Un canal en el planeta de las guerras

Sucedió una vez en la historia del planeta de las guerras, por allá a comienzos del siglo 20, cuando Japón peleaba a muerte con Rusia y China por la hegemonía los mares, en una masacre en donde murieron más de 300 000 seres humanos. Batalla ganada por Japón, gracias a una fragata que le regaló la Argentina de aquellos tiempos, según cuenta la décima de un curtido payador de La Pampa.

Acá en América casi todos los países se habían independizado de la arruinada España, menos Cuba, que fue liberada por los gringos en 1895. Y, acá en Panamá, entonces los caras pálidas necesitaron de un canal que superara al ferrocarril transístmico construido por ellos mismos.

Entonces, desde California llegaron prominentes norteamericanos, con la misión de formalizar la separación de Panamá de Colombia, con el fin de poder construir la vía interoceánica por el Istmo. Los expertos norteamericanos fueron: Hezckian Gudger, cónsul general de los EE.UU. en Panamá; H. Prescott del ferrocarril de Panamá; Austin Harper, ingeniero civil; el mayor W. Black y el teniente Mark Brook, ambos del cuerpo de ingenieros de los EE. UU., más 25 técnicos que se reunieron con prominentes panameños en una casona de Las sabanas, que por ser pudientes justificaron sus velas en ese nacimiento.

La comisión determinó finalizar con la guerra planeada que duró mil días, e impuso tres fechas que marcaron el destino de la historia panameña: 1) El fusilamiento del cholo Victoriano Lorenzo; 2) La separación de Colombia; y 3) la firma de tratado para construir el Canal de Panamá.

Para los idílicos, como para los de la leyenda negra respaldada por mí, el Canal costó 375 millones de dólares, incluyendo los 10 millones pagados a Panamá y los 40 millones compensados a la fracasada empresa francesa.

Los gringos ejercieron su soberanía en el Canal de 1914 a 1977. Por esa vía acuática pasaron, hasta el 2002, 910 000 buques y actualmente tiene un promedio de 322 millones de toneladas de carga por año. Trabajaron 56,000 personas en su construcción y, desde que Panamá es el dueño absoluto, ha recibido más de 6000 millones de dólares. Casi todos estamos felices y contentos con la plata del Canal, menos con cómo se están invirtiendo.

*ESCRITOR COSTUMBRISTA.