Caminos coloniales

Una conferencia sobre Camino Real y Camino de Cruces: Patrimonio Natural y Cultural se realizó en días recientes, organizada por el Ministerio de Ambiente (MiAmbiente). Los asistentes aprendieron sobre la historia y sus componentes ambientales y culturales de ambas rutas coloniales y el impacto que estas tuvieron en el mundo.

Para los participantes, conocer de primera mano del arqueólogo Tomás Mendizábal del Centro de Investigaciones, Históricas, Antropológicas y Culturales AIP-Panamá (CIHAC). Fue impresionante. Además, enterarse de la contribución de estos caminos al comercio mundial, el cruce de personas y el establecimiento de festividades como las ferias de Portobelo donde se toma en cuenta todos los factores de aquellos tiempos.

Todos estos elementos fueron antecesores directos de dos grandes obras que nos llenan de orgullo y nos ubican en un sitial importante: el ferrocarril y el Canal de Panamá.

Abriendo estos espacios a difusión de conocimientos y la investigación, se fomenta la creación de espacios enseñanza-aprendizaje y la comprensión de hechos que ocurrieron hace 500 años; y por ende se contribuye a la formación de las personas con los conocimientos necesarios sobre estos hechos históricos.

Un dato enriquecedor en ambas rutas es conocer todo lo relacionado con sus antiguos planos, caminos empedrados, cárcavas, vetustas iglesias y aduanas en el poblado de Cruces. Testimonios escritos por Alexander Exquemelin médico, filibustero y acompañante de Henry Morgan en la ciudad de Panamá en 1671 y fuentes historiográficas por el doctor Ernesto Castillero Calvo. Esta información debe estar al alcance de todos los panameños y visitantes internacionales.

Es de suma importancia que desde los colegios se les hable a los estudiantes de estos caminos y llevarlos a conocer estos lugares; que conozcan lo que sucedió allí y su vinculación directa en áreas como la arqueología, cultura y el componente ambiental.

El Comité del Patrimonio Mundial había decidió posponer la inscripción de la Ruta Colonial Transístmica de Panamá en la Lista del Patrimonio Mundial hasta al menos este año, a la espera de que la nación centroamericana entregue una propuesta revisada y cumpla una serie de recomendaciones.

La Ruta Colonial Transístmica está formada por un conjunto de puntos, que incluyen el sitio arqueológico de Panamá Viejo y distrito histórico (Patrimonio Mundial desde 1997), las fortificaciones de la costa caribeña: Portobelo y San Lorenzo (en la lista del Patrimonio en Peligro desde 2012), y los caminos coloniales que los unen: el Camino de Cruces y el Camino Real.

Esto trae consigo la elaboración de un plan de gestión "único, global y legible" propuesto por los solicitantes, y la creación de una autoridad de gestión para el conjunto de las partes que forman la ruta, y la incorporación en el sistema de gestión de un enfoque sobre la evaluación del impacto de cualquier programa, proyecto o legislación en el sitio.

Con bombos y platillos se habla del turismo como salvación a la crisis económica que vive el país, a la que se debe dirigir la atención prioritaria; se conoce, hoy día, que la industria sin chimenea es uno de los mejores generadores de riqueza a todos los sectores. El asunto es más crítico cuando no se tienen una visión a largo plazo ni tampoco se realizan los mejores esfuerzos para adecentar este gran rubro de la economía nacional.

Aquí es donde debemos armarnos de valor y poner a prueba todo nuestro ingenio y capacidad. Se requiere, por tanto, crear las condiciones para llevar a cabo esta estructura con el personal idóneo, los presupuestos necesarios y libres de los tentáculos de la politiquería.

El Estado panameño debe redoblar esfuerzos y tener un compromiso prioritario en velar por la preservación, conservación y custodia de ambas rutas dentro de áreas protegidas como: Cruces, Portobelo, San Lorenzo, Soberanía y Chagres.

Panamá debe mantener su firme compromiso hacía lograr la inscripción de la Ruta Colonial Transístmica de Panamá como aporte panameño a la prestigiosa Lista de Patrimonio Mundial. La declaratoria también implica un compromiso del país en conservar y darle el mantenimiento adecuado a estos sitios que guardan la historia e identidad de los panameños, preservadas por siglos.