La reunión de este miércoles 13 de noviembre en la Casa Blanca entre el presidente saliente de Estados Unidos, Joe Biden, y el mandatario electo, Donald...
- 10/09/2023 00:00
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El 11 de septiembre de 1973, la República de Chile y su sociedad se unieron a la ola de golpes de estado que en las décadas de los sesenta y setenta sacudieron gran parte de América Latina, como testimonio de que los sistemas políticos estaban en crisis; y que los estamentos militares, de vieja data en la historia política de muchos países de la región, volvían a cruzar una línea de no retorno. Estos crearon estados de excepción que suspendían el funcionamiento de las democracias electorales que operaban desde el inicio de los modelos oligárquicos; y la posterior emergencia de las clases medias que pasaron a competir por la conducción política de varios países.
Con anterioridad al caso chileno, en las décadas mencionadas, varios gobiernos de países latinoamericanos sufrieron interrupciones como se observa a continuación: Argentina: Arturo Frondizi, (1961). Arturo Illía: (1966). Perú: Manuel Prado U. (1962). Fernando Belaunde T. (1968). Guatemala: Miguel Ydigoras Fuentes (1962). Honduras: Ramón Villeda Morales (1962), Ramón E. Cruz (1971), Juan Alberto Melgar Castro (1976), República Dominicana: Juán Bosch (1963). Ecuador: Carlos Julio Arosemena (1963). José María Velasco Ibarra (1972). Brasil: Joao Goulart (1963). Panamá: Arnulfo Arias Madrid. (1968). Bolivia: Alfredo Ovando Candia (1970). El Salvador: Fidel Sánchez H (1972).
En 1973 el país era un ejemplo de pluralismo ideológico: derecha: (Partido Nacional, Partido Democracia Radical), centro (Partido Demócrata Cristiano, Partido Radical), e izquierda (Partido Socialista, Partido Comunista). De dicho pluralismo el país ingresó a una dicotomía y polarización entre los adeptos a la Unidad Popular y la oposición conformada por el Partido Nacional, un ala importante del Partido Demócrata Cristiano y el Partido Radical. Cabe destacar en el espectro político la presencia de otras organizaciones que apoyaban tanto al gobierno como a la oposición.
El anterior gobierno presidido por Eduardo Frei Montalva del Partido Demócrata Cristiano, que gobernó bajo la consigna de la “Revolución en Libertad”, había “chilenizado” los grandes yacimientos de cobre (introduciendo la participación estatal); profundizando a su vez, una publicitada reforma Agraria que había sido iniciada por el gobierno de derecha de Jorge Alessandri. La experiencia de Frei dio lugar al nacimiento de los Asentamientos Campesinos cuyos modelos fueron exportados a otros países. El gobierno de Allende profundizó la reforma agraria pasando de los Asentamientos a las granjas agrícolas estatales; y en cuanto al cobre, este pasó de la chilenización de Frei a la nacionalización y estatización de los grandes yacimientos de cobre.
Meses anteriores al golpe, el país respiraba un ambiente pesado en que circulaban todo tipo de rumores sobre la inminencia de un pronunciamiento castrense, dando lugar a diferentes manifestaciones en defensa o en oposición al gobierno de la Unidad Popular. Sin considerarlo una exageración se puede afirmar, que en dicho lapso de tiempo se daba por seguro que el país sería objeto de otro intento golpista en América Latina. En dicho contexto surgió la recordada frase del Senador Renán Fuentealba, de la Democracia Cristiana “No al golpe blanco”.
En medio de la tensión política, el gobierno de la Unidad Popular demostraba afianzarse entre los sectores populares como se demostró en las elecciones legislativas de marzo de 1973, en que la coalición gobernante resultó favorecida obteniendo un porcentaje de votos superior al alcanzado en la elección presidencial de 1970, esto aceleró las acciones en contra del gobierno. El panorama era complicado: en el campo, los efectos de la reforma agraria; en los centros urbanos, situaciones tensas en fábricas y empresas, inflación galopante, acciones de los gremios camioneros en contra del gobierno, problemas de abastecimiento de alimentos; ya fuese por acaparamiento empresarial o escasez real. Todo lo anterior aunado a otros factores como las diferentes versiones sobre la injerencia de los Estados Unidos en la coyuntura.
