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El presente panameño que reivindica al caudillo indígena
- 15/05/2023 00:00
- 15/05/2023 00:00
Un día como hoy, hace 120 años, la tierra panameña se agitó tras escuchar los disparos que marcaron el adiós de uno de sus personajes más importantes. El 15 de mayo de 1903, el líder indígena Victoriano Lorenzo, fue fusilado en la Plaza Chiriquí, hoy, Plaza de Francia.
Los diarios de aquella época, incluyendo las páginas de La Estrella de Panamá, se limitaron a redactar sobre el tema, al igual que el juicio al que se sometió al caudillo y se le sentenció a muerte en un periodo de 27 horas.
'La Decana' comunicó: “El Consejo de Guerra Verbal reunido a las 2 de la tarde del 14 de mayo en la Comandancia Militar de esta plaza para juzgar a Victoriano Lorenzo... profirió su veredicto a las 9 de la mañana de ayer 15. Victoriano Lorenzo fue fusilado, previo los auxilios todos de la religión católica (…) lo que el reo recibió con gran fervor”.
Desde aquel entonces, la vida de Victoriano Lorenzo ha sido cuestionada por distintas voces. Mientras unos lo catalogan como un guerrillero comunista, otros lo consideran un héroe nacional quien se impuso ante las injusticias vividas “para romper un orden social, político y económico que ahogaba a su raza, de la cual él fue su primer defensor y mártir”.
Así lo relata Claudio Vásquez Vásquez en su libro “Mis Memorias sobre el General Victoriano Lorenzo” publicado ya tres veces en distintas fechas a lo largo del tiempo. El escritor, utilizó relatos de viva voz del Teniente Coronel Juan José Quirós Mendoza, amigo y aliado de batalla de Victoriano Lorenzo quien se dedicó a contar su vida, con el fin de reivindicar al caudillo.
“La Historia ha cometido muchos y muy profundos errores al relatar la conducta y la vida de Victoriano Lorenzo y la mayoría lo injuria como si hubiera sido un salteador, criminal, antisocial, asesino y ladrón (…) Todos esos cargos, están totalmente alejados de la verdad” redactó Vásquez en su obra.
En conversación con La Estrella de Panamá, el profesor Carlos Fitzgerald, investigador del Patronato de Santa Ana, aseguró que “la forma en la que se 'lee' a Victoriano Lorenzo depende de la clase social y de la conciencia histórica del que realiza el abordaje, por lo que su calificación como líder, héroe, guerrillero asesino o comunista depende de los prejuicios o de la intención del presente”.
El caudillo nació en la provincia de Coclé en 1867 y dedicó su vida a luchar contra los gamonales locales, quienes cometían injusticias contra la población indígena, formando parte de la Guerra de los Mil Días.
Vásquez relató que Victoriano Lorenzo “no hablaba de principios políticos ni liberales ni conservadores; peleo al lado del Dr. Porras por que eran amigos y éste lo invitó para que le ayudara. Levantó después la guerra en Coclé porque el coronel Pedro Sotomayor le fue a buscar pelea allá en su casa en El Cacao”.
En cuanto a su carácter, “Victoriano era extraordinariamente valiente, pero humilde, sencillo, astuto y honrado; de una inteligencia vivaz; sus instrucciones fueron siempre justas y sancionó (cuando pudo) todo acto que no estuviese de acuerdo con la justicia y el orden”.
No tenía ningún grado militar ni experiencia en el campo de batalla, pero fue algo que se ganó a lo largo de su vida hasta llegar a ser definido como general y adquirir el respeto de quienes luchaban a su lado.
De igual manera, ganó muchos enemigos a lo largo de su vida, quienes no dudaban en verlo muerto. Según la obra de Vásquez, el caudillo era extremadamente intuitivo, característica que le salvó la vida cuando una “comadrita” llamada Leandra del Rosario, le ofreció una gallina adobada. Dudando de ella, Victoriano se la dio a unos perros que murieron al poco tiempo y ofreció un castigo a aquella mujer de “50 azotes al desnudo en las posaderas”.
Vásquez señaló que este hecho, al igual que muchos otros, han “achacado a Victoriano con carácter de crimen, de salvajismo (…). Aun así, advierte, que para aquella época, la acción del caudillo era positiva, puesto que, en otro caso, no se le hubiese perdonado la vida a la “comadrita”.
El deseo de muerte de muchos quienes lo catalogaban como un malhechor y una amenaza se cumplió el 15 de mayo de 1903 .
Su muerte sirvió para confirmar que “la pelea de los desposeídos y excluidos no podía parar”, explicó Fitzgerald. “El fusilamiento fue una decisión política y se justificó por una corte marcial”.
En su obra, Vásquez concluye con la intención de reivindicar la parte “moral, espiritual, y humana del general Lorenzo; porque, repito, él era esencialmente cristiano y justo”.