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- 29/04/2023 00:00
El poder de la desinformación
A inicios de la década de los años 30 en el siglo XX, el economista Friedrich Von Hayek sostenía, en su obra Camino a la servidumbre, que la libertad individual debía estar sobre el interés del colectivo, por lo tanto, debían crearse las condiciones más absolutas para el libre mercado, de ahí que el Estado no debía entrometerse en los asuntos de la libre empresa; entrometerse el Estado era un credo negativo del liberalismo. De tal manera la política estaba para permitir que la economía fuese una fuerza imparable, para que el progreso fuese disfrutado individualmente. Su némesis fue John Maynard Keynes, quien precisaba que el rol del Estado, en tiempos de crisis, era esencialmente dirigir la economía para mantener el Estado de Bienestar, que por política, más que nada, era la visión de todo Estado en el siglo XX.
En 1979, Estados Unidos anunció el fin de la paridad entre el dólar y el oro. Esto creó una catástrofe de golpe fulminante a la economía practicada desde el siglo XIX y aunado a ello la producción industrial también se desaceleró. Surge un nuevo orden, basado, más que nada, en la especulación, porque el funcionamiento de los mercados cambió radicalmente, era más accesible cobrar las deudas e intereses, y así las grandes corporaciones se fueron alineando una con otras en la creación de nuevos mercados ya no sujetos a la producción misma, sino al empréstito, al financiamiento de obras propias del progreso prometido dentro de la política del Estado Bienestar.
En el siglo XXI, la producción se fundamenta en la tecnología de comunicación y transporte y todos los elementos que tuviesen que ver con estas. Las grandes corporaciones tomaron un campo que se creía poco rentable, el campo de la información. El sistema de este nuevo orden necesitaba comunicar a los ciudadanos del mundo su capacidad para financiar, hacer préstamos o financiar a quien pudiese tener la mínima cuota para pagar.
Lo importante aquí era la creación de una nueva sociedad, ya no interesada en las situaciones políticas, sino en la supervivencia económica. El medio que podía reformar a los irreformables y establecer nuevos campos de consumismo, tenía necesariamente que formar una nueva cultura y una nueva ideología, basada más que nada en el individualismo.
Esta visión no trascendió solo a la población bajo un Estado, sino que se propaló a los mismos políticos que se vieron más cómodos con una percepción de un quehacer para su propio individualismo necesariamente malsano y egoísta, que permite todo accionar contra la libertad y la democracia.
El medio, para controlar a todos en una nueva cultura globalizada, y en la creación de una visión totalmente individualista desasociada del bien común, son los medios de comunicación y fuimos introducidos a un grosero “laissez faire”.
Ya no existirían solo los tres poderes, sino que se le agregaría un cuarto poder.
Aquí está el detalle, estos medios también están bajo el concepto profundo de la total globalización, por lo tanto las luchas sociales, la búsqueda de la justicia, o la crítica a los Gobiernos, no son noticias y con ello muy en el fondo solo logran difundir su propia agenda dentro de esa renovada visión de Von Hayek, el liberalismo total.
En este país, Panamá, los medios todavía tratan de mantenerse como un faro de información honesta, pero las fuerzas políticas que están ya alineadas con el individualismo “in extremis”, los acosan constantemente, y, por otra parte, el sistema aplaude la banalidad, el morbo, la complaciente humillación individual y a veces colectiva de ciertos sectores y colma sus espacios, que deberían estar dedicados a mantener la conciencia de los ciudadanos, en una nueva visión cultural y social que nos puede destruir a todos.
La manipulación ha sido exitosa, porque algunos medios de comunicación han sido el factor “sine qua non”, la ideología neoliberal, transforma su interés particular en intereses de toda una sociedad. Porque esa sociedad debe ser globalizada en términos culturales e informativos, por ello, “si tienes el monopolio de la información, pues, informas lo que quieres”. El poder de la desinformación masiva, de esta era, apunta a cambiar nuestra manera de procesar lo que es correcto y a aceptar como natural lo que no lo es, cambiándolo todo. Ya no existe pudor u honor, menos aún vergüenza, todo le está permitido al político corrupto. Y la desinformación va de su mano.
Veo con preocupación el futuro de nuestro país, nuestra sociedad está aturdida por quienes la manejan y más por quienes, sin sentido común, nos llevan a una sociedad tan solo de consumismo total y crean una falsa esperanza de un Estado de Bienestar, que, sin ética, y sin políticos comprometidos con el bien común, nos hace presentir que quedaremos con la misma decepción del coronel y su famosa última frase, en la obra de Gabriel García Márquez.
Salud, compatriotas…