• 08/02/2025 00:00

Amenazas de EE.UU., soberanía de bolsillo y la opinión de los panameños

Con la llegada al poder del presidente de Estados Unidos se replantean muchos escenarios sobre esta geopolítica de la intimidación y la amenaza o, como han llamado otros, diplomacia de la sorpresa. Situación que parece estar dándole cierta ventaja mediática a Estados Unidos. El aumento de 25 % en los aranceles hacia Canadá y México y su posterior recula, la no negociación, sino imposición y el chantaje por sobre el intercambio racional y abierto parece ser la agenda de los próximos años.

Pero ¿qué pasó con Panamá? ¿Porque la visita del secretario de Estado Marco Rubio trajo una tormenta?, bajo la premisa de que nuestro país tendría más las de ganar por tener todas las pruebas refutables de las mentiras infundadas desde la Casa Blanca, la respuesta del Ejecutivo se vio endeble y complaciente y no como el líder de un país soberano y democrático o un país estratégicamente importante para EE.UU. ¿Porque vimos a un presidente Mulino titubeante en las decisiones a tomar frente a la situación de amenazas e intimidación por parte de Estados Unidos? El presidente posiblemente habrá tenido presión de los sectores económicos criollos, probablemente los hijos de los que en la década de los 60 decían con orgullo que de soberanía no se podría comer, solo para mantener las relaciones comerciales con los zonians ¿Soberanía de bolsillo?

Uno de los teóricos que más analizó este comportamiento, Karl Marx, tan vigente hoy, en sus textos mencionaba cómo la burguesía “vencía” las crisis que ella misma generaba. Mediante la destrucción obligada de una masa de fuerzas productivas, de otra por la conquista de nuevos mercados y por la explotación más intensa de los antiguos. ¿De qué modo lo hace, pues? Preparando crisis más extensas y violentas y disminuyendo los medios de prevenirlas.

Dicho de otra manera, más sutil... en tiempos de expansión de la tasa de ganancia, el capital financiero global, a través del Departamento de Estado estadounidense, deja que los pueblos jueguen a la democracia. Incluso cuando las cosas van demasiado bien para el capital financiero, deja que se levanten alternativas a su propio modelo, como una forma de preparar la cancha para destruir factores productivos, cuando una nueva crisis lo haga necesario.

Pero si la tasa de ganancia se contrae al punto de poner en riesgo la hegemonía estadounidense, dejan entonces de ser relevantes la legalidad internacional, los derechos humanos y el derecho internacional, y la fachada de democracia liberal se desmorona.

La decisión tomada por el presidente Mulino nos afectará a todos, obviamente no por igual, el distanciamiento de Panamá sobre la ruta de la seda nos podrá costar mucho más de lo que creemos, y esa decisión impuesta viola toda autonomía y soberanía, así como haber dado Metetí para una base militar, o las palabras del presidente al decir que la frontera de Estados Unidos iniciaba en el Darién no son más que acciones serviles y humillantes, lo que menos uno esperaría en plena democracia.

En un estudio de opinión publicado recientemente por el Instituto de Estudios Nacionales IDEN de la Universidad de Panamá, se les preguntó a los panameños qué pensaban de las opiniones del presidente Donald Trump respecto al Canal de Panamá y las reacciones del presidente Mulino. El 40.2% manifestó insatisfacción, mientras que el 36.3% dijo que sí estaba satisfecho y un 23.5% no respondió o era indiferente.

Una de las preguntas estaba orientada a conocer el grado de identificación del panameño con el Canal de Panamá. Los resultados demostraron que el 81 % de la población encuestada se identifica con el Canal como un principal activo nacional y que este se debe proteger. Respuesta parecida se demuestra cuando se les pregunta si se identifica con la frase de la ACP “El Canal es tuyo, es mío...”, el 53,2 % respondió afirmativamente y 28,7 % negativamente.

En cuanto al manejo de la información dada hasta el momento, la gran mayoría comentó ser insuficiente y que se necesita divulgar más información a la población. Por último, se les preguntó qué medidas tomarían para defender el Canal, a lo que la gran mayoría respondió que protestar, marchar y el uso de redes sociales. El 10% mencionó tomar las armas, aunque nuestra Constitución no permite la conformación de un ejército, esto sería lo último que quisiéramos como sociedad, otro 9 de enero de 1964, porque, aunque han querido borrar la historia, el que no la conoce está condenado a repetirla.

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