alfonso Portillo, Guatemala; Jorge Ríos Montt, Guatemala; Arnoldo Alemán, Nicaragua; Rafael Ángel Calderón y Miguel Ángel Rodríguez, Costa Rica; Carlos Menem, Argentina. Todos condenados por corrupción, crímenes de lesa humanidad, homicidios y lavado de dinero. ‘Dura Lex, Sed LEX’.
BANQUERO Y EXDIPLOMÁTICO.