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- 13/04/2016 02:02
El problema del agua
Uno de los temas de mayor trascendencia por sus delicadas implicaciones y su impacto en la ciudadanía es el problema del agua, ante la sequía más grande sufrida en el país, la racionalización a la que estamos abocados todos los panameños y el futuro incierto de los productores y los consumidores de todo el país.
Por un lado, tenemos los efectos que está causando el fenómeno de El Niño, y por otro, la actitud irresponsable que muchas personas han asumido ante esta situación, cuyos efectos finales son impredecibles.
El tema ha traído consigo un sinnúmero de opiniones y posturas que generan discusiones acaloradas por el hecho de no compartir el mismo criterio.
Recuerdo que a inicios de febrero surgieron campañas sobre la suspensión o no de la fiesta más aclamada de la mayoría de los panameños, ‘los carnavales '. Esto desató opiniones en contra y a favor, específicamente sobre la eliminación de los culecos, porque nos encontrábamos ante una sequía prolongada, la amenaza del zika que generaba sus primeros contagios, y otros males provocados por el Aedes aegypti. Las voces más furibundas que surgieron fueron precisamente en la región de Azuero, en donde los flagelos, tanto de las enfermedades como de la sequía, se sienten en estos momentos con mucho rigor. Se escuchó todo tipo de planteamientos defendiendo posturas, y una de las más contundentes fue que ‘el carnaval sin culecos no era carnaval '.
Me pregunto, dos meses después de las fiestas de Momo, ¿dónde están las personas que rechazaron a gritos el uso racional del agua y se mostraron indiferentes a la situación de sequía del país y qué medidas o aportes presentan ante una crítica situación que, lejos de terminar, se agudiza?
Ello nos demuestra que muchas veces reaccionamos de manera epiléptica o solo por la emoción del momento, sin imaginar los baches sociales que acarrea una posición intransigente que hoy todos lamentamos.
Si mantuviéramos ese ímpetu combativo para atacar mediante mecanismos simples los diversos problemas que forman parte de nuestro país y, en este caso particular que nos ocupa, de un recurso natural renovable tan preciado y vital como el agua, las cosas podrían ser más llevaderas o, al menos, menos traumáticas.
Tenemos que agudizar la inteligencia, ser más proactivos y no dejarle todo al Gobierno para que emprenda soluciones que nosotros podemos aplicar, actuando con sensatez. Tomemos como ejemplo que el Idaan cuenta con un presupuesto millonario para hacerle frente a compromisos como alcantarillados, acueductos y otros mecanismos para suplir del preciado líquido a los cuatro millones de habitantes que tiene el país.
Pero esos recursos no son infinitos y muchas veces se dilapidan cuando tomamos acciones irresponsables, como lavar cuatro autos todos los días, dejamos los grifos abiertos, permitimos los escapes de agua por daños que jamás reparamos o, deliberadamente, somos apáticos y no tomamos conciencia del valor que tiene el agua siempre, especialmente en momentos como los que estamos viviendo.
Claro que el Gobierno tiene que prever políticas que incentiven a la población a tomar conciencia sobre el vital líquido, pero nosotros mismos tenemos que asumir un rol responsable para prolongar el uso de este importante recurso.
Es fácil difundir opiniones a través de las diversas redes sociales y generar opiniones y debates sobre dicho tema y encontrar maravillosas soluciones a los diversos problemas que confrontamos a nivel mundial y local, pero el punto extra es que pongamos en práctica las medidas elementales que están a nuestro alcance. No se trata de llamar la atención o conseguir el agrado y aprobación de seguidores. Se trata de un problema grave que puede ser peor, si no corregimos prácticas que contribuyen al despilfarro del agua, situación que nos puede aniquilar de sed, si no hacemos los correctivos pertinentes.
Señores, hagamos un examen introspectivo de lo que puede sucedernos en el futuro inmediato, apliquemos ya las medidas que están a nuestro alcance, cancelemos nuestros cuentas por consumo de agua, porque ese dinero sirve para ampliar las redes de suministro y paliar la crisis que no sabemos a ciencia cierta cuándo termina.
Que no se repitan las posiciones intransigentes que surgieron al calor de la fiesta del dios Momo ni pretendamos solucionar los problemas del país por medio de diatribas que se quedaron en el momento, pero que contribuyeron a que el problema presente hoy ribetes graves que todos lamentamos.
ABOGADO