En el contexto propiamente militar el General Carlos Prats comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y posterior ministro de Defensa expresaba su lealtad al gobierno de Allende, generando muchas reacciones de la oposición mediante manifestaciones que buscaban la intervención de los militares para “salvar a la patria”. Prats, apoyado por un grupo de generales entre los que se encontraba el General Augusto Pinochet, debió sofocar un primer intento golpista el 29 de junio de 1973. Esto sucedió, dos meses antes del segundo pronunciamiento militar que terminó con el gobierno de Allende, e instaló una Junta Militar comandada por el General Pinochet quien dirigió la vida política chilena con mano firme dejando muy pocos espacios para el retorno a la democracia
El cinco de octubre de 1988 se celebró el histórico plebiscito en que un 55.99 % de los votos se inclinaron hacia el rechazo de la continuidad de Pinochet en el poder, cerrando el ciclo de su hegemonía personalizada durante 17 años en la vida política del país.
La institucionalidad democrática del país volvió de la mano de las alianzas y pactos de gobernabilidad entre quienes en 1973 se opusieron o favorecieron la ruptura institucional. Dicho retorno democrático vino acompañado de un instrumento conocido como “La Concertación” que, hasta el actual gobierno de Gabriel Boric, alternó los gobiernos de la concertación (cinco periodos) con los partidos de derecha (dos períodos). La secuencia de dichos gobiernos dio lugar a las presidencias de Patricio Aylwin, Eduardo Frei Ruiz Tagle, Ricardo Lagos, Michelle Bachelet (dos mandatos) y Sebastián Piñera, (dos mandatos).
Al momento del pronunciamiento la presencia de panameños en Chile estaba conformada sobre todo por estudiantes universitarios en diferentes niveles y funcionarios realizando estudios vinculados a cargos públicos en Panamá, dada la presencia en el país de organismos internacionales de reconocido prestigio internacional. Algunos de nuestros connacionales vivieron situaciones tensas al ser objetos de detención o confinamiento. Sobre todo los ubicados en la Provincia de Concepción, donde el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) tenía una destacada presencia, que al momento del golpe dio lugar a operativos que afectaron a estudiantes extranjeros, muchos de los cuales eran ajenos a las actividades de dicha agrupación.
A varios días del golpe el gobierno panameño gestionó el retorno voluntario de los ciudadanos panameños mediante el envío de una aeronave comercial. Dicho vuelo suponía el aterrizaje en el Aeropuerto Internacional de Tocumen donde esperaban los familiares de los viajeros, sin embargo, por razones de última hora, dicho vuelo aterrizó de madrugada en la pista en desuso, del Aeropuerto de Rio Hato en medio de la sorpresa de los pasajeros y sus familiares. Después se pudo apreciar que el Boeing había aterrizado guiado por luces de emergencia y guarichas. De Rio Hato los pasajeros fueron conducidos en la madrugada hasta la ciudad de Panamá.
Esta muy escueta relación la hemos presentado con la intención de resaltar algunos hechos que afectaron a uno de los países, (junto a Uruguay) de mayor tradición democrática de Suramérica, y que no escapó a la turbulencia militar en la región. Cincuenta años después, aquellos acontecimientos se recuerdan en medio de la gestión del actual gobierno representado por nuevas expresiones de la izquierda, con algunas representaciones de la izquierda tradicional de Chile. Con toda seguridad, una fecha para recordar.
El autor es Sociólogo.
Pensamiento Social (PESOC) está conformado por un grupo de profesionales de las Ciencias Sociales que, a través de sus aportes, buscan impulsar y satisfacer necesidades en el conocimiento de estas disciplinas.
Su propósito es presentar a la población temas de análisis sobre los principales problemas que la aquejan, y contribuir con las estrategias de programas de solución.