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- 10/11/2015 01:00
El mito de Rufina Alfaro
Rufina Alfaro es, sin ninguna duda, un personaje inventado por Ernesto de Jesús Castillero Reyes. Veamos.
La primera vez que aparece el nombre de Rufina Alfaro lo hace el escritor antes dicho. Lo concibe en la Revista Lotería Nº 80 de 1948. Incoa informando que: ‘Rufina Alfaro, por lo que he oído decir, vivió en un campo denominado la Peña... '. Luego explica lo que todos conocemos: una joven moza que tenía relaciones sociales con los militares españoles.
Nosotros, consideramos que las fuentes orales son importantes para dilucidar un hecho histórico, pero se debe tener mucho cuidado con el tiempo. Si el Grito santeño se dio el 10 de Noviembre de 1821 y el artículo de Castillero nace en 1948, fueron 127 largos años. De plano, tuvo que sufrir modificaciones en tan largo periodo de tiempo, si es que la información fue correcta.
De otra parte, luego de este trabajo de Castillero Reyes otros han escrito sobre Rufina Alfaro, sin agregar nada diferente al pionero. Los exégetas no han faltado. Por ejemplo, Valentín Medina en Rufina Alfaro: la heroína santeña (Revista Azuero, Nº 4 Nov. 1977); Miguel Moreno en La fugitiva de la gloria , 1963. Esta es una excelente obra de teatro en donde el autor hace gala de la imaginación; sin embargo, quien la lee cree que está frente a una obra histórica y realmente no lo es. El que sí agrega algo diferente a Castillero es Horacio Moreno en la Revista 10 de Noviembre, 1984. Explica este autor apresuradamente hasta las curvas de Rufina Alfaro, dice: ‘Era de belleza atractiva, de ojos negros rasgados, de cabellera negra, que siempre llevaba extendida; trigueña color de trigo, de alta estatura, delgada, de cinturas flexibles y senos protuberantes ' (Horacio Moreno; 1984). Si no se sabe nada de ella, ¿cómo puede Moreno escribir semejantes características físicas?
Recientemente, aparece un estudio de Milciades Pinzón Rodríguez, quien como buen santeño, le da vueltas al asunto haciendo uso de una brillante retórica y de una teoría envidiable. Tratando de legitimar a la Rufina presenta la siguiente información:
‘Así lo comprueba la información parroquial. Por ejemplo, en el Libro de Bautismo (Pág. 29) aparece la partida de nacimiento del niño Manuel Salvador Franco. La misma data del año 1810 y en ella se registra como madrina del párvulo a un personaje que se llama María Rudecinda Alfaro, de lo cual deja constancia el párroco Manuel Isidro Conde ' (Rufina Alfaro la leyenda y la verdad histórica, viernes 31 de oct. 2008). ¿Qué hubiera sido de mi amigo Pinzón, sino escribe este artículo en la forma que lo hizo?
Para nosotros, Pinzón Rodríguez no hace gala de la afirmación del título cual es la verdad histórica, porque solo deja el campo abierto para otras investigaciones y no presenta nada sustancioso para aclarar la historicidad del personaje. Empero sí me encanta cuando éste sociólogo lugareño dice que: ‘... la leyenda comienza a moverse desde la ficción hacia el terreno del hecho histórico '. En efecto, en nuestro país las leyendas se convierten en un hecho histórico; asimismo las invenciones de personajes son comunes en nuestra historia. Tal es el caso de la famosísima Anayansi, mujer que cohabitaba con Vasco Núñez. Este nombre se lo asignó Salvador Calderón Ramírez en 1926, en su libro Caciques y conquistadores , ya que las crónicas de la época solo anuncian que esa mujer era la hija del cacique Careta.
En suma, llama la atención la creación de la protagonista. A mi juicio, no creo en la existencia de Rufina Alfaro. Creo que siendo conversador no descarto la posibilidad de que pudo haber existido una mujer que haya tomado parte del movimiento santeño; pero a mi criterio, con la indulgencia de los santeños, no se llamó Rufina Alfaro.