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- 06/09/2023 00:00
Hablemos de minería
Se calcula que el ser humano viene practicando la minería desde antes de la Edad de Piedra. Gracias a ella hoy gozamos de miles de productos como el acero, asfalto, celulares, cemento computadoras, cubiertos, electricidad, ferrovías, jabón, joyería, lápiz, música, monedas, ropa, telecomunicaciones, videojuegos.
También está presente en las turbinas y módulos solares que generan electrones, las líneas de transmisión y distribución que llevan electricidad a los consumidores, el cableado de las casas y los motores que mueven todo, desde ascensores hasta bicicletas eléctricas, en fin, sin ella casi que regresaríamos a las cavernas.
Descartar de tajo su potencial e importancia en el avance de la civilización universal, so pretexto de que como panameños no podemos hacer las cosas bien es una excusa muy simplista, reflejo de un tercermundismo mental que debemos abandonar si en verdad queremos salir del subdesarrollo; o peor aún, producto de una contaminación ideológica fundamentada más en la pasión, en un dogma neoecológico; más que en la razón y la ciencia.
Con los ingresos que produciría el desarrollo de una minería sostenible junto con los del Canal, si son bien administrados, nos ayudarán a conseguir el tan anhelado desarrollo económico y social; fortaleciendo, además, nuestra soberanía diplomática y financiera, tan doblegada ante fuerzas y corrientes extranjeras provenientes de la Unión Europea y de burocracias internacionales que pretenden tener poderes supranacionales sobre nuestro destino.
El cobre es un material clave para la economía actual, pero también lo es para la economía del futuro. La transición energética hacia una economía más limpia y verde, tan promovida por algunos de los que hoy gritan furibundos por el cierre de la operación minera, ha impulsado el uso de energías 100 % renovables, las cuales utilizan el cobre para su implementación y operatividad, como lo son los sistemas de energía renovable, solar, hidroeléctrica y térmica; encima es un recurso 100 % renovable. De hecho, el 80 % del cobre que circula actualmente es reciclado.
Según la empresa BloombergNEF, en su publicación sobre su primera perspectiva mundial sobre el cobre, cuenta que la demanda de los cambios tecnológicos necesarios para que la economía se aleje de los combustibles fósiles aumentará un 4 % anual, o sea, en más de un 50 % de aquí a 2040.
Nosotros como país debemos prepararnos para montarnos en esa ola para sacarle provecho. No hacerlo, significará cerrar una actividad que, hoy día, representa el 4.8 % del PIB, es nuestro mayor rubro de exportación, genera unos 40 000 empleos directos e indirectos y aporta varios cientos de millones al fisco anualmente; lo que traerá como consecuencia segura la pérdida del grado de inversión en todas las calificadoras.
Como sociedad no podemos darnos el lujo de descartar el potencial de bienestar social y económico que podemos alcanzar con una minería sostenible; como tampoco la crisis social, económica y fiscal que significará para el país abandonarla. Es imperativo que se apruebe una reforma integral a nuestro Código Minero que está bastante desfazado. Hay que fortalecer igualmente la capacidad supervisora del Estado para que pueda cumplir cabalmente con sus responsabilidades reguladoras de la industria. El que antes lo hayan hecho mal no quiere decir que ahora no se pueda hacer bien.