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- 29/04/2023 00:00
¿Por qué no tenemos buenas leyes?
Los ciudadanos se quejan, y con justa razón, de que la Asamblea Nacional sólo expide leyes superfluas, inútiles, frívolas e insustanciales. El Pueblo tiene razón y de esa percepción deriva el desprestigio del Órgano Legislativo.
Sin embargo, es necesario aclarar que la Asamblea Nacional es un órgano colegiado, en el que gravitan diversos intereses políticos y cuya hegemonía corresponde al partido gobernante, que desde la cabeza del Ejecutivo dicta las pautas a seguir por la mayoría oficialista, dado que tenemos un régimen político excesivamente presidencialista. En esa situación, los diputados de oposición, tenemos una lucha titánica de David contra el Goliat oficialista.
Una iniciativa legislativa, presentada por una diputada de oposición como yo, y que pretenda impactar positivamente a la sociedad, tiene que abrirse paso, entre muchos intereses políticos y económicos que inevitablemente se le van a oponer.
En lo personal, he propuesto anteproyectos que considero son importantes para el país, por ejemplo, el que “Adiciona disposiciones al Código Penal relativa a la paralización y deterioro de obras públicas”, que con mucho esfuerzo llegó hasta el tercer debate, pero fue vetado por el presidente Cortizo, alguien me dijo: “Obvio, Mayín, el presidente no se va a disparar un tiro en el pie, con una ley que puede ser utilizada contra ellos mismos”.
Muy rápidamente quiero repasar otros proyectos presentados, cuyos contenidos se explican por sí solos y que actualmente duermen el sueño de los justos, en alguna comisión legislativa: el que “sanciona el abuso físico y/o verbal de los agentes de la autoridad hacia los ciudadanos”; el que crea el programa “armas por comida y/o municiones”, vetado por el presidente de la República, para no afectar a su “consentida” de la Gobernación; el que buscaba la creación de la “Superintendencia de Medicamentos”, el cual lo volvieron un chorizo junto con iniciativas similares de otros colegas.
Otras iniciativas, tampoco han corrido con la suerte de ser diligenciadas con premura, como la que presenté para que fueran del dominio público el estado patrimonial de los altos funcionarios al asumir y dejar el cargo y cuando digo “dominio público”, es que allá, en Macaracas, cualquier ciudadano pueda enterarse de cuánto creció o disminuyó el patrimonio del presidente o ministro de turno.
En contraste, tenemos las leyes de la “chancleta”, “el chorizo”, “la sardina”, que provocan críticas entre los ciudadanos y con justa razón.
Solo tendremos buenas leyes, cuando los electores voten por candidatos a diputados comprometidos a cambiar el país para mejor, cuando se destierre el clientelismo de la política panameña y cuando dejemos de reelegir a los mismos que han demostrado que no sirven para nada.
Los electores, deben exigirles a los candidatos que se comprometan a presentar proyectos de leyes que cambien, estructuralmente, las situaciones de pobreza, marginación corrupción y desgreño administrativo, de lo contrario seguiremos teniendo las mismas leyes de la “chancleta”, “el chorizo” y “la sardina”.