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- 24/02/2025 00:00
3 años de guerra en Ucrania: por qué continúa siendo importante para Panamá
Hace tres años, el 24 de febrero de 2022, tropas rusas invadieron Ucrania, un país vecino pacífico, democrático y soberano. Con este ataque premeditado, bárbaro e ilegal, una flagrante violación al derecho internacional, Rusia lanzó el mayor asalto militar en el continente europeo desde la Segunda Guerra Mundial, abriendo una campaña que ha cambiado fundamentalmente el panorama de seguridad de Europa.
La expectativa rusa de una victoria rápida se desmoronó ante la resistencia heroica del pueblo ucraniano, que sigue defendiendo su territorio con gran valentía. El costo humano de la guerra en Ucrania durante los últimos tres años es aterrorizante. Decenas de miles de ucranianos han muerto; millones han tenido que huir de sus hogares; ha habido ataques implacables a hospitales, hogares y escuelas.
Las pérdidas rusas han sido asombrosas, con más de 840.000 bajas militares. Bajo Joseph Stalin, líder despiadado de la Unión Soviética por 30 años, un estimado de 18 millones de personas pasaron por campos de labor forzada y millones murieron. Putin conoce muy bien el frío comentario de Stalin: “La muerte de un hombre es una tragedia: la muerte de millones es una estadística”. Putin ha estado mostrando el mismo desdeñoso desprecio por el valor de las vidas de las personas que rige.
Antes de sentarse a negociar con alguien, vale la pena saber quién es. En el caso de Vladímir Putin, el barniz de civilización es delgado. Con frecuencia alarmante, los rusos que han sido lo suficientemente valientes para enfrentarlo han terminado muertos. Boris Nemtsov, líder de oposición, muerto a tiros (edad 55 años); Anna Politkovskaya, periodista valiente y de principios, muerta a tiros (edad 48 años); Alexander Litvinenko, crítico de Putin, víctima de una muerte agonizante por envenenamiento por radiación (edad 43 años); Alexei Navalny, líder de oposición y crítico de Putin, muerto, en un campamento de prisión en Siberia (edad 47 años).
Panamá es un país que entiende el valor de la soberanía, la inviolabilidad de las fronteras nacionales y el respeto a las normas internacionales. Al ser un país pequeño, sin fuerzas armadas, con una modesta población viviendo en este istmo cuya posición geoestratégica es tan importante, Panamá tiene un interés particular en que rijan los principios que las naciones del mundo han construido y mantenido desde la Segunda Guerra Mundial, manteniéndonos a nosotros y a nuestros países seguros.
Estas son principios que nos ayudan a prosperar y a desarrollarnos sin temor a la agresión externa. Lo que Rusia ha estado haciendo en Ucrania desde la anexión de Crimea en el 2014, y en particular durante los últimos tres años, es un ataque directo contra los principios de los que dependemos.
Aquí en Panamá, lo que está pasando en Ucrania puede parecer lejano. “No es nuestro problema”, algunos dirán. Pero sí lo es. Ninguno de nosotros puede darse el lujo de ignorar lo que la invasión rusa representa. Pisotea los principios establecidos en la Carta de las Naciones Unidas; pisotea reglas y principios fundamentales para la paz y seguridad global.
En este contexto, el Reino Unido y muchos otros países libres y democráticos se han comprometido a brindar apoyo militar, económico y humanitario para garantizar que Ucrania pueda resistir la agresión rusa. Una paz justa y duradera solo es posible si seguimos demostrando fortaleza y proporcionando a Ucrania el apoyo que necesita.
No ayudar a Ucrania a pararse firme en contra de esta violación crearía un precedente peligroso. Si permitimos que Putin imponga sin consecuencias su voluntad por la fuerza en esta ocasión, abrimos la puerta a que se repita.
Panamá ha demostrado que su impacto en la escena internacional puede ser significativo. Ahora, como miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, su voz será aún más importante en la defensa de la legalidad internacional. Al levantar la voz por Ucrania, Panamá no sólo defiende a un país agredido, sino que también protege los principios que han garantizado su propio desarrollo y estabilidad.
Ahora es el momento de redoblar nuestro apoyo a Ucrania. Para Panamá y los panameños, esto debe ser más que una cuestión de solidaridad: es una inversión en su propio seguridad y prosperidad. Un mundo donde las normas internacionales se respetan es un mundo donde el comercio fluye, los acuerdos se cumplen y los países pueden prosperar sin temor.
El 24 de febrero marca un aniversario sombrío, un recordatorio del sacrificio de Ucrania y de los ucranianos en la defensa de la libertad y de un sistema de relaciones internacionales en el que todos dependemos. Al mirar hacia el futuro, la voz de Ucrania tiene que estar al centro de cualquier negociación. Y tenemos que asegurar que la posición de Ucrania se fortalezca para alcanzar una paz justa. Ahora más que nunca, debemos reforzar nuestro compromiso con los principios que están bajo ataque por Putin y sus compinches.