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Educación superior en tiempo de pandemia
- 21/06/2020 00:00
- 21/06/2020 00:00
En diciembre de 2019, la Organización Mundial de la Salud (OMS), anuncia la existencia del síndrome respiratorio agudo grave (SARS-CoV-2), que provoca la enfermedad por coronavirus, covid-19. En marzo de 2020 se detectan en Panamá los primeros casos de covid-19, por lo cual el Gobierno nacional anuncia la emergencia nacional y una cuarentena total. La conectividad del país que antes era una ventaja comparativa, se transforma en un punto de vulnerabilidad sanitaria.
La emergencia nacional y las medidas de control emitidas por el Gobierno panameño, en especial la cuarentena total, no solo afectan la economía y el empleo, sino que también impactan en la educación superior. El cierre de los claustros universitarios son la adecuación administrativa más importante para cumplir con las recomendaciones de la OMS y minimizar el impacto de la covid-19.
Los efectos de la pandemia remueven los cimientos del régimen académico universitario y abren un escenario que modifica la dinámica de las universidades, al mismo tiempo que establece retos importantes para la educación superior en general. Uno de ellos, la aplicación y desarrollo de tecnologías e innovaciones en la solución de problemas que vienen de la mano con la crisis sanitaria, que provoca incluso la emergencia del régimen académico virtual con la organización de las actividades académicas, los derechos y las obligaciones de los estudiantes y su correspondencia con los planes de estudios.
Ante la pandemia, las universidades han tomado acciones para garantizar su función a través de diversas modalidades flexibles de educación, teletrabajo y comunicación virtual. De esa manera, las universidades permanecen abiertas cumpliendo con su función, al mismo tiempo que siguen las recomendaciones de salud pública.
La educación a través de las plataformas educativas digitales es la principal innovación universitaria. Covid-19 aceleró un proceso que cuenta con muchos años de retraso. En su momento, Mario Molina, premio Nobel de Química y catedrático del Massachusetts Institute of Technology, planteó que el sistema pedagógico de las universidades debía modernizarse, incorporando la red internet como herramienta para incentivar al estudiante a que aprenda por sí mismo.
Las condiciones de cuarentena adecuaron desarrollos tecnológicos e innovaciones educativas en el proceso de desarrollo de competencias digitales, producción y difusión del conocimiento en red. Es decir, con la incorporación de la tecnología se flexibiliza la necesidad de presencia, pero se incorpora infraestructura tecnológica acorde a cada contexto; se aumenta la cobertura geográfica; se promueve la autoeducación, autogestión y competencias; se adecúan programas académicos alternativos y complementarios. Una reforma con implicaciones tanto en el régimen académico como en la capacidad institucional para la producción de conocimientos.
Con la experiencia queda claro que el logro académico, en el contexto de modalidades flexibles de educación requiere:
-seguimiento personalizado;
-flexibilidad en los tiempos de aprendizaje y, por último
-innovaciones en la acreditación de los aprendizajes.
Para que la modalidad flexible sea efectiva, debe contar con capacidad de flexibilizar las formas de ingreso sin diferencia del área y situación. Igualmente, requiere la definición de un currículo y un régimen académico adecuado que garantice una plena inclusión académica.
Un modelo flexible con un régimen académico virtual requiere reorganizar toda la oferta académica para establecer parámetros que fomenten la calidad del proceso. Es necesario entonces:
-redefinir la función docente en el régimen académico virtual;
-establecer el perfil y las competencias del docente, según la modalidad flexible;
-delimitar los contenidos mínimos que integrarán el currículo, sus componentes y las formas andragógicas de construcción del conocimiento;
-crear tipologías de evaluación de los aprendizajes para la promoción y la acreditación del nivel educativo.
Analizando las experiencias y programas implementados en otros países, se puede lograr un mejor desarrollo de modelos flexibles de educación. Los centros de educación superior, según sus niveles de desarrollo, están dando respuestas rápidas a las condiciones impuestas por la crisis sanitaria. Los casos de Harvard, MIT están desarrollando innovaciones disruptivas vinculadas con sus áreas de expertise. Sin duda son un modelo a seguir.
