• 05/01/2020 00:00

El cambio climático

El tema toma relevancia ahora que, con la celebración de los 20 años de la transferencia del Canal de Panamá a manos panameñas, se ha enfatizado que la buena operación de la vía interoceánica depende en gran medida del manejo que hagamos del agua, que en Panamá abunda y se desperdicia a manos llenas.

Del 2 al 13 de diciembre se realizó una conferencia en Madrid, España, conocida como COP25, que es el cónclave de Naciones Unidas sobre el cambio climático. El tema toma relevancia ahora que, con la celebración de los 20 años de la transferencia del Canal de Panamá a manos panameñas, se ha enfatizado que la buena operación de la vía interoceánica depende en gran medida del manejo que hagamos del agua, que en Panamá abunda y se desperdicia a manos llenas.

Panamá estuvo presente en la reunión de COP25, ya que es suscriptor del Acuerdo de París, que es un convenio dentro del marco de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que establece medidas para la reducción de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) a través de la mitigación, adaptación y resiliencia de los ecosistemas a efectos del Calentamiento Global. La intención de este acuerdo es que se aplique a partir del presente año, 2020, y que fue adoptado en la COP21, previendo el término de la vigencia del Protocolo de Kioto.

Los Estados Unidos, en la figura de su presidente Donald Trump, anunció la retirada de ese país del acuerdo, en cumplimiento a sus promesas de campaña de defender los intereses económicos de su país. Esto se hizo efectivo en abril de 2019, sumándose a Nicaragua y Siria, los otros países que no han suscrito el documento.

Entre las conclusiones de la COP25 se señala a los países que componen el G20, especialmente Estados Unidos, Brasil, Australia y Arabia Saudita, así como empresas poderosas petroleras, de gas y carbón, como responsables de obstaculizar el progreso para enfrentar con mayor efectividad el reto global. Canadá, Japón, China e India también han fallado por su falta de apoyo a naciones vulnerables a impactos fuertes en la materia.

La tarea para este 2020 es fortalecer la disminución de los GEI. Se debe “hacer gran énfasis, con gran compromiso, de la enorme diferencia que existe entre las acciones mitigadoras y los resultados” y de la misma forma “subrayar la urgencia de poner en alta prioridad los esfuerzos mitigantes y de adaptación de todos los involucrados”.

Como en todos los congresos, no se llega a tareas específicas, solamente a exhortar mejores resultados en el siguiente año. Tampoco hubo acuerdo en el tema de los mercados de carbono, y al final, unos 30 representantes de gobiernos asistentes suscribieron un documento para respetar las reglas que tiene ese importante componente del cambio climático y prevenir lagunas y la tentación de una contabilidad doble en los créditos de carbono. De la misma forma, se pidió mayor apoyo por parte de los países desarrollados, así como organizaciones privadas y no gubernamentales.

Sí llamó la atención el énfasis que se dio a los océanos, éstos últimos como factores determinantes en el cambio climático. El año que acaba de empezar, 2020, se verán los resultados del acuerdo de París, a ver si los 196 signatarios pueden cumplir sus promesas con el fin de adaptarse a lo que los estudiosos de este fenómeno han determinado como necesarios. El acuerdo estaba basado en planes nacionales, que no representan el panorama global.

Panamá, como el resto del continente, pretende posicionarse como Líder Azul, a través de iniciativas que preserven la naturaleza, promueva la gestión sostenible de los ecosistemas marino-costeros, que representan importantes sumideros por su gran capacidad de dióxido de carbono, dice la página web de MiAmbiente. El Ministro Milcíades Concepción presentó esa idea en el panel #LatinosMarinos. Destacó que las zonas costeras del país son altamente vulnerables al cambio climático por sus características físicas como naturales, la gran extensión de nuestras costas y el alto porcentaje de población que vive allí. “Tenemos una economía que depende del turismo y la logística marítima a través del Canal, las fuentes de ingresos más importantes para el país; por eso es de vital relevancia impulsar el manejo sostenible en nuestros servicios”, acotó el titular de la cartera de ambiente. Su llamado tuvo eco en ministros y autoridades de otros países para, unidos, proteger los océanos y ecosistemas costeros ya que es la primera vez que éstos se convirtieron en temas centrales.

Panamá, desde el Ministerio de Ambiente se une a este nuevo reto y realiza sus primeros pasos para plantear una “Agenda Azul” abierta a la participación pública y consenso entre los distintos sectores productivos asociados al mar.

MiAmbiente trabaja junto a ONU Medio Ambiente a fin de llegar a tener un Plan de Acción Nacional contra la Basura Marina, que reduzcan los desechos que atentan contra la biodiversidad y los ecosistemas en costas, manglares y mares panameños. En el continente solamente lo han implementado Chile y Colombia. También se conoció que nuestro país está enfocado en la captación de carbono en los océanos y en los manglares, lo que permitirá acelerar una transición hacia el desarrollo sostenible y resiliente, que genere mayor equidad y oportunidades. Si se consigue, será el primer país en presentar un inventario de GEI de los ecosistemas marino-costeros, llamado Carbono Azul.

Arquitecta y ex ministra de Estado
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