• 11/09/2024 15:41

Al profesor Max Domínguez

El profesor Max fue un ejemplo para todas y todos los que nacimos y vivimos en Vallerriquito, ejemplo de motivación, disciplina y responsabilidad para estudiar y prepararse para ayudar a los demás y servir a la sociedad

El 7 de agosto del presente año partió el profesor Maximino Domínguez. Se le hizo la despedida en la iglesia del Colegio San Agustín, con una asistencia de exalumnos, padres y madres de familia, familiares, compañeros y amigos, en una ceremonia auspiciada por monseñor Lacunza y sacerdotes de la iglesia.

Max nació en Vallerriquito, corregimiento de Las Tablas, en la provincia de Los Santos, el 9 de septiembre de 1929. Fue uno de los primeros profesionales del lugar que se graduaba a mediados de la década del 40 en la Escuela Normal Juan Demóstenes Arosemena, en Santiago de Veraguas.

El profesor Maximino Domínguez fue el último de ocho hermanos, hijo de Juana Barrios y Maximino Domínguez. Al graduarse de maestro, trabajó en la Escuela de Vallerriquito con sexto grado. Luego, viajó a la ciudad de Panamá donde estudió Geografía, Historia y Filosofía en la Universidad de Panamá. Paralelamente, consiguió trabajar en el Colegio San Agustín, donde estudió y trabajó. Al graduarse de profesor, invitó a mi papá y a mi abuelo a su graduación. Ellos participaron en la ceremonia. Max mantenía siempre una gratitud hacia ellos por haber venido a su graduación, siempre nos lo recordaba, lo que para mí era muy loable, ya que cuando él se graduó eran muy pocos los jóvenes que tenían la oportunidad de estudiar.

El profesor Max fue un ejemplo para todas y todos los que nacimos y vivimos en Vallerriquito, ejemplo de motivación, disciplina y responsabilidad para estudiar y prepararse para ayudar a los demás y servir a la sociedad.

En la misa de despedida había exalumnos del profesor Max, padres y madres de familia, compañeros, amigas y amigos, familiares. Allí una compañera dijo: “Él a todos saludaba igual”, fue una expresión que retrataba a Max como él era. Todos los años en el verano, iba a Vallerriquito y visitaba creo que a todos en la comunidad, saludando uno a uno, lo cual era muy grato para todas y todos los que allí vivíamos.

Max trabajó en el Colegio San Agustín por más de cincuenta años; también lo hizo en los colegios oficiales Elena Chávez de Pinate, en el José Antonio Remón Cantera y en el Instituto Nacional.

El equipo de Fe y Alegría, en un documento sobre la formación pedagógica ¿Cómo se enseña?, señala lo siguiente: “... El educador está influyendo sobre el otro para producir un cambio en él. Esta influencia sobre el otro se justifica por el valor de ciertos fines que el educador considera deseables. El educador enseña pensando en el futuro: qué tipo de persona quiere formar y también qué tipo de sociedad quiere construir. El educador toma decisiones en función de ciertos valores, de ciertos fines políticos y sociales para la sociedad en la que vive, pero básicamente para la sociedad con la que sueña. Se enseña en el presente, pero mirando y pensando en el futuro.

La enseñanza tiene un componente de utopía. El educador enseña para cambiar la sociedad, porque quiere algo mejor para sus alumnos, porque proyecta un futuro para ellos”.

Max siempre buscaba que el estudiante diera de sí lo más posible y se integrara en el trabajo para la solución de los problemas. Siempre buscaba lo mejor para sus alumnos, el material que le ayudara y permitiera lograr una mejor comprensión del contenido que deseaba desarrollar, así lo expresó su sobrina Yiya.

Las familias que crecimos en aquella comunidad rodeada del cerro Barnisal, en las faldas del Canajagua y con las aguas de la quebrada de Los Cascajales y El Limonal, agradecemos al profesor Max Domínguez su ejemplo de vida, su sencillez y las formas muy respetuosas como se dirigía a todas y todos, sin aires de superioridad.

Gracias, Max.

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