Existen otros modelos de educación inclusiva e innovación tecnológica que aportan experiencias en los contenidos y su disponibilidad. Estas innovaciones disruptivas se desarrollan en Colombia, Uruguay y Costa Rica. En Colombia, el programa Colombia Aprende (http:// http://aprende.colombiaaprende.edu.co), desarrolla un modelo que garantiza el acceso a contenidos y servicios que contribuyen al fortalecimiento de la equidad y el mejoramiento de la educación. En el caso de Uruguay el plan CEIBAL (https://www.ceibal.edu.uy), combina herramientas didácticas, recursos de aprendizaje, tecnologías de la información y comunicación, según el régimen académico. En Costa Rica, a través de la Fundación Omar Dengo (http://sitionuevo.fod.ac.cr), se armonizan pedagogías innovadoras apoyadas por tecnologías digitales, concebidas como herramientas de aprendizaje.
Pero existen también otras innovaciones disruptivas. En el caso de Panamá se observan por lo menos dos. Una, en el Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud (ICGES); la otra, en el Instituto de Investigaciones Científicas y Servicios de Alta Tecnología de Panamá (Indicasat). Ambas están dando respuestas innovadoras y rápidas a la crisis sanitaria. Pero son marginales a las instituciones de educación superior en Panamá.
He allí un reto monumental, combinar innovaciones, régimen académico y herramientas de aprendizaje. Queda claro que las dimensiones de tal desafío son conocidas. Para el año 2016 (Unesco Cerlalc), Panamá ocupaba el lugar 15 de 17 países, según el número promedio (1,7%) de libros nuevos y reediciones publicadas por imprentas universitarias por trimestre. Es decir, un 6.2% por debajo del promedio de América Latina. Costa Rica (11,8%) edita y publica siete veces más que las instituciones de educación superior panameñas, mientras que Colombia (7,3%) edita y publica cuatro veces más que las instituciones de educación superior panameñas. Esto tiene relación con la masa crítica con la que cuenta el país. Según una medición realizada por la Universidad de Pennsylvania (2018), Panamá (1,4%) ocupa el lugar 18 de 34 países en el ranking de países con mayor número de grupos de reflexión que encabezan Argentina (22,4%), Brasil (10,1%), México (8,5%), Bolivia (6,5%) y Colombia (6,3%).
Las instituciones de educación superior, según su modalidad educativa, tendrán que reajustar sus sistemas de distribución de información y comunicación de contenidos (Ibáñez), para desplazarse hacia un régimen académico virtual. Estos cambios traerán consigo modificaciones significativas en:
- procesos educativos;
-redes de conocimientos;
-interconexión de contenidos.
En este proceso existen riesgos. Las lecciones presenciales irán perdiendo peso, hasta desdibujar el sentido que las vio nacer, forjar ciudadanía y aprender el valor de la crítica colectiva. La universidad se reducirá a expedir títulos donde el aprendizaje muta en autodidactismo (Roitman 2020). Solo la calidad mantendrá el espíritu crítico y renovador de la universidad.
El escenario emergente combinará sin duda:
-sistemas multimedia y producción de contenidos;
-acceso a los materiales de apoyo;
-modalidades educativas;
- interacción en tiempo real.
La autonomía del usuario y la flexibilidad en el proceso global de adquisición y generación de conocimiento (Ibáñez) serán las marcas distintivas del cambio.
Finalmente, un último aspecto del cambio. La implementación de alianzas estratégicas entre organismos gubernamentales y no gubernamentales, entre otras entidades nacionales e internacionales, incidirán en el afianzamiento de un modelo de educación flexible y abierto que garantiza calidad en la educación superior.
Pensamiento Social (Pesoc) está conformado por un grupo de profesionales de las ciencias sociales que, a través de sus aportes, buscan impulsar y satisfacer necesidades en el conocimiento de estas disciplinas.
Su propósito es presentar a la población temas de análisis sobre los principales problemas que la aquejan, y contribuir con las estrategias de programas de solución.